Los objetos voladores no identificados (ovnis) son un tema recurrente a lo largo de la historia y los avistamientos se producen en todo el planeta aunque siguen siendo una incógnita. Mientras en la década de 1950 las observaciones crecieron a nivel mundial y en especial en los Estados Unidos, donde desde los hechos de Roswell en 1947 los avistamientos y contactos crecieron fuertemente. En la siguiente década, Tucumán se incorporó a esa ola con una mayor cantidad de avistamiento de esos objetos. Si el Caso Trancas fue emblemático e instaló en el escenario mundial a nuestra provincia, hubo otros durante la década de 1960 que merecen ser recordados.

En febrero de 1963 se presentó en nuestras páginas el caso de las huellas encontradas en Cañada de Alzogaray. Según la crónica de Arturo Alvarez Sosa, periodista con una larga carrera en LA GACETA, llegó a la redacción Ricardo López, “un hombre de campo que parcamente me explicó que en un callejón de su finca en Cañada de Alzogaray, distante 18 kilómetros de esta ciudad, había una extraña huella en la maleza”. Bastó sólo esa declaración para hacer picar la curiosidad del periodista. “La huella en cuestión consistía en dos anillos de 3 metros y medio de diámetro aproximadamente, 0,35 metros de ancho, separados por una distancia de 0,40 metros”. Además se indicaba que en la zona “se notaba una mayor intensidad del efecto destructor sobre la maleza” y agregaba que “la hierba había sido dañada con destrucción de raíces hasta una profundidad de 10 centímetros”. Cabe destacar que al cronista lo acompañaba su amigo, el licenciado en física Orlando Bravo. Otro dato interesante aportado por el trabajo del equipo fue que “la destrucción de la hierba parecía que había sido sometida a un proceso de desecación a elevada temperatura (más de 2.000 grados) sin alcanzar la combustión”.

EN FEBRERO DE 1963. Los hermanos López informan a nuestros periodistas sobre los rastros encontrados allí.

Ceniza blanquecina

Además había una ceniza blanquecina. Las huellas, de acuerdo al relato, parecían que habían sido hechas como un “molde en forma de 8” y que no había “rastro de fuego en los alrededores”. La finca era propiedad de los hermanos Ricardo, Rosauro y Víctor López, quienes no habían ido a la zona del hallazgo desde las fiestas de fin de año, o sea más de un mes, y parecía que la huella había sido realizada 15 días antes de su descubrimiento. Acerca de qué causó la marca, se hicieron una serie de elucubraciones pero ninguna satisfactoria y hasta se pensó en una historia “armada” por los propietarios, lo cual también fue descartado.

OTRO OVNI. La ausencia de fotos de las observaciones obligaba a la realización de dibujos explicativos.

Hoy con 88 años, el periodista, escritor y poeta, que fue secretario de Redacción de LA GACETA, dijo que “nunca en mi vida vi ningún objeto extraño en el cielo”. Por entonces se desempeñaba como periodista en Casa de Gobierno aunque siempre estuvo interesado en estos temas inexplicables o extraños.

En Trancas

Álvarez Sosa hizo la cobertura del Caso Trancas, en octubre de 1963, y cuenta que “a la estación del tren llegó un cable anunciando lo ocurrido en Trancas. El dato llegó a la Redacción y se decidió la cobertura del hecho. Salimos en la camioneta del diario junto al fotógrafo y al periodista Ventura Murga”. Murga por entonces era jefe de Sección y luego se desempeñó como secretario general de Redacción. Según Álvarez Sosa, “Ventura me dijo que iba con nosotros porque no confiaba en lo que decía, que creía que había mucha fantasía. No quería que escribiera macanas”. Quizás tras la cobertura de los hechos de Trancas convenció a Murga de la seriedad del trabajo. Al respecto, Álvarez Sosa levantó sus hombros y sonrió diciendo que “después seguí con mis coberturas sobre el tema y años después preparé una serie de artículos sobre los ovnis”.

AVISTAJE EN CORDOBA. Una familia tucumana vio por varias horas un plato volador sobrevolando las sierras.

Crónicas de ovni

Durante febrero de 1969 y a lo largo de 20 entregas diarias se presentaron casos emblemáticos del tema. “Los platos voladores son, seguramente, el tema que más apasiona a nuestra generación y por ello LA GACETA encomendó al periodista Alvarez Sosa, un viejo observador del problema, que redacte un detallado informe sobre el intrigante misterio”. Con estas palabras se presentó aquel legendario trabajo. La idea era repasar los casos más emblemáticos tanto en la provincia como en el país y en el mundo.

Uno de los casos presentados fue el del vuelo de un objeto verdoso por la zona de Viila Nougués el 4 de febrero de 1969. El extraordinario vuelo comenzó siendo observado poco después de las 21 por una niña en Tafí del Valle; luego pasó por Villa Nougués siguió hacia San Javier para luego doblar ligeramente hacia el este y seguir hacia el norte por la ruta nacional 9. Varios testigos permitieron reconstruir el recorrido de la nave.

En Las Estancias

Otro de los casos informados ocurrió en la mañana del 31 de enero de 1969 en la localidad catamarqueña de Las Estancias. “Me encontraba en el fondo de mi casa junto a mi señora y uno de mis hijos disfrutando de la vista que nos ofrecía la naturaleza, ayudados de unos prismáticos. De pronto, oigo que mi hijo grita al mismo tiempo que señala un objeto que a simple vista parecía un avión. Dirigí los prismáticos, enfoqué un objeto alargado plateado, como si se tratara de un vagón de coche motor, con aberturas cuadradas que parecían ventanillas: no tenía alas, no hacía ruido y se desplazaba sin dejar rastros”, relató el ingeniero tucumano Marcelo Carlos Sobrevilla. Agregó que “volaba a una altura moderada, unos 2.000 metros, y estaba a una distancia de 4.000 metros”. El ingeniero cerró el relato diciendo que “de pronto se perdió de vista en medio de una neblina formada por el mismo aparato”.

DESCRIPCIÓN GRÁFICA. La imagen permitió e nuestros lectores ver en desarrollo del ovni de Characato.

La quinta crónica de la serie fue dedicada a las dos noches del 19 y 30 julio de 1952 cuando formaciones de ocho ovnis sobrevolaron la Casa Blanca y eludieron el accionar defensivo de los aviones de la fuerza aérea norteamericana. También fue relatado el caso de un boy scout canadiense que se quemó al estar cerca de la zona de aterrizaje de una nave.

Characato

Otro caso extraordinario le ocurrió a una familia tucumana en la zona serrana de Córdoba, cuando estaban en la localidad de Characato. “Sabían que los estábamos mirando y con suma picardía, porque se ve que son muy inteligentes, fueron haciendo elevar el OVNI en forma casi imperceptible, con una oscilación intermitente que se manifestaba por el movimiento de péndulo del cono de luz que proyectaba sobre la zona”. Este fue el relato de Arturo Benjamín Torres y su tía Guillermina Abrehu de Ardiles. El hecho ocurrió en la noche del 10 de febrero de 1969 en la localidad distante 35 kilómetros de La Falda. Ambos declarantes estaban junto a Nelly Lucía Abrehu de Díaz y su hijo Gustavo, de 14 años, y vieron la nave durante unas horas a partir de las 21.40.

La colección de historias fue cerrada con alguna información de avistamientos y dejaba en claro que por aquellos años las observaciones dejaron de ser tomadas como cuestión irrelevante.