En las redes sociales circulan cada vez más testimonios de usuarios que se sienten confundidos después de una primera cita intensa. Todo parecía ir bien: hubo conexión, largas charlas y hasta confesiones profundas. Sin embargo, al poco tiempo, todo se desmoronó. ¿Qué pasó? Tal vez estuvieron frente a un caso de floodlighting, una práctica emocional compleja que se esconde detrás de un aparente acto de confianza.

Popularizado por la escritora Brené Brown y desarrollado en una nota reciente de Cosmopolitan, el término floodlighting describe el acto de compartir en exceso detalles íntimos en las primeras interacciones románticas, generando una ilusión de cercanía que, en realidad, puede obstaculizar el vínculo.

Lo que parece conexión a veces es una barrera

Contar que vas a terapia; hablar de traumas de infancia o mencionar relaciones pasadas en la primera cita puede parecer una muestra de sinceridad, pero también puede ser una forma de manipular la dinámica emocional. El floodlighting se presenta como transparencia, cuando en realidad puede presionar al otro a abrirse también, sin estar listo o sin querer hacerlo todavía.

La terapeuta Marisa T. Cohen, en diálogo con Cosmopolitan, explica que la preocupación no está en el hecho de compartir, sino en la intención que hay detrás. Si el objetivo es acelerar el proceso de intimidad o poner a prueba a la otra persona, se trata de una práctica poco saludable.

Y eso es lo que muchas veces pasa entre jóvenes: en un entorno donde las citas rápidas y las apps de conexión inmediata están a la orden del día, puede parecer que hay que impactar al otro desde el minuto uno. Pero exponer demasiado, demasiado pronto, no garantiza una conexión duradera.

La presión invisible que genera el "floodlighting"

Desde el lado de quien recibe esa avalancha de confesiones, la experiencia puede resultar abrumadora. No se trata sólo de sorpresa o incomodidad: también puede surgir una sensación de obligación. ¿Ahora tengo que contar yo también mis problemas? Si no lo hago, ¿parezco frío o desinteresado?

Esta dinámica crea un desequilibrio emocional desde el arranque. Lejos de construir una relación sólida, puede generar una especie de contrato emocional no consensuado, donde uno expone y el otro, sin quererlo, queda atrapado.

Según relató el programa "On Air With Ryan Seacrest", en muchos casos este tipo de situaciones no provienen de la mala intención sino de la ansiedad social. Algunas personas, especialmente jóvenes, sienten la necesidad de llenar silencios incómodos con historias personales intensas. El problema es cuando esa forma de comunicarse se vuelve una regla.

¿Manipulación o simplemente ansiedad?

Una de las grandes confusiones en torno al floodlighting es que no siempre se lo detecta como algo negativo. Hay una delgada línea entre la apertura genuina y la manipulación emocional involuntaria. La clave está en si lo que se dice busca construir un puente o poner a prueba al otro.

Cosmopolitan resalta que muchas personas utilizan este recurso para medir si la persona frente a ellas “puede con sus emociones”. Si el otro no reacciona como esperaban, se toma como una señal de incompatibilidad, cuando tal vez simplemente no estaba listo para lidiar con tanto, tan rápido.

Por eso es tan importante que los jóvenes reconozcan que construir intimidad no tiene atajos. La confianza no se exige ni se demuestra con confesiones explosivas, sino que se gana con tiempo, cuidado y reciprocidad.

Intimidad real: paso a paso

La verdadera cercanía emocional no surge de una charla intensa en una cita, sino de la constancia y el respeto mutuo. Algunas personas tardan más que otras en abrirse y eso está bien. No hay un ritmo universal para conectar, pero sí hay señales de alerta cuando el proceso parece forzado o desbalanceado.

El floodlighting puede parecer un camino rápido hacia el amor, pero en realidad muchas veces es un obstáculo. En lugar de crear una base sólida, construye un espejismo de confianza que se desmorona ante la primera dificultad.

¿Cómo saber si estás cayendo en el "floodlighting"?

Si te sentís impulsado a contar todo desde el primer encuentro por miedo a “perder” al otro, es hora de frenar. Preguntarte para qué estás compartiendo eso y si lo harías incluso si supieras que no vas a volver a ver a esa persona, puede ayudarte a discernir entre una apertura genuina y una maniobra emocional.

El amor y la intimidad no son una competencia de quién se expone más rápido. Y en un contexto donde las redes y los vínculos líquidos muchas veces empujan a la inmediatez, aprender a tomarse el tiempo para conocerse sigue siendo un acto de valentía.