Confiamos ciegamente en el frío. En medio de una histórica epidemia de dengue, que ya suma 40.000 casos y 11 muertes en la provincia, la esperanza está puesta en que bajen las temperaturas y desaparezca el mosquito transmisor de la enfermedad, el Aedes aegypti. Pero hay una mala noticia: este insecto ha demostrado una capacidad de adaptación sorprendente y ya los expertos no se animan a asegurar que el invierno tucumano pueda ponerle fin a los contagios.

Lo que sucedió durante 2023, además, no es una buena señal. El año pasado, el dengue rompió con la estacionalidad y demostró que ya no es una patología que se concentra en el período estival de altas temperaturas, sino que la transmisibilidad puede darse durante meses como julio. Esto no había ocurrido nunca. En agosto, las autoridades sanitarias dieron por terminada la epidemia. Volvieron a registrarse casos en diciembre.

¿Qué ocurrirá este año? Es un misterio. Según los especialistas, en los próximos días, cuando empiecen a bajar un poco las temperaturas, seguramente van a disminuir los contagios. Pero eso no significa que el brote de dengue terminó.

LA GACETA / FOTO DE DIEGO ÁRAOZ, José nuno y osvlado ripoll

Cristofer Brito, del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) señaló que todavía no se puede saber bien cómo vendrá el invierno. Por lo pronto, anticipó que este domingo ingresará un frente de aire frío, que se hará sentir sobre todo en el comienzo de mayo. “Estamos hablando de que posiblemente las temperaturas mínimas bajen de los 10° por primera vez en el año”, anticipó.

Pero luego, como es común en Tucumán, vamos a tener de vuelta días otoñales bastante cálidos. “Por debajo de los 15° se aletarga el comportamiento del Aedes. En días con esos registros el mosquito no va a picar; pero está, no se murió. Cuando sube de nuevo la temperatura, a 20° o más, se reactivan. Tiene que haber un frío sostenido de cinco días y con una temperatura mínima menor a 15 grados para que el mosquito, en estado adulto, vaya muriendo. El problema es que los huevos siguen y resisten el frío”, apuntó el virólogo Adrián Díaz.

Según el investigador, la mejor noticia para acabar con el Aedes sería tener los inviernos de antes, con temperaturas muy bajas durante varios días, algo que es difícil en el marco del cambio climático.

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La doctora María Julia Dantur Juri, investigadora del Conicet y la Fundación Miguel Lillo, explicó que todavía faltan algunas semanas de actividad del mosquito Aedes aegypti. “Hay factores que pueden afectar y condicionar esta situación. En general, en el invierno tucumano las formas adultas del mosquito, por temperaturas las bajas mantenidas en el tiempo, desaparecen. Y las formas inmaduras también, a excepción de los huevos. Pero con el cambio climático, el escenario se modifica. Habrá que ver qué pasa este año”, evaluó.

Por otro lado, la investigadora remarcó que en los días más frescos no disminuye el riesgo. “Debido a las fluctuaciones térmicas diarias y estacionales, al ser mosquitos domiciliarios, se mueven desde el exterior y hacia el interior de las viviendas, y viceversa, buscando personas de las cuales alimentarse. Los estudios muestran que el límite inferior para Aedes aegypti es de alrededor de 10°; por debajo de esta temperatura no sólo no pican; son incapaces de moverse y, por ende, de alimentarse”, especificó Dantur Juri. En los estudios llevados a cabo se observó que los Aedes se alimentan más rápido entre los 26° y los 35 °, y que el límite inferior de temperatura en el que dejan de picar son los 15°.

El contexto

Los últimos otoños tucumanos han estado entre los más cálidos que se hayan registrado. Y los inviernos mostraron temperaturas por encima de los valores normales. Por ejemplo, las míminas inferiores a los 5°C fueron pocas.

“El año pasado se detectó una extensión del periodo de actividad del vector de dengue, el Aedes aegypti, registrándose actividad reproductiva -es decir, puesta de huevos- hasta junio. Incluso se encontraron larvas en lugares poco frecuentes en agosto”, explica Giselle Rodríguez, perteneciente al Instituto Superior de Entomología (Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo de la UNT) y al Instituto Nacional de Medicina Tropical (Sede Tucumán).

¿Por qué el año pasado hubo casos de dengue hasta julio si supuestamente no se registraba actividad del mosquito en ese momento?, le preguntamos. “Si se tiene en cuenta el desfase de tiempo entre la puesta de huevos, la eclosión, y la infección y viremia en los mosquitos adultos, sumados al tiempo de infección y aparición de síntomas (viremia) en los humanos, no es extraño que los casos se corten tiempo después de la desaparición de la fase adulta transmisora del virus. Igualmente hay que recordar que si bien las larvas y los adultos suelen desaparecer con el frío y la sequía, los huevos permanecen en estado de resistencia por periodos prolongados, en ocasiones superiores a un año, siendo capaces de eclosionar cuando se presentan condiciones relativamente óptimas”, respondió.

Luego se refirió al invierno de 2023: el frío tardó en llegar, probablemente propiciando eclosiones de los huevos puestos durante cualquier momento de la temporada y permitiendo que las larvas que hayan quedado en los criaderos completen el ciclo. “Cuando las condiciones no son óptimas, ya sea por falta de alimento o por condiciones meteorológicas desfavorables, las larvas detienen su crecimiento reiniciándolo cuando se reestablece el contexto favorable. Además, habitualmente dentro de los hogares quedan criaderos manteniéndose un ciclo interno en estos ambientes cálidos. Todos estos factores pueden haber influido en qué se registren casos a pesar de que no se detectó la actividad del vector”, explicó.

¿Podría ocurrir en Tucumán lo que sucedió en algunas provincias del NEA, como Chaco, donde tuvieron transmisión sostenida del virus a lo largo del año, incluso en el invierno? “El frío ayuda a detener la actividad del mosquito y la tasa de replicación del virus. Acá en Tucumán, si bien se extendió el periodo de actividad el año pasado, todos los años previos registramos una actividad discontinua del vector. Habrá que ver qué pasa este año”, dijo la investigadora.

Nada parece previsible cuando se trata de Aedes aegypti. Para confirmarlo, Rodríguez cuenta un detalle: en 2023 se sorprendieron al hallar larvas del mosquito en pleno invierno en un pozo con agua, en la calle, con elevado contenido de materia orgánica.