El dinero en efectivo no va más: los bancos se vuelcan por la moneda digital

El dinero en efectivo no va más: los bancos se vuelcan por la moneda digital

Javier Bolzico, presidente de la Asociación de Bancos Argentinos, dijo que urge desalentar el uso de billetes. Tres “i” en el origen del problema: inflación, impuestos e informalidad.

AL LÍMITE. Los camiones de caudales no dan abasto para transportar la enorme cantidad de billetes volcados mensualmente a las calles. AL LÍMITE. Los camiones de caudales no dan abasto para transportar la enorme cantidad de billetes volcados mensualmente a las calles.

El dinero en efectivo sale de los bancos y, después de dar una vuelta más o menos previsible por el mercado, retorna al punto de partida, aunque desgastado. Esta calesita sin fin está en el tope de las preocupaciones de las entidades financieras, que enfrentan la obligación de manejar volúmenes de billetes cada vez más inaprensibles y pesados. La Asociación de Bancos Argentinos (Adeba) calcula que alrededor de $ 15.000 millones cumplen aquel circuito por mes, y a su paso crean dificultades mayúsculas de gestión, transporte, preservación y seguridad, sin mencionar el impacto ambiental inherente a tales caudales. Esa situación ya no da para más, según Javier Bolzico, presidente de Adeba y encargado de presentar la campaña contra el efectivo denominada “Iniciativa Dinero Digital en la Argentina”.

“Es un gran problema”, afirmó Bolzico el miércoles pasado durante el agasajo por el Día del Periodista que su entidad ofreció en los salones del Banco Macro, en Puerto Madero (Ciudad de Buenos Aires). El directivo pidió prestada una palabra de moda y dijo que el fenómeno era “multicausal”. Entre las distintas razones que convirtieron al dinero de papel en un dolor de cabeza aparece la combinación de tres sustantivos que comienzan con “i”: impuestos, inflación e informalidad. Pero ni el documento publicado por Adeba ni Bolzico se detuvieron en los orígenes del mal que se proponen combatir. Los bancos lisa y llanamente aspiran a persuadir a la población y a los diferentes niveles del Estado sobre las ventajas de digitalizar las transacciones, y hacia allí dirigieron los esfuerzos. El resultado es el lanzamiento de una lista de propuestas que sirva como puntapié para debatir, aunque desde luego algunas ideas luzcan incompatibles con la política económica vigente.

En Adeba están convencidos de que hay condiciones favorables para avanzar. Asientan su optimismo sobre los siguientes pilares: a) el grado de desarrollo de la infraestructura tecnológica de los bancos y otros proveedores de servicios financieros; b) el avance en la digitalización de las transacciones financieras de los últimos tres años; c) la masividad de las cuentas bancarias -más del 90% de la población adulta tendría al menos una-; d) la puesta en marcha del sistema “transferencia 3.0” (pagos realizados mediante códigos QR); e) la promoción de una competencia en igualdad de condiciones para los medios de pago por parte del Banco Central de la República Argentina (BCRA) y f) la demanda del público de servicios digitales.

La campaña contra el efectivo parte del concepto de que el dinero digital disponible en los saldos de las cuentas bancarias y billeteras virtuales es un eslabón superior en la historia de la moneda. Entre sus virtudes destacan la eficiencia, la seguridad, la trazabilidad, la practicidad, la higiene y el hecho de que puede ser usado con un dispositivo tan común como un teléfono inteligente. Otra de sus cualidades es su pequeña huella de carbono en comparación con la que dejan los fajos “físicos” desde el instante de su fabricación. El dinero digital soluciona las complicaciones del cambio, y, según Adeba, permite generar una historia crediticia y financiera. Pero, pese a estas ventajas, un sector significativo de la población sigue prefiriendo hacer colas en los cajeros para “ver y tocar” el dinero, y pasarlo de mano en mano aún cuando se trata de importes cuantiosos.

El Estado es responsable

No hay flota de camiones blindados que alcance para una circulación de efectivo que no cesa de crecer. La institución de Bolzico, que nuclea a al menos 25 entidades financieras, sostiene que la ciudadanía no dimensiona el problema porque las distorsiones imperantes hacen que el uso del dinero digital parezca “caro”, y que el empleo del dinero en papel sea percibido como barato o “gratuito”. Adeba considera que, para incrementar los niveles de digitalización, hace falta una articulación entre los sectores público y privado, y el compromiso de la sociedad, pero que el Estado es el principal responsable de acabar con la pesadilla del “físico”.

El objetivo de la sustitución gradual del efectivo demanda una serie de medidas que ataquen las causas múltiples que explican por qué aquel sigue siendo tan utilizado. Los bancos proponen reformas tributarias; regulaciones monetarias; el fortalecimiento de los sistemas de pagos; la promoción del dinero digital; la reducción del costo de administración de los billetes de papel, y campañas educativas y de concientización.

Respecto del llamado impuesto al cheque, Adeba aconseja reducirlo a la mitad en el  caso de las operaciones inferiores a $ 1 millón. “Actualmente, el impuesto a los créditos y débitos no diferencia si el crédito a una cuenta se hace por una transferencia (o cualquier otro medio electrónico) o por un depósito en efectivo en la cuenta. Una situación análoga se da con los débitos: se paga la misma alícuota (0,6%) si el débito es por transferencia o por un retiro en efectivo. Una transferencia de una empresa a la otra paga una alícuota total del 1,2% por el impuesto al cheque al igual que si una empresa hace un depósito en efectivo en cuenta”, observa.

Otra de las ideas es reducir las percepciones y retenciones de ingresos brutos, IVA y ganancias que hoy alcanzan a las tarjetas de débito y crédito. La Asociación de Bancos Argentinos conjetura que una reducción al 0,1% de cada uno de estos gravámenes incentivaría el uso de los pagos electrónicos: “en la actualidad, cuando un responsable inscripto cobra $ 100 con tarjeta de crédito, termina recibiendo $ 91,51 y deja de recibir $ 8,49. Esta reducción del importe original se compone de la siguiente manera: $ 1,8 del arancel; $ 0,38 al IVA sobre el arancel; $ 0,98 de retención de ganancias; $ 0,05 de percepción de IVA; $ 2,93 de retención de IVA y $ 2,35 de retención de ingresos brutos”. Adeba agrega: “en otras palabras, el 79% de la quita que percibe el comerciante son impuestos. Con esta propuesta el responsable inscripto que recibiría la compra perdería $ 2,5 en lugar de $ 8,49. La situación es similar cuando se realiza un pago con tarjeta de débito”.

También contribuiría al uso del dinero digital la extensión de la devolución de IVA para todos los pagos con tarjeta de débito de hasta $ 1 millón por mes, beneficio que en el presente está en vigor para un grupo limitado de la población. “El impacto fiscal de esta medida sería moderado ya que se estimularía el uso de la tarjeta de débito para realizar pagos y, probablemente, aumentaría la formalización de la economía, efecto que compensaría parte de la devolución de dicho impuesto”, dice el documento.

Un reclamo viejo

Para incrementar el empleo del dinero electrónico, las entidades financieras sugieren que el Banco Central establezca una comisión para los depósitos mensuales en efectivo superiores a $ 1 millón y para las extracciones de efectivo mayores a $ 150.000, con excepción de los saldos de haberes, jubilaciones y pensiones.

Adeba postula asimismo la implementación de un código QR “interoperable” universal que posibilite a cada consumidor la elección del medio de pago electrónico más conveniente a su realidad; la creación de una central de prevención de fraude digital; la limitación de la disponibilidad de efectivo para los beneficiarios de planes sociales; la digitalización total del pago de las tasas municipales, del trabajo en casas particulares, de las sentencias, de expensas, del transporte y de los servicios públicos, y la prohibición de pagar con “dinero físico” las cuentas superiores a $ 5.000 de combustible y de supermercado.

En la batería de medidas presentada por Adeba consta el antiguo reclamo formulado por distintos sectores para que circulen billetes con una denominación más alta a $ 1.000. Sería una especie de consuelo transitorio para los banqueros puesto que ellos mismos admiten que estos papeles, lejos de desalentar, facilitarían las transacciones en efectivo. Ese parche trata de aliviar la presión en el corto plazo con la filosofía de que, si no se puede desterrar la cultura del dinero en mano, contante y sonante, al menos que bajen los costos de acarrearlo, distribuirlo y atesorarlo.

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