Silvia Bulla: “Educación es el camino para salir de la pobreza”

Silvia Bulla: “Educación es el camino para salir de la pobreza”

La presidenta de ACDE sostiene que la sinergia entre el sector público y la actividad privada puede cambiar la crisis que vive la Argentina.

RECAMBIO INSTITUCIONAL. Silvia Bulla reemplazo a Gonzalo Tanoira en la conducción de ACDE. captura de video RECAMBIO INSTITUCIONAL. Silvia Bulla reemplazo a Gonzalo Tanoira en la conducción de ACDE. captura de video

Las estadísticas reflejan los fríos números de una realidad socioeconómica candente en la Argentina que no encuentra rumbo económico. Si en el país no existieran los planes sociales del Estado, la mitad de la población se encontraría sumida en aquella pobreza medida por ingresos. Sin embargo, el problema es más profundo que las estadísticas, advierte Silvia Bulla, especialista en la materia, y recientemente elegida presidenta de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE). Si bien se licenció en Estadística en la Universidad Nacional de Rosario, su carrera profesional la fue orientando hacia la gestión de personas en las organizaciones. Por lo tanto, conoce el core de las preocupaciones cotidiana de los trabajadores. Desde esa perspectiva, Bulla no tiene dudas de que “la educación es el camino para salir de la pobreza” y, por esa razón, los distintos sectores de la sociedad deben propender a encontrar las soluciones conjuntas para ayudar a aquellos que hoy no tienen la posibilidad de subirse a la movilidad social ascendente. Esta es la entrevista que Bulla concedió, vía zoom, a LA GACETA.

-¿Cuáles son sus expectativas para la conducción de ACDE?

-En sus 70 años de existencia, la asociación consolidó su red de filiales en toda la Argentina. Mi expectativa es acompañar el momento del país con una contribución de ACDE con el fin de hallar las soluciones que se reclaman. Sabemos los desafíos que tenemos; somos conscientes de la situación que se vive en la Argentina, que nos duele, pero tenemos esperanzas hacia un futuro. Nos preocupa la situación, pero estamos en acción. Somos un grupo de ejecutivos, emprendedores, profesionales y empresarios, mayoritariamente católicos, pero también con integrantes que son de otros cultos que participan plenamente. ¿Qué es entonces lo que esperamos de todos? Sencillamente que esta realidad que se nos presenta también constituye una oportunidad de iluminarla con valores cristianos y con el pensamiento de la doctrina social de la Iglesia. En este momento que nos duele, en esta realidad desafiante que se nos presenta, los liderazgos son importantes.

-¿Cómo concilia las estadísticas con la gestión de capital humano a partir de su experiencia en distintas posiciones?

-Mi formación es en esa disciplina, pero también continué con el Management y la formación de capital humano. Soy coach; presidí DuPont Argentina; hoy estoy en la conducción de Danisco Argentina y, además, soy directora de Recursos Humanos para LATAM en International Flavors and Fragrances. Con esa experiencia, conozco la realidad del mundo del trabajo y los desafíos que tienen las empresas para operar en la Argentina para hacerlas crecer. Creo que para liderarlas es fundamental una impronta cristina.

-¿Cómo hace para que los valores del cristianismo lleguen al mundo empresarial?

-Indudablemente, soy una convencida de que el liderazgo debe estar basado en valores. Y si tuviera que destacar algunos, me inclinaría por dos: la integridad y la idoneidad. Creo que ambos son pilares fundamentales arraigados en nosotros, como así también la doctrina social de la Iglesia, el pensamiento humanístico centrado en el hombre. Los negocios, las finanzas y el hacer cotidiano tienen como único sentido el desarrollo del ser humano. Y, si lo conjugamos con la realidad del país, tiene que ver con el trabajo de calidad y con el acompañamiento a los emprendedores. Ese es el camino que la Argentina necesita para poder prosperar.

-En general, ¿el empresario toma decisiones más racionales que emocionales o es un mix?

-Creo que hay tantos empresarios como miradas empresariales, de la misma manera que existe en otros ámbitos, como en la política para mencionar uno. Esas miradas no tendrían que ser excluyentes, sino que también deberían apuntar al quehacer del empresario, como las que se realizaron en tiempos de Covid-19 como la “Seamos uno”, con la que se recolectó un millón de cajas de alimentos. Esa es una demostración de lo que pueden dar los empresarios y las empresas. Es la vocación del empresario o como lo llama el Papa Francisco “la noble vocación”. La asemeja a la parábola del Buen Pastor, aquel que pierde una oveja, sale a buscarla; se encuentra con el rebaño y las llama a cada una por su nombre. Esa parábola que el Papa propicia es la que aspiramos a tener dentro de la asociación y nos gustaría impregnarla en el empresariado argentino.

-¿La tecnología es un complemento en esta nueva realidad del mundo empresarial y, particularmente, laboral?

-Quiero pensarlo de esa manera. A la larga, la tecnología contribuye a que podamos a hacer algunas cosas con menor demanda de esfuerzo físico para las personas. Además, esas personas pueden utilizarla para llegar a resultados intelectuales mucho más rápidos que lo habitual y hasta desafiarse intelectualmente. La tecnología está en cualquier faceta de nuestras vidas. Se puede entrenar para sacar lo mejor de un trabajador y no necesariamente se convierta en una enemiga. Es una realidad que uno puede desafiarla. Nadie hoy vive como antes; nos invade. Por ejemplo, esta transmisión de zoom no podría reunirnos sin la tecnología, que nos une aún estando en lugares más distantes los unos de los otros y en el mismo momento. En consecuencia, soy de la idea de que hay que amigarse con la tecnología y, desde el punto de vista del empresariado significa poder avanzar más y viajar menos, haciendo incluso un trabajo más eficiente y permitiendo que las personas crezcan en un entorno de trabajo desafiante.

-Le enumero algunas estadísticas: en la Argentina tenemos que casi el 40% de la población está en situación de pobreza; seis de cada 10 niños y adolescentes son pobres y también vivimos en un papis con 150% de velocidad inflacionaria. ¿Qué le dicen todas estas cifras?

-Es una realidad que nos avergüenza. En nuestro caso somos personas que, por llamarla de alguna manera, estamos en una situación de privilegio, y no somos parte de esos números. Sin embargo, nos interpela a hacer algo distinto para que esa parte de la sociedad mejore y salga de esa situación. Desde ACDE hemos decidido enfocarnos más en la educación, que es un camino para salir de la pobreza. La educación de mala calidad genera un círculo que solo trae más pobreza. Hay que cambiar ese paradigma en una sociedad de conocimiento que insume más educación. Y esa educación hay que convertirla luego en trabajo. Sabemos hoy que los chicos con título de la secundaria puede aspirar a insertarse en un puesto remunerado y en blanco. Eso cambia realidades familiares. Debemos empezar por la base, como estamos haciendo desde ACDE con una campaña para que los chicos puedan comprender más lo que leen. No hay que pensar tanto en que egresen en tiempo forma tan sólo. También hay que atacar las causas de ese problema educativo desde la raíz. Mirando los números, la probabilidad de que un chico de un hogar con necesidades básicas insatisfechas termine la secundaria es mucho más bajo que otros casos en los que, por ejemplo, tienen la dosis alimentaria suficiente. Es una cancha desnivelada que no favorece la inserción educativa. Esto requiere una sinergía entre sector público y actividad privada. Por eso desde ACDE nos enfocamos en la educación, como algo relevante que hay que ponerlo en la mesa de debate, porque nos toca a todos. Si no hacemos un cambio radical en el tema educativo, no alcanzaremos los objetivos en otros ámbitos como el político, el económico y, naturalmente, el social.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios