El bruxismo es el término utilizado para referir al rechinamiento de los dientes. Mariela Leoni Herrero, licenciada en Kinesiología y Fisiatría con Master en Gerontología Clínica, y docente de la carrera en la Fundación Barceló explicó las complejidades de este trastorno que afecta a cinco de cada 10 personas, en un comunicado de prensa difundido por la fundación.
“El impacto de la función masticatoria alterada con dolor en la autoimagen, salud y bienestar está claramente demostrado -afirma la especialista-. La complejidad de este conjunto es un desafío constante no solo para quien las padece, sino que incluye la familia, los profesionales de la salud e investigadores del tema”.
Agrega que hay estudios que demuestran que los trastornos temporomandibulares involucran múltiples sistemas del cuerpo. La relación es con el sistema digestivo, respiratorio, endocrino, músculo esquelético, neurológico, cardiovascular y hasta inmunológico, donde se forma un circuito de, muchas veces, inicio y persistencia de dolor que puede transformarse en crónico. Pero también se pueden presentar afecciones no dolorosas en otras partes del cuerpo.
Se denomina Sistema Estomatognático a esta unidad con forma y función integrada y coordinada; que está formada por todo un conjunto de estructuras óseas, musculares, vasculares, nerviosas, glandulares, dentales y articulares, en la que se incluye la articulación temporomandibular.
Causas
En cuanto a las causas del dolor, clásicamente se han descripto causas locales como malas oclusiones, tratamientos de ortodoncia, desarmonías oclusales, pérdida de dientes, masticación unilateral, hábitos como el bruxismo o posturas nocivas. También hay causas generales como enfermedades sistémicas, trastornos del sueño e inclusive factores genéticos.
Se acepta la idea de que el origen de los trastornos temporomandibulares es multifactorial y se destaca un factor psicológico social desencadenante o agravante: el estrés.
El estrés es una respuesta fisiológica, psicológica y de comportamiento para adaptarse y reajustarse a presiones tanto internas como externas. Es la adaptación a la demanda del ambiente, a la exposición a estresores ambientales.
Variaciones
Por eso, el bruxismo varía de persona a persona. Es una actividad involuntaria de la musculatura de la mandíbula; son contracciones fuertes, a veces rítmicas, manifestados a través del rechinar de los dientes. Incluso se puede producir estando despierto o dormido.
Como el bruxismo puede ser una expresión emocional, postural o incluso laboral, se debe tratar al paciente en su integralidad.
Se han llevado a cabo muchos estudios en los que se utilizan aparatos ortopédicos intraorales (férulas oclusales) para aliviar los síntomas de dolor en músculos y articulaciones de la mandíbula. No obstante, este tratamiento puede no ser suficiente.
Terapias
El distress es una subclase de estrés que requiere del reconocimiento cognitivo de la situación. El reconocimiento y evocación de una situación que pueda ser aversiva para el organismo, una interpretación que es personal y contextual y que exige una evaluación de la capacidad de afrontamiento. “Sobre esta concepción, la kinesiología aborda el bruxismo y una de las herramientas que utiliza es la Terapia Cráneo Sacra, con técnicas de corrección y normalización, manipulaciones intrabucales y técnicas de liberación somato emocional que ayudan a la liberación del estrés y la ansiedad”, explicó Leoni Herrero. También se implementan técnicas de relajación y respiración.
“Se asume que el dolor y su asociación con la discapacidad son el resultado de interacciones dinámicas entre factores fisiológicos, psicológicos y sociales que pueden mantener y amplificar dolor y discapacidad. Por eso, la kinesiología se apoya en un modelo biopsicosocial que es interdisciplinario para enfocarse en la salud y el bienestar total de la persona. En este aspecto, los programas de ejercicio de acondicionamiento aeróbico pueden ser útiles tanto para mejorar la función como para reducir el dolor”, concluye la especialista.