El lenguaje corporal puede decir mucho más en solo cuestión de segundos. Existen formas de comunicación por las que se pueden expresar ideas y emociones. Los mensajes transmitidos verbalmente son conscientes y voluntarios, permiten controlar lo que decimos y lo que no. Sin embargo, la comunicación abarca mucho más que las palabras.
¿Pueden las máquinas hablar entre ellas sin que lo sepamos? Es una de las preguntas clave de la IAA diferencia del lenguaje verbal, no tenemos el mismo control sobre todos los aspectos de nuestra comunicación no verbal. Constantemente emitimos expresiones corporales y gestos de forma inconsciente e involuntaria, los cuales pueden revelar nuestros pensamientos, sentimientos o incluso aspectos de nuestra personalidad sin que lo pretendamos. En este artículo, exploraremos una serie de gestos específicos que a menudo nos traicionan, mostrando aspectos de nosotros mismos de manera inadvertida.
10 gestos del lenguaje corporal que revelan lo que las personas realmente sienten o piensan
Brazos cruzados sobre el pecho
Este gesto clásico es fácil de observar y comúnmente se asocia con el enojo o la impaciencia hacia otra persona o una situación. También puede indicar la necesidad de crear una separación o barrera entre uno mismo y el interlocutor, lo cual puede surgir de la inseguridad o incluso del desinterés. Si se desea evitar esta postura, es posible corregirla físicamente, aunque trabajar en la tolerancia a la frustración o la seguridad personal podría ser más útil a largo plazo.
Brazos en jarras
Colocar las manos en las caderas, conocido como "brazos en jarras", tiene dos interpretaciones principales que, a primera vista, parecen opuestas. Por un lado, a menudo se vincula con la rabia o la impaciencia. Por otro lado, puede señalar una falta de seguridad, donde la persona intenta proyectar una imagen más imponente ante los demás. Ambas lecturas comparten un elemento común: la adopción de una postura defensiva que busca proyectar seguridad, ya sea desde una perspectiva más agresiva o como un mecanismo para protegerse.
Apretón de manos
El apretón de manos es uno de esos gestos que, a pesar de ser conscientes, pueden revelar más información de la deseada, especialmente en aspectos que escapan a nuestro control como la fuerza o si se añade otro contacto físico. Un apretón débil o que solo involucra los dedos suele comunicar poca confianza en uno mismo, nerviosismo, rechazo o una falta de interés en la interacción.
Por el contrario, un apretón demasiado enérgico podría transmitir la intención de dominar al otro, adoptando una postura agresiva, aunque también puede denotar seguridad y asertividad. Si se acompaña el apretón agarrando el antebrazo con la otra mano, podría sugerir un deseo de cercanía o un intento de controlar la situación. El nerviosismo también puede manifestarse a través de las manos sudorosas. Lo ideal es controlar el nerviosismo antes del saludo y practicar un apretón firme pero suave.
Orientación de los hombros
A menudo, subestimamos la expresividad de los hombros en la comunicación no verbal. Cuando los hombros se inclinan hacia adelante y hacia el interlocutor, generalmente sugieren interés en la persona o en lo que se está diciendo. En contraste, si los hombros se dirigen hacia los lados del cuerpo o hacia atrás, esto puede indicar indiferencia, desinterés o aburrimiento. Ser consciente de la orientación de los hombros permite controlar esta postura y proyectar la actitud deseada durante una interacción.
Hinchar el pecho
Hinchar el pecho es un gesto frecuentemente inconsciente que refleja el intento de la persona de parecer más grande o imponente. Se utiliza como una forma de impresionar o mostrar fuerza, y puede ser tanto una postura defensiva como agresiva. En otro contexto, tanto hombres como mujeres pueden hinchar el pecho de manera inconsciente cuando se encuentran ante personas que les resultan atractivas o estimulantes. Los hombres suelen inflar el pecho para exhibir poder y aumentar su figura, mientras que las mujeres tienden a adoptar posturas que resaltan sus senos. Si el gesto es inconsciente y no se desea mostrar este interés, puede ser difícil de detener, aunque entrenamientos en tensión muscular y respiración pueden ayudar a detectarlo.
Evitar la mirada
Evitar el contacto visual con el interlocutor es, por lo general, un indicio de nerviosismo y es uno de los gestos más reveladores. Este nerviosismo puede originarse en diversas situaciones y emociones; por ejemplo, las personas que mienten suelen desviar la mirada. No obstante, también puede deberse a la timidez, a sentirse abrumado por el otro, a la incomodidad o incluso a sentir atracción hacia la persona. La recomendación es mantener la mirada por un tiempo adecuado, parpadeando con regularidad, ya que la falta de parpadeo puede asociarse con agresividad o intento de disimulo. Sin embargo, controlar el contacto visual de esta manera es extremadamente difícil.
Taparse la boca al sonreír
Este gesto generalmente es un indicio de timidez, vergüenza o inseguridad. También puede ser un intento de ocultar una reacción que no se desea que sea percibida o que podría ser malinterpretada por la otra persona. Si la intención es evitar proyectar una imagen de timidez o vulnerabilidad, se sugiere intentar controlar este hábito y mostrar la sonrisa de manera abierta y directa.
Rascarse la oreja
Aunque rascarse la oreja puede deberse a una picazón real, en muchos casos, este gesto se realiza de forma inconsciente ante situaciones que resultan aburridas o agotadoras. Quienes lo hacen a menudo están deseando que la situación finalice. Debido a la posibilidad de picazón real, evitar este gesto es complicado y requiere un control consciente de las manos, impidiendo que se acerquen a la cara.
Mostrar las palmas
En cuanto a la palma de la mano, si se ofrece abierta y hacia arriba en dirección al interlocutor, suele indicar apertura y aceptación hacia la otra persona. También puede señalar respeto o, en ciertos contextos, sumisión. En el extremo opuesto, si lo que se muestra es el dorso de la mano o si la palma se protege, se está expresando inseguridad, un deseo de separación o la ocultación de sentimientos y/o autoridad. Ser consciente de estos significados puede permitir modificar el gesto habitual de manera intencionada y, con práctica, adquirir un nuevo hábito.
Piernas cruzadas hacia dentro, apoyando dedos y no talones
La forma en que nos sentamos también revela aspectos de nuestra personalidad. Por ejemplo, sentarse con las piernas cruzadas hacia adentro, de manera que los pies queden alineados con el tronco y solo los dedos toquen el suelo, a menudo indica timidez, sumisión o vergüenza, siendo una postura defensiva. En contraste, otras posturas como tener las piernas abiertas y separadas suelen implicar extraversión o arrogancia. Aunque este gesto está vinculado a la personalidad, puede modificarse creando nuevos hábitos al sentarse. Lo ideal es adoptar una postura relajada y cómoda, que no sobrecargue las piernas y que se sitúe entre los extremos de timidez y arrogancia.