Visitas a domicilio

Visitas a domicilio

Los viernes de visita se van haciendo una costumbre para la vida política de los tucumanos. Dirigentes opositores y oficialistas vienen al “Jardín de la República” para “ayudar”. El riesgo de ser parte del patio de la Argentina.

Visitas a domicilio

Los viernes tenemos visitas. Los funcionarios lo saben. Esta semana que nunca más volverá, le tocó venir al “Jardín de la República” al ministro de Educación de la Nación Jaime Perczyk. Salir al jardín suele ser amigable, transmite felicidad. Esto parece parte de una nueva rutina de la gobernación de la provincia -¿y de la Nación?-. ¿Circularán pollas o quinielas acerca de quién será el próximo afortunado? Pero, en la provincia, ¿debería alegrarnos? ¿Tendríamos que acostumbrarnos? La idea de visita encierra cierta banalidad. Se convierte en un juego donde el anfitrión pone su hospitalidad sobre la mesa y el visitante trata de evitar llegar con las manos vacías, pero tampoco puede exagerar su gratitud al punto de fundirse con el terruño que descubre. A este juego nos está habituando el Jefe de Gabinete.

El doctor en Medicina, Juan Manzur no deja de visitar a su paciente Tucumán. Tiene esa tranquilidad, esa palmada que alivia. No hace diagnósticos pantagruélicos. No es su estilo. Más bien cree que parte de la cura es la palabra y su sonrisa. El médico (y el político), todos los viernes hace su visita a domicilio. Ve cómo está el enfermo, le da algunos medicamentos para evitar que algunos afiebrados hagan de las suyas y vuelve a la Casa Rosada donde lo espera otra realidad.

En Atenas, cuando pasa un camión de mudanzas, el que lo ve dice: “ahí va una metáfora”. En griego está describiendo un cambio de domicilio, mientras que para este lado del mundo la metáfora es un recurso lingüístico para dar ciertas definiciones de una forma no literal. ¿Cuál es la metáfora de nuestro Tucumán? Una de las más utilizadas es la de ser el Jardín de la República. Nos regocijamos con esa figura que se adorna con florcitas, se riega con un poco de sol y que siempre propone pasarla bien. Pero la provincia, con sus niveles atroces de pobreza, de desocupación y de inundaciones, contrasta con la idea del Jardín de la República.

El jardín, además, suele estar en el fondo de la casa. Está atrás. No es el lugar donde pasan verdaderamente las cosas, sino donde se relajan. Entonces, ¿para qué Manzur hace esas visitas de médico en el Jardín? ¿Para qué vienen los principales actores que tienen que tomar las decisiones en el país?

De mudanza

El consultorio de Manzur está ahora en la Casa Rosada. Se mudó allí. Y mudanza es movimiento, traslación, buscar algo lejano para explicar lo cercano. Lo cual conecta directamente con el significante griego de metáfora. Será por esto que este galeno trae especialistas a su quincho.

Hay una frase que por muy simple no deja de ser trascendental para entender algunas cuestiones. “El mar es lo que hace que la playa no sea un desierto”. Los que saben y han transitado por la erudición filosófica se la adjudican a Martin Heidegger. Viene bien para entender que el jardín cobrará sentido en la medida en que forme parte de la casa, de un proyecto nacional.

Desde hace muchas décadas que el centralismo de Buenos Aires viene descuidando a las provincias. Por eso, justamente, llamó la atención que este 3 de mayo el perfil de Facebook del Jefe de Gabinete haya cambiado: su imagen principal dice ahora, curiosamente, “El federalismo”. Como si hubiera descubierto la pólvora, Manzur ha cambiado su política: por eso se lo ve con gobernadores de distintos lares del país, así como con funcionarios nacionales. Han empezado a escasear los rostros tucumanos de delegados comunales o intendentes en las imágenes de la Casa Rosada.

Tal vez por eso ahora se realizan las visitas de médico todos los viernes. La presencia de Manzur como jefe de Gabinete hace que, como nunca, la política tucumana siga atenta a lo que pasa entre Cristina y Alberto. Los gestos y las declaraciones inciden porque representan el minuto a minuto de la cotización de Manzur. ¿Se queda en Buenos Aires o vuelve? ¿Entrará en la fórmula nacional o será vice en Tucumán?

Veneno

En las llamadas civilizaciones primitivas o ágrafas (sin escritura), lo más parecido a un médico es el chamán, que entiende sobre la vida, la muerte y las más variadas formas de enfermedad. La medicina convirtió las pócimas en medicamentos, a veces con tecnología, otras con el más simple cambio de nombre. Justamente, como se dice, en la dosis está la cura o el veneno.

A los correligionarios se les fue la mano: una dosis letal para un remedio altamente patológico. De ella salieron 215 fantasmas. La mayoría con problemas de identidad y a uno le dieron vida. Como aquellos viejos chamanes, Roberto Sánchez y su tribu trajeron del más allá a quien había muerto hace cinco años. Juan Carlos Galván había dejado este mundo el 5 de julio de 2017 y en este 2022 fue nombrado vicepresidente de la junta departamental de Burruyacu. No hubo explicaciones con respecto a esta irregularidad política. La UCR está sufriendo las consecuencias de que la conduzcan aquellos que no tienen carnet de manejo político. En estos tiempos no alcanza el certificado de buena conducta: también hay que saber manejar. No puede pensarse en un chofer más peligroso que un vice - fantasma.

Cuando la diputada nacional de CREO salió a plantear que había integrantes en Juntos por el Cambio que no estaban dispuestos a cambiar Tucumán no se estaba refiriendo a la Unión Cívica Radical. Paula Omodeo habló de formas de proceder que bien podrían haber hecho que la UCR se ponga el sayo. Sin embargo, la novel dirigente -¿y todo su partido?- tienen entre ceja y ceja al intendente de la Capital, Germán Alfaro. y a él se refería la parlamentaria.

Es curiosa la incapacidad de la gran mayoría de los integrantes de Juntos por el Cambio de Tucumán para ubicarse en estos tiempos de la política comarcana. En los últimos comicios ese frente electoral logró una de las mejores elecciones de los últimos años. Catalogaron casi de históricos a los comicios que los dejó más cerca que nunca del oficialismo peronista. Por primera vez se les abría una esperanza de, organizados de otra manera y con un trabajo específico pondrían, aspirar a un triunfo. Sin embargo, al día siguiente empezó una gran pelea por las candidaturas y lejos de unirse –según afirman los que saben, los electores pidieron diálogo y unidad- y de abrir un debate interno, se enfrentaron.

El intendente Mariano Campero dijo que su límite era la candidatura a gobernador de Sánchez. Alfaro recordó que no se habla con el corredor y que no se sabe lo que este quiere. Y, como si fuera poco, en este paraíso de vanidades, la diputada Omodeo echó nafta al fuego de la soberbia opositora.

Esa costumbre de perder

Los integrantes de Juntos por el Cambio, tal vez porque están tan acostumbrados a perder, no se dieron cuenta de que, para sentirse ganadores en los últimos comicios, cada uno hizo su aporte a ese logro. Ahora, cada uno juega al solitario ignorando el mensaje de las urnas.

El uruguayo Mario Benedetti no se cansaba de recitar que “la soledad es la pálida añoranza del otro”. Sin embargo, en el juego de Juntos por el Cambio, por las dudas todo salga mal, cada uno tiene un plan B. A ninguno de los principales referentes le falta un partido aparte para salir a la palestra por fuera de la coalición. La desconfianza es por ahora el veneno que circula por las venas de los opositores.

Médicos y brujos

Los médicos y los brujos porteños de las tribus van y vienen. Manzur los lleva y los trae en el oficialismo, pero en la oposición no faltan. Esta semana anduvieron algunos del PRO a visitar a los enfermos. “Vamos a dejar que traten de dialogar ellos, pero si no lo logran vamos a bajar líneas para que definan la manera de elegir los candidatos y de que haya unidad”, confesaron allegados a Horacio Rodríguez Larreta que no quieren que se desparramen los votos opositores.

En Buenos Aires, tienen anotados dos nombres: Sánchez y Alfaro. Con encuestas en la mano, piensan hacer sentir el peso de la metrópolis en este país poco federal. Sin embargo, no dejan de especular con que la figura del intendente de Yerba Buena podría ser una alternativa si siguen apareciendo muertos proclamados o silencios erráticos. Tal vez sea por eso que se haya ablandado el discurso de Mariano Campero: ahora está dispuesto a dialogar -inclusive con Alfaro, con quien hasta una rotonda moverán-, cuando venía acrecentando su fama de ser un tenista irascible como Nick Kyrgios y no un caballero como exige el protocolo del deporte blanco.

El viernes al mediodía Alfaro y su esposa senadora estaban almorzando en el viejo abasto cuando en el mismo comedor se corporizó la figura del corredor. Se saludaron, pero no pudieron hilvanar muchas frases. La relación entre ambos tiene demasiadas abolladuras. Los espectadores de ese encuentro confirmaron que los rostros del diputado y del intendente lo decían todo y no parecían formar parte de la cara, precisamente.

Los visitantes van y vienen en el Jardín de la República. Son de las más variadas procedencias y la mayoría no viene por su propia cuenta y menos aún preocupados porque Tucumán deje de estar en el patio.

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