Cartas de lectores: Curanderismo
13 Noviembre 2022

Trataremos de hacer, si se me permite, algunas reflexiones sobre una reciente carta del lector Francisco Amable Díaz en la que el mismo parece añorar, y defiende, la vieja práctica del curanderismo. Es sabido que la medicina, como tal, se desarrolló en Occidente como un conjunto de conocimientos racionales. Pero la aparición de un método científico no significó, bajo ningún punto de vista, la muerte del pensamiento mágico. Muy por el contrario, puede afirmarse que, aún hoy, la medicina creencial representada por brujos, adivinos y curanderas de toda indole  goza de una envidiable buena salud. No es, en efecto, algo remoto, vetusto o “de otro tiempo” como parece sugerir el mencionado lector. Al curanderismo podría interpretárselo como un fenómeno social producido por la audacia de unos a favor de la ignorancia de otros. Es, en efecto, un delito cuya existencia no es exclusiva de su autor sino de la colaboración prestada por el ambiente, los parientes, los vecinos, y que cuenta, muchas veces, con personajes influyentes que suelen utilizar al “manosanta” como su caudillo adicto. Es importante saber, en tal sentido, que esta vieja práctica constituye, en el interior de las provincias del NOA, una de las principales causas de mortalidad infantil puesto que cuando no precipita la muerte por procedimientos peligrosos y absurdos, deja avanzar la enfermedad mediante el empleo de medios pueriles. El Código Penal lo define, a su vez, como un acto delictivo cometido por una persona que sin capacidad reconocida oficialmente se dedica a “anunciar”, “prescribir” o “administrar cualquier medio destinado a la curación de enfermedades. Los agentes de esta actividad son numerosos y variados: herboristas, brujos, parapsicólogos, “médicas”, boticarios, etcétera; e incluyen también a los “curadores a distancia”, “con la palabra”, o “los espíritus”, u otras formas aparentemente inofensivas. Con relación a la gratuidad o no de este acto, un distinguido médico legista manifestaba: “Algunos curanderos pretenden escudarse en la generosidad de sus servicios, real o simulada, para aparecer no como delincuentes sino como filántropos socorriendo a seres enfermos y desamparados, pero lo que la legislación y la sociedad buscan en este punto, es no proteger el bolsillo del cliente sino la salud pública”. Hoy por hoy defender al curanderismo en desmedro de la ciencia médica es defender lo indefendible y, por añadidura, hacer apología del delito.

Arturo Garvich

Las Heras 632

San Miguel de Tucumán

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