Mientras en Roma los cardenales definían al nuevo Papa y se anunciaba a León XIV, en Tucumán las redes hervían, los mensajes volaban y los grupos juveniles, reunidos en parroquias, plazas o celulares, empezaban a hacerse preguntas que no caben en titulares: ¿quién es este nuevo Papa? ¿Qué Iglesia nos espera? ¿Qué lugar tendrán los jóvenes?

“Cuando vi el humo blanco me llené de alegría, fue un momento inolvidable”, cuenta Candela Cuevas Juárez, de 22 años, de la parroquia Inmaculado Corazón de María. “Sabía que no era solo un símbolo, era la respuesta a tantas oraciones”. Juan Manuel Ruiz Gómez, que tiene 26 años y forma parte de Jóvenes Misioneros Madre Teresa de Calcuta de la Parroquia Espíritu Santo y de la Pastoral de Juventud del NOA, confiesa que se emocionó hasta las lágrimas: “sentí que ya no estábamos huérfanos de un líder que sea guía para todos”.

La noticia tomó por sorpresa a Solana Maldonado, de 21 años y parte del Grupo Misionero Salesiano: “Me llegó un mensaje de un amigo: ‘¡Ya tenemos Papa!’. No esperaba que saliera tan rápido. Sentí sorpresa, alegría, ansiedad por saber quién era”. Para Felipe Auvieux, también de 21 años y coordinador del mismo grupo, esta elección tuvo un significado especial: “en la elección de Francisco era chico, no lo viví con cercanía. Ahora sentí felicidad, esperanza. Me impactó que León XIV se considere latinoamericano por su historia en Perú. Tener un Papa misionero es crucial”.

Misión y escucha

Apenas conocieron su perfil, los jóvenes comenzaron a resonar con su figura. “Su saludo en español, su agradecimiento a Perú, su frase de San Agustín: ‘Soy obispo para ustedes y cristiano con ustedes’… eso nos llegó al corazón”, comparte Solana. Felipe destaca el desafío de conectarse con las nuevas generaciones: “No es tan grande en edad y puede tener cercanía con las redes sociales. Eso puede ayudar mucho”.

Johana Gramajo, de 30 años y del Movimiento Católico Palestra, se detiene en su sencillez y en la cercanía con los pobres: “tiene un perfil muy humano. Espero que construya puentes, que anime a los jóvenes a ser protagonistas, que no tenga miedo de tocar temas difíciles desde la verdad y el amor”.

Ignacio Testolino, del Movimiento Juvenil Salesiano, tiene 25 años y subraya el valor de la valentía: “que no tenga miedo de denunciar lo injusto, tanto fuera como dentro de la Iglesia. Que no se aleje de los pobres, de los jóvenes, de los privados de libertad”.

Para Candela, el gran desafío está en lo esencial: “Falta una vida de oración auténtica. Si logra impulsarla, la Iglesia volverá a ser ese lugar donde cada persona pueda tener un encuentro genuino con Dios”. Juan Manuel coincide y pide que la fe no se quede en lo abstracto: “sueño con una fe encarnada, comprometida, que transforme realidades”.

Martín Cárdenas es salesiano; a sus 25 años, apunta hacia afuera: “espero que pueda tender puentes. Ser ‘pontífice’ significa poder dialogar sin necesidad de imponer. Es en el encuentro sincero, incluso con quienes no comparten nuestras creencias”.

COMUNIDAD. Cada opinión es clave por el mensaje que transmiten.

Una Iglesia en salida

Cuando miran al futuro, los siete coinciden en los desafíos urgentes. “La paz es el principal desafío”, resume Ignacio. Felipe agrega: “trazar alianzas con otras religiones para frenar la persecución de cristianos y personas de cualquier fe”. Para Juan Manuel, las prioridades son claras: justicia social, derechos de los migrantes y una Iglesia que escuche las búsquedas de las juventudes en torno al género, la participación, la comunidad. “Me gustaría ver una Iglesia más sinodal, con más voces jóvenes en los espacios de decisión, y con una pastoral que escuche más que enseñe”, dice.

Johana sueña con “una Iglesia participativa, que nos dé espacios para servir y opinar”. Candela pide que no se imponga nada, sino que acompañe: “que la Iglesia esté ahí, presente, dispuesta a escuchar, a entender, a caminar juntos. Que muestre que seguir a Dios no es una carga, sino un camino que da sentido y transforma la vida”. Martín advierte con realismo: “la renovación no depende solo del Papa, sino también de todos los que habitamos la Iglesia. Si los jóvenes no asumimos ese compromiso, nuestra opción por Jesús puede quedarse estancada”.

Más que un líder

Cuando intentan definir lo que representa para ellos la figura del Papa, las respuestas se entrelazan como un coro. “Es el sucesor de Pedro, el enviado de Cristo en la Tierra”, afirma Candela. Johana lo describe como “un líder espiritual que también impacta en lo moral y lo político”. Para Martín, su papel puede llegar incluso a quienes no comparten la fe: “si su actitud es tender puentes, puede representar también a quienes buscan el bien común”.

Juan Manuel lo resume así: “para mí, el Papa es ante todo un pastor. Pero por su visibilidad y alcance, también se convierte en referente moral y en figura política. Lo importante es que sea desde el Evangelio, no desde el poder”. Ignacio, en una frase que parece abrazar todas las voces, dice: “por primera vez vivo este proceso de manera consciente. Hago el duelo del Papa anterior, espero la nueva elección rezando, y me ilusiono por los caminos que vienen. Caminos que necesariamente los peregrinamos juntos”.

(Producción periodística: María Garzón Príncipi)

EN UN SANTUARIO. León XIV visitó Nuestra Señora del Buen Consejo.

León XIV oró ante la tumba de Francisco en la Basílica Santa María La Mayor

En un gesto cargado de simbolismo y continuidad espiritual, el papa León XIV visitó la tumba de su predecesor, Francisco, en la basílica Santa María la Mayor de Roma. Lo hizo dos días después de haber sido elegido pontífice, tras regresar de su primera salida oficial a Genazzano. En silencio, frente a los restos del argentino Jorge Bergoglio, rezó y recordó su legado; horas antes había alentado a los cardenales a continuar con su mensaje de cuidado hacia los más vulnerables y de apertura al diálogo (ver “La primera salida...”).