Histerias masculinas: los hombres en análisis

Histerias masculinas: los hombres en análisis

La polaridad entre lo masculino y femenino se debate intensamente en la actualidad, mientras se redefinen ambos roles.

VARONES HISTÉRICOS. El psicoanalista Juan Pablo Mollo brinda detalles sobre su “hallazgo” realizado en el consultorio con sus pacientes.  VARONES HISTÉRICOS. El psicoanalista Juan Pablo Mollo brinda detalles sobre su “hallazgo” realizado en el consultorio con sus pacientes.

El psicoanalista Juan Pablo Mollo brinda detalles sobre su “hallazgo” realizado en el consultorio con sus pacientes. Mientras la masculinidad se pone en jaque en el mundo contemporáneo, descubrió que la histeria definida por el mismísimo Sigmund Freud (1856-1939) ya no es exclusividad de las mujeres. ¿Qué sucedió?

La dignidad de la histeria no debe reducirse a una banalización publicitaria contra las mujeres que “histeriquean” a los hombres. Nos referimos a los síntomas que ya había descripto Freud en 1895, cuya matriz se hallaba en el apego amoroso al padre y la consecuentemente huida del hombre sexuado.

Cuando se quedaban a solas con el hombre se desmayaban, vomitaban o se paralizaban, dada su precariedad de su imaginario, pero como recurso sintomático para defenderse. “El síntoma histérico les permitía no poner el cuerpo en la escena concreta y evitar la sexualidad masculina; y por ende, no asumir el lugar de una mujer”, explicó el psicoanalista Juan Pablo Mollo en diálogo con LA GACETA.

La histeria se relaciona mucho al apego de las mujeres al padre y los varones de la familia”. En contrapartida, se alejan del encuentro con los hombres sexuados y arman el estereotipo de mujer en otra mujer, frente a la cual sienten fascinación y celos al mismo tiempo.

Síntomas

Según el autor, tales síntomas son individuales y se verifican clínicamente en hombres contemporáneos. Los síntomas histéricos cambian su presentación pero no su estructura; por ejemplo: las jóvenes de hoy no se desmayan, pero la anorexia juvenil o la obesidad adolescente pueden venir, no siempre, al mismo lugar de evitación de asumirse como mujeres. Por esto, la histeria en los varones aparece más clara en el contexto actual, donde los roles masculinos y femeninos se redefinen permanentemente.

“Histerias Masculinas” (Sello Paidós Editorial Planeta) plantea síntomas en varones que antaño se definían como propias del universo femenino y correspondían a la descripción de la histeria en mujeres.

Para simplificar, las histerias masculinas a pesar de su gran variedad y la singularidad de cada caso, también se “desmaya”, como en la época de Freud. Frecuentemente, se les arma el fantasma del Otro hombre frente al cual quedan “en menos” en relación al sexo, el poder o el saber.

Histerias masculinas: los hombres en análisis

- ¿Qué sucede con los hombres en relación con la histeria?

- En cierto modo, presentan una fenomenología análoga al “caso Dora”, por ejemplo, que es el caso paradigmático de la histeria, en la historia del psicoanálisis. Se colocan en un lugar de observar detenidamente al otro hombre, y en ese instante desdibujarse al sentir que ya se perdió la competencia. Cierta ola del feminismo, pero no sólo ese discurso, porque la decadencia de la tradición es social, política y jurídica, ha generado vacilaciones en los hombres que dejan de ser “machirulos”, y eso está muy bien. Sin embargo, la histeria masculina ofrece una nueva mirada al tema donde la problemática de muchos hombres radica en padecer una marcada fragilidad subjetiva. Las histerias masculinas se caracterizan por no asumirse como hombres del mismo modo que las histerias femeninas no se asumen como mujeres.

- ¿Cómo describen estas situaciones?

- En el libro expongo algunos fragmentos de casos de histerias masculinas que no son gay: un joven se siente “una sombra que va detrás” y nunca es el líder ni toma una posición, porque siempre piensa “otro lo haría mejor”. También recuerdo otro caso que preguntaba infinitamente “¿soy hombre o soy mujer?”, “no sé que soy”, ¿soy gay?, sin resolución alguna. Se incomodaba inmediatamente ante la presencia de otro hombre de buen porte, y sucumbía a oscurecerse imaginándose “en menos”. Finalmente, en otro caso, un histérico expresaba: “me siento como el ratón frente al águila” en relación con los demás hombres y vivía atormentado por no poder incluirse en el conjunto de los hombres.

En efecto, una característica de las histerias masculinas radica en la dificultad para asumir una “identificación de hombre”, que ubican siempre afuera, en otro hombre con mayor potencia. La cuestión histérica los vuelve frágiles como hombres, más allá de lo social. Desde luego, existen nuevas formas de virilidad que no están asociadas al “macho”, pero las histerias masculinas lo padecen. No obstante, muchas veces ayudados por el análisis, pueden hacer pareja y vivir felizmente sin el estereotipo o encuentran un modo de vivir la sexualidad y el amor, más allá de las categorías.

- ¿Estas situaciones dependen de la edad? ¿Se dan más en una generación que en otras?

- Uno de los recortes clínicos se refiere a un hombre de más de 40 años que se comportaba como un Don Juan. Era fino, seductor y glamoroso, vivía rodeado de mujeres vistosas que iba sustituyendo, pero tenía dificultades para ejercer su sexualidad y también para mantener una pareja estable. Su consulta era por un costado sombrío que sufría, cuando se excluía de los hombres porque todos eran “brutos y homofóbicos”, pero él se quedaba en soledad y cada vez más descendido económicamente. En fin, tampoco se trata de dirigir a los hombres hacia un ideal de hombre, ya sea “machirulo” o no, sino de apaciguar el sufrimiento de los fantasmas histéricos. Desde luego, la clínica de las histerias masculinas no debe confundirse con la cuestión social del macho “deconstruido”.

- ¿Qué sucede con la histeria y las nuevas formas de sexualidad?

- En el plano de la sexualidad las categorías se vuelven borrosas y es muy fácil deslizarse a prejuicios morales. Sin embargo, hay hombres “neutros” y “no binarios”; o bien hombres ubicados en “la teoría queer”, que no solo rechazan el esquema social de la virilidad masculina, sino que encuentran una nominación aceptada, siendo algunos, en el fondo, histerias masculinas. En efecto, las histerias masculinas forman parte de nuevas virilidades no asentadas en el “narcicismo del macho”, que más allá de lo social, otorga una consistencia a los hombres. En tales casos, el ordenamiento y la referencia, no la encuentran en ellos mismos sino en otros, que a veces son sus socios o parejas. Y es manifiesto que muchas mujeres de características de firmeza y decisión, suelen hacer pareja con hombres frágiles, que se sostienen en ellas. Es frecuente que las histerias masculinas encuentren su sostén subjetivo afuera para lograr la consistencia de su imagen corporal.

- ¿Al final del libro mencionas la feminización del mundo, a que te referís con eso?

- La feminización del mundo es el efecto de caída de la función del padre, junto con la tradición y los modelos, que la sociología ha descripto muy bien. La cuestión es el atolladero que puede implicar eso mismo en algunos hombres, que si bien sostienen al hombre tradicional, se ubican “en menos” frente ese modelo en decadencia. Es una gran paradoja. En fin, clínicamente, las histerias masculinas resultan difíciles de diagnosticar y presentan fenomenologías diversas, pero es frecuente la consulta de hombres celosos o lábiles, interesados por otros hombres, a veces con problemas sexuales y otras veces no, pero siempre frágiles en relación con su imaginario corporal, comparándose con otros hombres sólidos y unificados.

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