Pablo Javkin es una de las figuras que ha llegado a Tucumán en el marco del Consejo Federal de Intendentes (Cofein), organizado por la Municipalidad de San Miguel de Tucumán. El intendente de Rosario muestra su mejor sonrisa y disposición aún cuando habla de cuestiones ásperas como la lucha contra el narcotráfico en una capital estigmatizada por la violencia. Aún así, Javkin dice que el combate contra la violencia ha dado resultados y que se atacó no sólo a los jefes de las organizaciones violentas, sino también a aquellos que han sido cómplices de ese accionar. Javkin concedió la siguiente entrevista a LA GACETA en la que se refirió a la baja de los índices delictivos, a la logística de la droga y a la necesidad de que la Argentina deje de ser “AMBAcentrista”, es decir, que no sólo mire las necesidad del Gran Buenos Aires.
-Sorprende la multiplicidad de ideologías en este Foro de intendentes de grandes urbes...
-Nosotros empezamos este camino en las ciudades que teníamos transportes urbanos, con las peleas por los subsidios. Nos propusimos seguir luchando y hubo un encuentro en Córdoba y luego en Rosario, a la que asistió el entonces ministro del Interior y hoy jefe de Gabinete, Guillermo Francos. De algún modo, decidimos dar un pasito más consolidando la institucionalidad federal que tiene la particularidad de ser de las ciudades del interior de la Argentina. La problemática de ese interior respecto de la del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) es muy diferente. El país sigue manteniendo un sesgo de concentración de la distribución de los recursos en el AMBA y, obviamente, la problemática del interior se torna cada vez más compleja.
-Usted ha definido que la Argentina debía dejar de ser “AMBAcentrista”…
-Y claro. El ejemplo más claro es la distribución centralizada de fondos: del 100% de lo que aportamos a la Nación desde nuestras ciudades, sólo vuelve el 5%. Esto lo vemos si tomamos IVA, más Ganancias y los impuestos a los combustibles, quizás la muestra más injusta porque la Nación se lleva 35% por litro para que no vuelva nada, o el impuesto al Cheque, o las retenciones en las provincias que estamos afectadas. Pero, a la vez, asumimos más funciones, no solo las del ABL (Alumbrado, Barrido y Limpieza), sino trabajos sociales, educativos en las salas de tres años, y varios programas de salud que tuvimos que absorber a partir del retiro de los nacionales. Y muchas obras vinculadas a la mitigación del cambio climático. Hay un sentido de urgencia en el gobierno local que en la Nación no se tiene. Y eso genera una desigualdad geográfica en la Argentina, claramente.
-Mientras tanto, el Gobierno nacional aumenta la presión para las Municipalidades reduzcan las tasas…
-Le queda cómodo discursivamente. Nosotros estamos de acuerdo. Entonces, que bajen el IVA, que eliminen las retenciones, que saquen el impuesto al Cheque. Mire si tenemos cargas tributarias para bajar. O, en todo caso, vayamos a un esquema de coparticipación inversa en el que las municipalidades recaudemos, como sucede en cualquier país federal del mundo. Y, en el peor de los casos, si no quisieran, distribuyamos las funciones. El gran problema es que hoy te plantean algo así: “hoy te tenés que ocupar de algo que hacía yo”. Pero yo me quedo con los recursos para financiar eso. Eso está pasando en la Argentina; cada vez te tiran más funciones para los niveles subnacionales y cada vez más la Nación se queda con esos recursos. Me pregunto: ¿dónde reparte esos recursos? ¿Dónde subsidia la luz, el gas o el boleto del colectivo? ¿Dónde se hacen las grandes autopistas de cinco o seis carriles? ¿Dónde la Nación ilumina? La respuesta es clara: en el AMBA. En el interior no cortan ni el pasto al costado de las rutas. Esa es la situación que estamos viviendo hoy.
-¿Cómo gestiona un intendente de una ciudad estigmatizada por el delito como Rosario?
-Rosario está saliendo de una situación que no era de Rosario. Ahí yo reivindico mucho el trabajo que estamos haciendo con la Nación, con la provincia y con el municipio. Fíjese que, en menos de un año, hemos logrado una reducción de la tasa de homicidios en un 70%. Cuando tiene un impacto muy rápido, ¿qué quiere decir? Y que antes había complicidad. Antes tenía 21 patrulleros en una ciudad con más de un millón de habitantes; hoy tengo 360. Había complicidad no invirtiendo. Estamos abriendo causas en la Justicia federal, donde surgen complicidades entre jefes narcos y funcionarios judiciales que compartían el contador en sus actividades económicas. Una muestra de hasta dónde ese problema llegaba. Estamos viendo cómo jefes de organismos nacionales junto a sectores de la justicia federal organizaban extorsiones. Y estamos en este momento en el juzgamiento de un juez federal que extorsionaba desde la función. Todo eso ha cambiado porque hay un acuerdo muy serio con el Operativo Bandera, con la Nación, con la provincia y con el municipio, en algo que tiene resultados muy claros, de recomponer el tejido social. Hoy Rosario es otra ciudad; empieza a ser otra ciudad. Y nos vamos sacando de encima ese sayo que también, y lo quiero decir, le queda muy cómodo a mucha gente. Cuando ahora usted ve que hay más delito en el conurbano bonaerense; de nuevo hay delitos graves en la Ciudad de Buenos Aires. Durante años parecía que los únicos que teníamos delitos éramos nosotros. Eso también tiene que ver cómo, a veces, funciona la Argentina.
-¿Quién se hace cargo del financiamiento del Operativo Bandera?
-Gran parte la provincia de Santa Fe; la Nación también hizo su aporte en materia de inteligencia criminal y el municipio en todo lo que tiene que ver con la seguridad pública. Nosotros tomamos intervenciones focalizadas en los barrios que tenían mayor nivel de delitos y eso nos han permitido reducir en un 80% el delito. Por ejemplo, en Tablada, Stella Maris o La Bombacha (barrios relacionados con la violencia). Muchas veces, ¿cómo se hace el trabajo? Abriendo calles, centro de tratamientos para adictos o recuperando los espacios públicos para que los chicos puedan hacer deportes. En toda esa acción urbana tiene un peso muy fuerte el municipio.
-¿El Operativo tiene fecha de vencimiento o continuará?
-Creo que, en realidad, el final es el funcionamiento correcto de los organismos. Ayer, por ejemplo, la noticia fue la de 480 toneladas de cocaína en un barco. Rosario no es una ciudad que tenga problemas con los rosarinos. Rosario está en un punto logístico en la Argentina de donde sale todo. Y, muchas veces, la falta de controles lleva a eso. No me imagino un final del programa, pero sí una idea donde, así como en el norte la Nación asuma mayores funciones de control, también lo haga en Rosario. Y no me imagino un final también en lo que tiene que ver con recomponer lo más profundo, el sentido de vida de nuestros chicos que son los que muchas veces caen en la economía del narco producto de su incertidumbre futura.
- ¿El puerto de Rosario se transformó en un punto clave del narcotráfico internacional?
-Nosotros tenemos desde Timbúes hasta Villa Constitución 60 kilómetros, en la que se incluye a Rosario, desde donde sale casi toda la producción argentina. Y en muchos casos se utilizan esas cargas para sacar drogas o realizar acciones de contrabando. Claro que sí, porque está concentrada la logística en la Argentina. Mire a Rosario y allí termina la ruta 11, la 34, la 33 y la mayoría de las rutas nacionales. Rosario es punto logístico de gente buena, laburante, pero también se concentran peligros. Es un lugar donde tenemos que ponerle tecnología y más controles porque derrama eso, muchas veces, mata a nuestros pibes. Lo que sí está muy claro es que, cuando se dejan de lado cuestiones teóricas, cuando se trabaja en serio con planificación e inteligencia criminal, con control en las redes, los resultados son rápidos. Y lo mismo tiene que suceder en el norte del país. En realidad, la droga que llega a Rosario no se produce allí, ni tampoco en la Argentina. Entra por redes, por el Este, por el Noroeste, y las poblaciones de esas zonas sufren el problema. Ese viejo camino real todavía sigue siendo el conducto de la logística en la Argentina para el delito. Y allí la Nación tiene que tener más presencia. Para decírselo más claro: es más lógico que tengamos un prefecto en Rosario y gendarme en el Norte que en Puerto Madero.
-¿Le preocupa que hayan aparecido nuevos grupos violentos en Rosario?
-En Rosario ha cambiado la intensidad, porque lo que tenemos ahora es que, cuando se encarcela a jefes de organizaciones más grandes, por debajo de esas organizaciones, tienden a tomar presencia en grupos más chicos. Naturalmente, si el delito muta, también lo hacen las organizaciones. Lo que hemos logrado es que las cárceles dejen de ser el home office del delito. Y eso sí que anarquiza el funcionamiento de estos grupos más grandes. Los jefes que estaban presos tenían más libertad para trabajar adentro que afuera. Y mandaban a matar, y organizaban los cobros. Hoy todo eso se ha cortado. Por eso, ha bajado mucho el delito violento, pero, por supuesto, se atomizan las bandas y es lo que debemos estar muy atentos ahora, con el surgimiento de nuevos grupos delictivos.
-¿Cómo vive un intendente que ha luchado contra el narcotráfico en una ciudad estigmatizada?
-Convencido de que no deben haber ciudades más lindas en la Argentina como Rosario. Cualquiera que hoy la visite, la podrá disfrutar. Convencido también de lo que sucedía en Rosario, como en otras zonas de la Argentina, tenía que ver con la desidia y la complicidad de las instancias nacionales y, en muchos casos provinciales, cosa que hoy no sucede. Y convencido también del carácter pujante de la ciudad. Somos el primer polo de distribución del acero; somos el departamento de la Argentina con más producto industrial per cápita; somos claramente el corazón de la producción agropecuaria y biotecnológica de la Argentina. Somos eso; no somos lo otro. Eso es lo que nos define. Y durante mucho tiempo fuimos la excusa para que muchos problemas de la Argentina, que suceden en otros lugares, no se vean.
-¿Cómo observa la reconfiguración política de la Argentina a través de la aparición de Javier Milei?
-Estamos convencidos, con este esfuerzo pluripartidario, que el problema que tenemos en frente es cómo hacer que el Estado funcione de acuerdo a lo que necesita el ciudadano. No es sostenible un esquema del que vimos en los últimos años en el que no te tapo un pozo, no te corto el césped al costado de la ruta, porque se está comiendo el capital de la infraestructura que por muchos años se construyó, y eso le va a traer problema. Si desinvierte en infraestructura agrega costos y eso hace menos competitivo al país. Este esfuerzo que hacemos con el Consejo Federal de Intendentes, más allá de las cuestiones electorales en cada una de nuestras ciudades, nos lleva a entender dos cosas: que la Argentina no se va a desarrollar, si no empieza a quitar esa lógica AMBAcentrista de distribución de recursos, porque tiene un país que consume en un lugar, pero produce en otro lugar. Y, cíclicamente, lo que le pasa es que descuida tanto el lugar donde se produce que baja la producción y no tiene cómo sostener lo que distribuye y esa es la historia de la Argentina. Luego vienen las devaluaciones y las crisis. Lo segundo que debemos entender es que no se puede pensar en un Estado eficiente sin la acción de los gobiernos locales.
-¿Es romper aquel axioma que dice que Dios está en todas partes, pero sólo atiende en Buenos Aires?
-El problema es que Buenos Aires vive de una vaca viva; quizás más adelante lo haga de una Vaca Muerta. Pero ahora vive de una vaca viva que, a veces, se cansa.