La relación entre comida y cerebro fue investigada por muchos estudios, en los que se encontraron patrones evidentes: la alimentación influye en los riesgos de contraer enfermedades cardiovasculares y neurodegenerativos. Un estudio australiano descubrió que la dieta mediterránea debilita disminuye el riesgo de la depresión e indicios de Alzheimer.
La depresión luego de los 60 podría anticipar deterioro cognitivo y hasta demenciaEstos datos son fundamentales para un envejecimiento saludable y, además, entender cómo prevenir el deterioro cognitivo. Ya que el Alzheimer no solo afecta la memoria y la cognición. Los cambios cerebrales que produce la enfermedad también alteran el estado de ánimo y el comportamiento.
Biomarcadores: las huellas en la sangre del Alzheimer
Los biomarcadores son indicadores que ayudan a identificar y seguir el desarrollo de enfermedades en el cuerpo. En el caso del Alzheimer, permiten detectar la afección en etapas más tempranas y con mayor exactitud. Estos marcadores pueden señalar tanto cambios en la estructura del cerebro como alteraciones en funciones específicas vinculadas al avance de la patología.
Para el Alzheimer, los más importantes se agrupan en tres tipos. Uno está relacionado con la proteína beta-amiloide, cuya disminución en sangre o líquido cefalorraquídeo sugiere una acumulación anormal en el cerebro, característica del inicio de la enfermedad. Otro grupo corresponde a las proteínas tau, especialmente en su forma fosforilada, que aumentan con el daño neuronal y reflejan una evolución del cuadro clínico.
Finalmente, la cadena ligera de neurofilamentos (NfL) actúa como indicador de deterioro en las células cerebrales, elevándose tanto en Alzheimer como en otras enfermedades neurológicas. El uso combinado de estos biomarcadores mejora la precisión del diagnóstico.
Diferentes tipos de dietas que pueden estar vinculadas con la depresión y el Alzheimer
Según la dieta a elección será diferentes el resultado que tendrá en el cerebro. Por ejemplo, la dieta mediterranea se basa en un alto consumo de frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, frutos secos, pescado y aceite de oliva, con un consumo moderado de lácteos y bajo de carnes rojas y procesadas. Este patrón alimentario destaca por su aporte de antioxidantes, grasas saludables y compuestos antiinflamatorios, factores que han sido asociados con una mejor salud cardiovascular y cerebral.
La dieta occidental —común en numerosos países desarrollados— se distingue por su alto consumo de carnes rojas, alimentos ultraprocesados, azúcares refinados y grasas saturadas. Investigaciones científicas han asociado este patrón alimenticio con un aumento en la incidencia de obesidad, problemas cardíacos y pérdida de funciones cognitivas. Estos factores elevan la probabilidad de desarrollar enfermedades como el Alzheimer.