Recomendaciones para la salud casi un siglo atrás

Recomendaciones para la salud casi un siglo atrás

El frío y los cuidados necesarios para que nos enfermemos. Corrientes de aire. Ventilación.

RONQUERA. Medicamentos para la garganta era otra forma de cuidarse RONQUERA. Medicamentos para la garganta era otra forma de cuidarse

El frío y los cuidados necesarios para que no nos enfermemos. Corrientes de aire. Ventilación

La llegada del otoño y luego del invierno con sus correspondientes bajas de temperatura conlleva por el otro lado a un cambio en el tipo de ropa que usamos los tucumanos. Nuestros veranos, bastante cálidos como bien lo sabemos, hacen que usemos ropas livianas para poder pasarlo de la mejor manera. En cambio, apenas baja un poco la temperatura media nos obligamos a abrigarnos para, no solo no sentir frío, sino también cuidar nuestra salud de las enfermedades propias del invierno, como gripes, resfríos, bronquitis y hasta neumonías. En esta ocasión nos remontaremos a la llegada de las temperaturas otoñales en 1928 y las recomendaciones médicas para cuidarse de las enfermedades de la ocasión.

El servicio de extensión de nuestra universidad a través de la Revista de Salud de la Liga Sanitaria del Norte Argentino señalaba: “un enfriamiento imprevisto o una mojadura pueden, en efecto, determinar la virulencia de gérmenes que existen en el organismo a la espera siempre de la oportunidad favorable a su desarrollo y multiplicación”. En este sentido como vemos que por aquellos años como en la actualidad las recomendaciones son similares y en esta línea agregaban que “es más que nunca el momento de aumentar la resistencia de cuerpo por una prudente defensa asentada en la sólida base de una higiene prolija y de una bien entendida profilaxis”.

Entre las recomendaciones se destacan: no respirar por la boca, airear los ambientes, respirar aire puro, no hacer cambios bruscos de temperatura, cambiarse la ropa mojada, no exponerse a corrientes de aire, entre otras.

En la creencia de brindar una información completa, la crónica tomaba cada uno de los temas y desarrollaba una explicación sobre cada uno. Por ejemplo en referencia a respirar por la nariz, señalaba: “si el aire penetra directamente por la cavidad bucal causa irritaciones que dan fácil arraigo a numerosos gérmenes. De aquí que toda obstrucción nasal (vegetaciones, adenoides en primer término) debe ser corregida antes de que se inicien los fríos intensos”.

En otro tramo del artículo, cuando habla de respirar aire puro, indica: “el aire de una habitación completamente cerrada en el que respiran muchas personas a la vez, es impropio para la vida; tan impropio como lo sería para beber el agua que hubiese pasado por muchas bocas”.

Como vemos hasta ahora las recomendaciones nos sirven aún hoy. Y aún están frescas en nuestra memoria los hechos ocurridos durante la 2020 y 2021 con la pandemia de covid. Todo el mundo estuvo en vilo y se vio obligado a extremar las precauciones en referencia a los ambientes y los contagios. Se restringió la circulación. Durante meses pudo salir de sus casas, que también debían ser bien ventiladas, el personal esencial.

Enfermedades

Las enfermedades y sus consecuencias acompañan a la humanidad desde siempre. Quizás desde que los seres humanos comenzamos a vivir en comunidades más grandes que una tribu, como son las ciudades, los efectos de aquellas se volvieron más temibles. A lo largo de la historia hubo varias pandemias de las que no se salvó ninguna región del planeta. Y de las cuales existen registros escritos desde hace milenios. Las recomendaciones médicas, los miedos e incertidumbre se reflejaron en todo tipo de escritos, desde novelas hasta noticias en los periódicos pasando por la publicidad y la propaganda. La presencia de los medios masivos de comunicación generó otro canal de información dentro de la sociedad, que ahora se ve potenciado por las redes sociales.

Retomemos las recomendaciones de 1928, que siguen siendo actuales pese a tener casi un siglo.

Sobre la ropa mojada se consideraba que había que cambiársela lo más pronto posible e indicaba que “quebrantamiento general y fuerte dolores musculares se ocasionan por falta de esta precaución”. Otro tema que también generaba preocupación entre los profesionales de la salud y merecían una recomendación muy especial era la exposición a corrientes de aire y se decía que “la gran cantidad de calorías que se pierden rápidamente por este medio, favorece el desarrollo de microorganismos que sin esa circunstancia habrían continuado siendo innocuos para el sujeto que los alojaba”. Esta recomendación era muy recordada por nuestras abuelas que nos decían con cierta perentoriedad “cierren las ventanas para que no haya corriente (de aire)”. De igual manera cuando uno llegaba mojado ellas veloces como un rayo traían la toalla y una muda seca para el empapado.

El “enfriamiento”

Por otro lado se hacía hincapié en el famoso “enfriamiento” al expresar que no había que cambiar repentinamente de un ambiente cálido por el aire libre frío, ya que “las ronqueras muy rebeldes en no pocos casos suelen ser el resultado inmediato de tal imprudencia”.

ROPA DE INVIERNO. Los abrigos, sacos y sobretodos eran las prendas reina durante la temporada invernal, ahora y siempre. ROPA DE INVIERNO. Los abrigos, sacos y sobretodos eran las prendas reina durante la temporada invernal, ahora y siempre.

También tenía expresiones de precaución sobre el estómago y la higiene bucal. En cuanto al primero expresaba que “mantener el vientre libre para no cargar de toxinas el organismo que se torna por esto incapaz de defenderse con eficacia”. Y en cuanto a la segunda explicaba que “la boca es gran receptáculo de microbios. Y por bien de la colectividad, nadie estornude ni tosa sin ponerse un pañuelo delante de la boca, ni escupa en el suelo”.

El consumo de alcohol estaba entre los temas negativos. Ya que según el artículo, “prevenirse contra el alcohol que irritando las vías respiratorias, predispone a afecciones de la laringe, de los bronquios y de los pulmones. No hay que olvidar que el alcohol sustrae oxígeno al organismo que pierde por ello calor”. Como vemos una serie de recomendaciones que tiene mucha actualidad.

Nuestras páginas, en la década de 1920, se manifestaban a favor de “la vivienda barata para los obreros” y se indicaba que sería “una obra de grandes beneficios para la salud pública”. Ya en aquel momento se entendía que el hábitat y la buena salud iban de la mano. Las expresiones de deseo de nuestro cronista aparecieron en febrero de 1923 y señalaba: “la vivienda barata y sana es sin duda uno de los primeros problemas que debe encarar todo gobierno inspirado en los propósitos de hacer una obra encuadrada dentro del pensamiento de Alberdi”. En este sentido, recordaba: “a través del tiempo, la frase del gran pensador americano Juan Bautista Alberdi “gobernar es poblar” vuelve lozana y aplicable a nuestro medio, frente a los caserones míseros y mugrientos que se habita en esta capital”. Por entonces ya describían los “miserables ranchos construidos con latas y madera de cajones, donde la lluvia, el frío, el sol penetran siempre sin compadecerse de sus moradores”. Una descripción actual de muchas barriadas humildes, aunque hecha con un siglo de diferencia.

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