1. ¿Qué es el “carry trade?

Según el economista Miguel Palou, el lector argentino ya debería estar entrenado en la noción de “carry trade”, mal llamada “bicicleta financiera”. ¿De qué se trata? La versión argentina y sencilla consiste en shortear dólar -es decir, vender divisas- y, con los pesos obtenidos, “hacer tasa” mediante algún instrumento (por lo general LECAP, bonos CER o un plazo fijo); luego, tras un tiempo prudencial, volver a la moneda dura (recomprar dólares), esperando que la tasa de devaluación esté muy por debajo de la tasa de interés obtenida y así obtener ganancias en moneda fuerte.

2. ¿Cómo se ejecuta este tipo de operación?

Palou hace referencia a lo que sucedió durante los primeros meses del gobierno del presidente Javier Milei. “Cuando el dólar era cautivo para personas físicas y se accedía a sus versiones paralelas en $ 1.300, muchos prefirieron apostar a la estabilidad de la divisa. Vendieron sus U$S 1.000 a $ 1.300 (recibiendo $ 1.300.000) y los colocaron en licitaciones del Tesoro que ofrecían 5% efectivo mensual. La estrategia fue muy rentable porque, en lugar de subir, el dólar se depreció frente al peso”, ejemplifica. De esta manera, un “carry” de cuatro meses aseguraba un retorno en moneda dura de más del 35% e incluso superior si se optaba por acciones como instrumento de “carry”.

El dólar termina en calma y con aumento en las reservas

3. ¿Cómo funcionaría la inversión?

Palou señala que, en el primer paso de la operación, un ahorrista o inversor vende U$S 1.000 y por eso recibió $ 1.350.000 tomando el valor de referencia del dólar libre en el primer tramo de la actual gestión. El segundo paso es colocar ese dinero en plazo fijo a tres meses a un 10% de tasa en ese período. Así pudo haber obtenido $ 1.485.000. La operación se completa con el tercer paso: recomprar dólares a $ 1.350 por unidad. Pero por aquella inversión, el valor quedó en U$S 1.100. Hoy, el tipo de cambio real está en valores de 2017, y bajo un régimen de flotación administrada que prevé un tope de banda en $ 1.516 hacia diciembre, muchos se preguntan cuál es la mejor opción financiera, ya que parece lógico armar posición en dólares. El tema es si el Gobierno no va a un esquema de apreciación más fuerte, con todo lo malo que eso implica advierte el economista consultado por LA GACETA.

4. ¿Qué pasó con mis ahorros en los últimos años? ¿Cuál ha sido la proyección?

Me gusta empezar siempre comparando el largo plazo, plantea Palou. “Si tenías U$S 1.000 en 2005 bajo el colchón, hoy seguís con U$S 1.000: no invertiste, y la inflación de EEUU (65,4% en el período) devoró gran parte de tu poder adquisitivo. En otros términos, los U$S 1 000 de 2005 valen hoy un 65,4% menos en términos reales”, sostiene. Este dato, por lo general, queda exento en muchos análisis, pero no debería. “Para equiparar, la inflación en Argentina entre 2005 y 2025 fue de casi 90.000%, de modo que tener pesos sin más estrategia fue un suicidio literal”, puntualiza. ¿Te salvó el plazo fijo? “Si medimos en dólares, los pesos acumulados en un plazo fijo te alcanzarían hoy para recomprar solo U$S 311. Esto demuestra que el carry trade y las posiciones en pesos en Argentina son meramente especulativas y de muy corto plazo; no sirven para el largo plazo. Si pensás en pagar la universidad de tu hijo dentro de 25 años, y suponemos que “Argentina sigue siendo Argentina”, mantenerse en pesos claramente no es la opción”, remarca el economista.

5. ¿Qué sucedió con las inversiones tradicionales?

Las dos opciones tradicionales de ahorro del argentino promedio -dólar bajo el colchón y plazo fijo- no constituyen una cobertura ni una verdadera inversión a largo plazo, indica Palou. Por citar un instrumento más complejo: invertir U$S 1.000 en la IPO de Google en 2005 hoy valdría más de U$S 300 .000. A corto plazo, la Argentina ofrece escenarios de carry con frecuencia. La estrategia es arriesgada porque el peso está sujeto a volatilidad excesiva y el país es bimonetario por decisión unánime, completa el consultor.

6. ¿Cómo se perfila hoy esta estrategia?

Versiones. La brecha se extinguió por arbitraje y el tipo de cambio presionó a la baja, buscando el piso de la banda. En los primeros días posmedidas, el dólar minorista perforó $ 1.080 y el CCL rondó $ 1.100. Varios factores impulsaron la baja: insistencia del gobierno en un “régimen de peso fuerte”, especulación previa de liquidadores e importadores, aprobación de la entrada de capitales extranjeros, temporalidad de las retenciones y tasas en pesos atractivas que rozaron el 4,4% TEA (Tasa Efectiva Anual) en letras y notas del Tesoro. Con el dólar en $ 1.340, muchos vendieron especulando con la baja, lo que la aceleró. Lo más llamativo fue la orden de compra por U$S 500 millones que el Central colocó a $ 1.000 y que nunca se ejecutó, porque la demanda ocurrió en precios superiores, regresando el tipo de cambio a la zona de $ 1.200. El “sell-off” de dólares pasó a instrumentos en pesos, comprimiendo las tasas: de 4,4% TEA cayeron sustancialmente.  

7. ¿Cómo inciden las tasas?

Las tasas en el mercado secundario de letras son clave para el gobierno, ya que el stock de deuda en pesos se renueva a esos niveles. Su comportamiento da señales sobre la capacidad del Tesoro para roll-over de vencimientos, indica Palou. Hasta el viernes previo a la flexibilización, un dólar a $ 1.340 y una tasa de 4,4% mensual garantizaban en pesos un 42% más a diciembre (por encima de la inflación esperada), es decir, de $ 1.340 pasaba a $ 1.891 y, sabiendo que el dólar techo era $ 1.516, el negocio era el carry: ganabas seguro en dólares. Pero, ¿qué pasó luego? El consultor indica que, en estos primeros días de flexibilización, al bajar el dólar y subir la demanda de pesos, las tasas cedieron, y el negocio dejó de ser tan evidente. Con las tasas actuales para diciembre y un CCL de $ 1.200, si la divisa toca $ 1.516, perderías 3,57% en dólares; si baja a $ 1.080, ganarías más del 46%; y si se mantiene en $ 1.200, ganarías 22%. La cuenta que hace Palou es la siguiente: vendes U$ 1 a $ 1.200, colocás a tasa y a fin de año obtienes $ 1.465. Y → recompras a $ 1.516 y terminas adquirieron a U$S 0,966. “No hay ganancia asegurada: dependerá del tipo de cambio final. Ganar 46% en dólares en seis meses es tentador si se compara con un bono de EEUU que paga 4% anual”, puntualiza. “Que digo con esto -acota-, que el escenario es volátil en piso de banda el dólar se vuelve atractivo y en techo mas ofrecido. La tasa es la que termina definiendo el match”.

8. ¿El “carry trade”, drena reservas?

Salvo intervención en banda superior (como en El Salvador previo a la dolarización), la liquidación de dólares es entre privados, por lo que las reservas no se ven afectadas directamente. El riesgo real sería la entrada masiva de fondos especulativos -por ejemplo, U$S 40 millones que compran pesos, obtienen tasas y luego retiran reservas-; de ahí la medida macroprudencial determinada por el directorio que preside Santiago Bausili, que impide retirar inversiones en pesos hasta cumplidos seis meses. El carry no es “real money”: no financia producción ni empleo, solo especulación de corto plazo.

9. En definitiva, ¿dólar o plazo fijo?

Según Palou, lo esencial es el perfil del ahorrista y la tolerancia al riesgo. Un comerciante o empresario debe optimizar sus flujos según la moneda de sus insumos. A futuro, el tipo de cambio se moverá con la estacionalidad de los flujos: la liquidación del agro puede mantener el dólar ofrecido hasta junio, aunque el exportador busca un Tipo de Cambio cercano a la banda superior. Milei advierte que eso no ocurrirá y recomienda liquidar antes de julio, cuando vuelvan las retenciones. Para concluir: si el dólar fluctúa entre $ 1.200 y $ 1.250 a corto plazo, el carry aparece como alternativa para perfiles agresivos, siempre con disciplina y gestión de riesgo, finaliza el economista.

10. ¿Qué puede pasar con el dólar?

En los primeros tiempos de la flotación entre bandas, el dólar mayorista se desenvolvió con una tónica volátil y tendió al centro de las bandas. A las pocas ruedas, el dólar repuntó y recuperó la baja registrada desde el miércoles, finalizando casi en línea con la semana anterior ($ 1.174). Por ende, estuvo lejos de alcanzar el piso de la banda, al tiempo que el BCRA no intervino por segunda semana al hilo, indica Ecolatina. Dada la fluctuación reciente del dólar oficial, el “carry” se tornó menos obvio y seguro, lo que podría estar inclinando a que los importadores accedan en mayor medida al oficial. De todas formas, con las expectativas de devaluación contenidas, la curva en pesos se estabilizó y la curva de dólar futuro se mantiene dentro de las bandas de flotación, algo indispensable para el proceso de formación de precios, señala la consultora.

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Efecto del turismo exterior

La salida de divisas  a través del turismo en el exterior plantea interrogantes para la tercera fase del programa económico del Gobierno. Durante marzo, las reservas del BCRA bajaron U$S 3.131 millones. Concluyeron el mes en U$S 24.986 millones, antes de ser reforzadas por el arribo de divisas del FMI. Por décimo mes consecutivo, la cuenta corriente cambiaria cerró marzo con desequilibrio: un déficit de U$S 1.674 millones. Los déficits de cuenta corriente fueron el talón de Aquiles de muchos planes económicos. El rojo en la salida de divisas ya se consumió casi la totalidad del superávit conseguido en los primeros seis meses del gobierno de Javier Milei. Hasta mayo de 2024, cuando el pago de importaciones estaba calendarizado y el tipo de cambio vigente era alto, se había acumulado un superávit de U$S 12.123 millones. De allí en más, a raíz de los sucesivos saldos negativos que irrumpieron una vez que se fue normalizando el pago de importaciones y perdiendo competitividad cambiaria, se fueron U$S 11.655 millones. Buena parte de esta salida de divisas se explica por la perspectiva de “dólar barato” que vienen teniendo los argentinos desde hace meses. Esa mirada podría agravarse ahora tras la salida del cepo para individuos, con un dólar que se ubica por debajo de los $1.200. Eso hizo crecer el turismo hacia Miami, Brasil o Chile. Desde hace 10 meses salen del país más dólares de los que entran, una ecuación que complica a países como la Argentina.