Un grupo integrado por investigadores del Conicet NOA Sur (de las universidades nacionales de Tucumán y de Santiago del Estero) creó un sensor electroquímico portátil que utiliza nanopartículas de oro para analizar la presencia de arsénico en el agua de manera precisa y eficiente. Y esto es importantísimo para Argentina: en nuestro país, la problemática de este mineral en el agua afecta a millones de personas, especialmente en la región de la llanura Chaco-Pampeana. Esto podría ser la solución a un gran problema de salud pública.

El consumo prolongado de agua contaminada con este mineral tóxico -advierten fuentes del Conicet en un comunicado de la institución- puede causar graves enfermedades, como el hidroarsenicismo crónico regional endémico (Hacre), y aumentar el riesgo de cáncer de piel y otros órganos.

Por esta razón la normativa argentina redujo el límite máximo permitido de arsénico en el agua de 50 partes por 1.000 a 10 partes por 1.000, siguiendo las pautas de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Cómo funciona

El dispositivo está constituido por una superficie -como una chapita- impresa con tinta de grafito, que es un mineral procedente del carbono. Esa superficie de grafito se modifica, a su vez, con un biopolímero -material biodegradable, no toxico, que actualmente se encuentra en auge debido a las propiedades biológicas y químicas que presenta; en este desarrollo, en particular, obtenido de esqueletos de crustáceos- y nanopartículas de oro, microscópicas, para determinar la cantidad del compuesto presente en el agua.

Con esta tecnología se puede analizar, de manera sencilla y rápida, pozos de agua en zonas rurales con ciertas ventajas sobre otros métodos tradicionales, ya que se obtiene un resultado de gran precisión del nivel de arsénico localizado en las muestras. “Santiago del Estero, Salta, Chaco y Tucumán forman parte del grupo de provincias más afectadas por la presencia de arsénico en aguas subterráneas, que son utilizadas como fuentes para consumo humano”, explica Verónica Paz Zanini, investigadora del Instituto de Bionanotecnología del Noa (Inbionatec, Conicet-UNT) y quien lidera el equipo que desarrolló este dispositivo. “La capacidad analítica disponible de aquellos laboratorios que cuentan con tecnologías para la determinación de arsénico en las muestras a niveles de 10 partes por millón, está concentrada en un 66% repartido entre Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba”, agrega, para demostrar lo beneficioso de este estudio para el norte del país.

Ventajas

Las tecnologías que se utilizan en el resto del país son caras en adquisición, funcionamiento y mantenimiento, y es imposible hacerlas portátiles. Y ahí viene lo diferencial de lo creado por los investigadores del Conicet. “La tecnología que proponemos puede ser utilizada para determinaciones in situ; cuenta con elevada sensibilidad analítica; es de bajo costo y fácil utilización; y no requiere de personal altamente calificado”, destaca Paz Zanini.

Y esa no es la única ventaja. La experta expresa que la posibilidad de contar con dispositivos electroquímicos portables permite ampliar las zonas de análisis, examinar un mayor volumen de muestras y lograr una vigilancia ambiental más certera de las regiones afectadas, posibilitando la detección temprana del contaminante y su consecuente tratamiento.