Federico Pérez Zamora
Ingeniero agrónomo
Es amplia la biblioteca de trabajos científicos en todo el mundo que destacan que la caña de azúcar es la especie cultivada con mayor capacidad de fijar CO2 de la atmósfera. En efecto, su condición de gramínea tropical con un modelo de fotosíntesis de tipo Carbono 4 le confiere la capacidad de fijar altos volúmenes de CO2 por cada tonelada de caña producida. Si a esto se suma que es la especie cultivada que mayor cantidad de biomasa genera por año en cada unidad de superficie, la convierte en una poderosa herramienta biológica para limpiar la atmósfera del CO2 que genera la vida moderna en uso de combustibles fósiles, en el uso de electricidad que se produce a partir también de la quema de combustible fósiles y en el uso de todo producto industrial que tiene una huella de carbono positiva.
En muchos congresos se hablaron de las posibilidades a nivel mundial de que la acción de fijación de CO2 que hace la caña de azúcar se convierta en Bonos de Carbono. Brasil, por ejemplo, está desarrollando un programa a nivel país llamado Renovabio, que genera conciencia y certificaciones para otorgar bonos y alcanzar la sustentabilidad en el mediano plazo. Pero hasta el momento, no había evidencia concreta de transacciones realizadas a partir de otorgarle un valor directo al CO2 fijado por cada hectárea de caña de azúcar.
A partir de la zafra 2025 cada hectárea de caña de azúcar que es cosechada, puede recibir un activo digital equivalente a la cantidad de CO2 que fijó durante su crecimiento. Esta realidad la comprendió Compañia Azucarera Los Balcanes que se transformó en la pionera en capitalizar el CO2 fijado por sus cañaverales en un commodity tokenizado.
Hay un récord mundial de emisiones de CO2El procedimiento se inicia con la elevación de una solicitud de compensación que se hace, para que se registren todas las toneladas de CO2 que ha fijado durante el crecimiento de la caña de azúcar un determinado lote. La plataforma de tokenización constata esto con el uso de imágenes multiespectrales satelitales que le permite determinar la cantidad de biomasa de caña de azúcar de ese lote. Luego, por tecnologías de blockchain se inicia la contabilidad criptográfica que culmina con la asignación de una determinada cantidad de criptoactivos de carbono, bajo la forma de tokens. Estos tokens son asignados a ese lote y son depositados en una wallet o billetera virtual, donde se guardan (holdeo) hasta el momento en que los propietarios de estos tokens se decidan a vender en la marketplace.
Luego a la marketplace acuden los compradores que necesitan compensar los volúmenes de CO2 que emiten por su actividad, sea industrial, generadora de energía, compañías aéreas, etc. Los compradores pagan con una moneda digital que luego irá a la wallet del propietario de los tokens. Los valores de referencia de cada token son los equivalentes a una tonelada de CO2 en el mercado de Argentina, de Estados Unidos o de la Comunidad Europea. El precio de la tonelada de CO2 en cualquiera de los mercados mencionados, va aumentando a medida que se acerca 2030. La tokenización transforma cualquier activo del mundo real, tangible o intangible, en un bien digital, los que se pueden vender en una marketplace. De esta manera, el CO2 se convierte en un nuevo commodity.
Nueva dimensión
Con esta nueva dimensión del negocio cañero se busca el justo reconocimiento a la contribución que el cultivo de la caña de azúcar hace para reducir los niveles de CO2 en la atmósfera. En muchos consumos que se realizan –especialmente en el surtidor de combustible– cada usuario paga una cuotaparte que las petroleras pagan de impuesto al carbono. Otras actividades, como las líneas aéreas, discriminan la contaminación que se realiza por cada milla de vuelo, pero la actividad que descontamina, como es la caña de azúcar, no recibía hasta el momento ninguna compensación.
Los países desarrollados enfrentan el reto de bajar las emisiones de CO2Las 300.000 hectáreas que tiene Tucumán cultivadas con caña de azúcar permiten compensar la emisión de gases de efecto invernadero (GEI) que produce toda la actividad humana e industrial de la provincia. Debe tenerse en cuenta que Tucumán es la provincia más densamente poblada de Argentina, lo que genera la emisión de altos tonelajes de CO2 solo a partir de que los 2 millones de habitantes deben trasladarse diariamente a cumplir con sus actividades. A lo anterior se suman la actividad industrial y la construcción.
Estudios publicados por la Estación experimental Agroindustrial Obispo Colombres en la década del 80, en plena vigencia del plan Alcohonafta, daban cuenta de que una hectárea cultivada con caña de azúcar fija 41 toneladas de CO2 anualmente. Esta evidencia científicamente comprobada es lo que inspiró a la Universidad de San Pablo Tucumán junto a Compañía Azucarera Los Balcanes a iniciar este proceso en busca de que Tucumán se convierta en la primera provincia carbononeutral de Argentina.