escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsisDigital.com

A través de la munición implacable de la entrevista televisiva, la señora vicepresidenta Victoria Villarruel, La Cayetana (Álvarez de Toledo), desplaza por unas horas de la centralidad al señor presidente Javier Milei, El Psiquiátrico.
Pero a quien verdaderamente La Cayetana desplaza del imaginario es a La Doctora.
Obstinada en demostrar que, en la Argentina de las redes, es infinitamente más relevante ser vicepresidenta que presidente.
Probablemente Victoria piensa o desea que pronto va a conducir y que su amigo Javier va a acompañar.
Del mismo modo que condujo La Doctora.
Con el riesgo de reducir, al «Jamoncito», al rol secundario de Alberto, El Poeta Impopular.

“Es solo Milei, la hermana Karina y las redes sociales”

Asumirlo resulta estéticamente incómodo.
El blanqueo de las diferencias sustanciales entre Milei y Victoria deriva en el esclarecimiento necesario de la realidad.
Más aún, en materia de poder, en sinceramiento explícito.
Significa confirmar que Mauricio, El Ángel Exterminador, acertó al definir la “extensión del campo de dominio”. El fenómeno cultural que desconcierta.
Dijo: “Es solo Milei, la hermana Karina y las redes sociales”.
Sin incluir en la síntesis del precipitado balance al hegemónico pensador Santiago Caputo, El Discípulo del Equeco, estratega superior.
Tampoco al minucioso armador Nicolás Posse, El Premier del Silencio.
Y menos aún al sigiloso mediocampista Guillermo Francos, El Gentleman.
La reflexión honda de Mauricio refleja la magnitud impresionante de la declinación de la política encerrada entre los rigores elitistas de la casta.

Interpretación que magnifica la concepción intelectual de Milei.
Es el presidente teórico que impulsa en la práctica el delirio del anarcocapitalismo.
Inspirado, con ligereza conceptual, en los economistas tan subestimados de la escuela austriaca.

Lisas y rayadas

¿Cómo entrarle a Milei? ¿Por dónde? Los cuestionamientos por ahora lo fortalecen. Los errores continuos hasta lo enriquecen.
Milei desconcierta con frecuencia hasta a los ministros que viven hiperconectados.
Y sorprende a los opositores fuertes que dudan en mostrarse agresivos, concesivos o meramente vacilantes.
Los opositores fuertes desconocen la manera de tratarlo.
Los desorienta y sin embargo los atrae mientras, en simultáneo, los espanta.
En el juego de bochas los confunde. Les lanza una lisa y de inmediato una rayada.

La Doctora ensayó mostrarse suelta, radiantemente seductora durante la asunción (cuando ni siquiera quiso mirar al instrumento saliente, El Poeta Impopular).
Le sonreía. Curioseaba el bastón. Como la especulativa soñadora que espera extraños brotes de fantasía.
Que sin ir más lejos el nuevo presidente ordene la casa que el peronismo le entrega estropeada, convertida en el calvario de un desastre.
Para que se encargue del trabajo sucio del ajuste. Para facilitar, después de estrellarse, el retorno salvador del peronismo cíclico.
La Doctora debe estar seguramente convencida que, para los intereses sectoriales del movimiento peronista detonado, resulta indispensable que a Milei -Dios no lo permita- le vaya mal.
“Que se caiga, de ser posible, ayer”.

Al contrario, Mauricio, El Ángel Exterminador, mantiene con Milei el enigma del aliado que avanza mientras cautelosamente retrocede.
La faena del Ángel es más compleja. En trazo grueso, se encuentra jugado a la suerte de Milei. Y lo que es peor, lo sabe.
Como sabe que el razonamiento es compartido por los observadores atinados del oficio.
“Si Milei se estrella, detrás de Milei cae la potencialidad del macrismo”.

Templos de la política sagrada

Quien por experiencia entiende de qué se trata el juego es la señora Patricia Bullrich, Pequeña Langosta.
Por una miserable derrota Bullrich pasó de ser competidora de Milei para la presidencia a jurar ante Milei por Dios y por la Patria como ministra de Seguridad.
Para reproducir el primer conflicto de envergadura de El Psiquiátrico con La Cayetana.
En diversos templos televisivos de la sagrada política, Milei había anunciado que su compañera no iba a estar solo para animar las funciones de la Pajarera del Senado. Iba a confiarle los temas que manejaba. Defensa, Inteligencia y Seguridad.
Para entregarle repentinamente el quilombo de Seguridad a Pequeña Langosta.
Y el paquete irrisorio de la Defensa a Luis Petri, El Carucha, el escudero en la campaña.
La circunstancia marcó el inicio de la prematura confrontación del presidente con la vice.
Hasta hoy prácticamente nadie indagó aún sobre el origen del conflicto.
Según nuestras fuentes, tradicionalmente equivocadas, el diferendo se intensificó después del llamado telefónico al celular personal de Milei.
Justamente lo felicitaban desde la alta diplomacia norteamericana. “Vicky” les había anunciado la identidad del próximo Señor 5 de la AFI.
Consta que en el Departamento de Estado lo aprobaban. Más aún, con fervoroso entusiasmo.
“Es muy confiable para Estados Unidos, congratulaciones”, le dijeron.
Pero infortunadamente Miguel Ángel Toma, Robert Mitchum, no juró.
“El espionaje es territorio de Posse. Que quede claro”.

Final con Lijo

En silencio, la señora Elisa Carrió, La Bien Pagá, conduce lo escaso que le queda de los cuadros de la estancada Coalición Cívica.
Ya casi ni le queda el espacio reservado para los reportajes de impacto que la sostenían.
El estancamiento ya supera la instancia de la declinación. Deriva en fatalidad.

Por suerte surge Milei para rescatarla de la parsimonia del retiro. Y le tira una cuerda. La artesanía para inventar temas de agenda es eficaz.
De pronto El Psiquiátrico saca otro conejo reluciente de la galera y vuelve a sorprender a la hinchada con la nominación del doctor Ariel Lijo para la Corte.

Se trata exactamente del juez federal que Carrió lo mantiene apuntado.
Invariablemente, gracias a Milei tendrá que recurrir a las garras gastadas.

Como complemento del trago fuerte del doctor Lijo, o para atenuar los efectos involuntarios, Milei designa también, para la Corte, al honorable doctor García-Mansilla. Para cuando el desairado doctor Juan Carlos Maqueda sople con la señora Belén las velitas del 75 aniversario. Y se lo despida.
La interpretación profesional, con rigurosa unanimidad, apunta hacia otra gran superproducción artística y judicial del doctor Ricardo Lorenzetti, El Mito.
En principio, por la complicidad de El Mito con el juez Lijo, oficialmente presentada como amistad inquebrantable.
Pero en especial para humillar al ex amigo Maqueda. A quien se le marcan los límites del juego, nueve meses antes del cumple feliz.

Corresponde magnificar, para cerrar el despacho, la catarata de agravios extraordinarios que se le estampan al relativo prestigio del doctor Lijo.
La colección de críticos enemistados es cuantiosamente formidable. Fueron conquistados en 20 años de ejercicio insalubre en el ramo Federal.
“Le tiran tantos dardos al rostro de Lijo que ya comienza a resultarme simpático”.