8M: no nos feliciten

Mañana, miércoles 8 de marzo, se conmemora en todo el mundo el Día Internacional de la Mujer trabajadora. Van a escribirse miles de artículos sobre lo que sucedió el 25 de marzo de 1911 cuando 123 jóvenes trabajadoras y 23 trabajadores murieron en el trágico incendio de la fábrica Triangle Shirtwaist en Nueva York. Tal como sucedió en Cromañón las puertas de emergencia habían sido cerradas y muchas de ellas no pudieron abandonar el edificio.

Sin embargo, la primera conmemoración en honor a las mujeres trabajadoras surgió en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza. El 19 de marzo de 1911 millones de mujeres salieron a las calles a pedir el derecho a voto, al trabajo, a la formación profesional y a la discriminación laboral. Nacía así, el “Día Internacional de la Mujer Trabajadora” que se instituyó a través de la Organización de las Naciones Unidas recién en 1975. El movimiento femenino que creció durante décadas y se visibilizó mundialmente en las últimas dos décadas de este siglo tuvo siempre la impronta de “lucha”, de búsqueda de mayores derechos e igualdad de oportunidades para el género femenino.

Una de las marchas más convocantes se dio en Estados Unidos, en 1909, cuando miles de mujeres sociales marcharon en Chicago y Nueva York pidiendo mejores salarios y derecho al voto y también en 1910, en algunas naciones de Europa, donde lograron acceder a la Enseñanza Superior.

En Argentina, en septiembre de 1947, durante el gobierno del presidente Juan Domingo Perón, se promulgó la Ley 13.010 que instituyó el voto femenino. Las mujeres pudimos ejercer el derecho al voto en 1951, en noviembre, cuando se realizaron las elecciones presidenciales por las cuales Juan Domingo Perón resultó electo para su segunda presidencia. Ese día miles de mujeres, el 90% del padrón femenino, concurrieron por primera vez a ejercer su derecho al voto. La postergación de la mujer en numerosas áreas tiene fechas y se cuantifica con cifras exactas.

Con el paso de los años esta fecha comenzó a taparse de polvo e incluso a frivolizarse con frases superfluas como que la mujer es una “flor”, “madre innegable” y “amorosa”. Comenzó a ser muy común –especialmente por parte de las empresas- enviar regalos: un ramo de flores o bombones. El motivo verdadero de esta conmemoración se desintegró en el tiempo a pesar de que cientos de mujeres reclamaban mayor equidad y, en Argentina, nacía el movimiento #NiUnaMenos en 2015.

El 8 de marzo del 2017 un grupo de mujeres tuvo una idea: ¿Qué pasaría si por un día no trabajamos, no cuidamos a nadie, no nos hacemos cargo de las tareas domésticas? Se realizó así el Primer Paro Internacional de Mujeres. La iniciativa, llevada adelante por distintas organizaciones de mujeres de más de 50 países, tuvo como principal objetivo la idea de visibilizar la violencia machista que siguen ejerciendo los hombres, atravesados por el patriarcado, en los distintos aspectos de la vida tanto laboral como social y personal. Esto se debe a que las agresiones -sexuales, sociales, culturales, políticas y económicas- son todavía recurrentes y una de las principales problemáticas que sufren las mujeres en todo el mundo.

¿Por qué, entonces, no se “festeja” nada? El 8M está expresamente unido a la lucha de mujeres, los feminismos y la violencia ejercida por el sistema patriarcal a lo largo del tiempo.

En el discurso de inauguración de las sesiones legislativas el presidente Alberto Fernández brindó un único anuncio para reducir la brecha de género –lejos, lejísimo- de las necesidades de nuestra sociedad. La asamblea del 1 de marzo ya era histórica porque estaba presidida por un trío de mujeres: Cristina Fernández de Kirchner, Claudia Abdala y Cecilia Moreau. Sin embargo, el Presidente anunció el lanzamiento “Constructoras”, un programa nacional de formación en oficios relacionados con la construcción orientado a mujeres y diversidades.

Si bien el programa Constructoras -que capacita a mujeres en un rubro que es de los que más movilizan la economía y que emplea en un 95,7 % a varones- es una política valiosa, no es ni suficiente ni la más urgente.

“El Presidente no hizo mención al proyecto de ley de creación de un Sistema Integral de Cuidados, una promesa del 1 de marzo del año pasado, enviado al Congreso en mayo y con pocas –sino ninguna- perspectiva de ser tratado en el recinto. Sólo hizo referencia al tema al hablar del sector previsional, en relación con el Reconocimiento de Aportes por Tareas de Cuidado, que ‘permitió el acceso a 260.000 mujeres, que pudieron computar aportes previsionales por sus hijas e hijos y acceder por derecho propio a su jubilación’ ”, escribió la periodista y feminista Ingrid Beck.

En su discurso, el Presidente contó algunas historias de vida de madres solteras y trabajadoras que dijeron mucho más que los anuncios vinculados con la agenda de géneros. “Las demandas feministas, en años anteriores puestas en valor, hoy quedaron desdibujadas. Con un Congreso que, salvo excepcionalmente, no acuerda ningún proyecto, la promesa de ‘volver mujeres’ y de ‘tirar el patriarcado’ parece haber quedado sólo en manos de las mujeres”, analizó la periodista.

¿Por qué no se celebra nada? Porque a nivel nacional se pide a gritos y desde hace tiempo la Emergencia Nacional contra la violencia de género. Porque en lo que va de este año se contabilizan ya 39 femicidios y 93 intentos (según el Observatorio Nacional MuMaLá “Mujeres, Disidencias, Derechos”) Es decir que ocurre un femicidio cada 36 horas. 26 niños, niñas y adolescentes se quedaron sin madres. En Tucumán se registraron 2 femicidios y 5 intentos de femicidios en el mismo período –hasta el 27 de febrero-.

¿Por qué no festejamos? Porque el 8M tiene que recordarnos que todavía queda mucho por hacer en el mundo para poder alcanzar la tan deseada igualdad de oportunidades. Por eso, mañana, no nos feliciten ni regalen flores. Únanse a nuestro reclamo con acciones concretas, para un mundo con mayor igualdad de oportunidades para todos.

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