Mujeres en la política: una ley de paridad es necesaria, incluso con nuestro sistema actual de acoples

Mujeres en la política: una ley de paridad es necesaria, incluso con nuestro sistema actual de acoples

13 Diciembre 2021

Inés Palacios

Politóloga (UTDT) - Obama Scholar 20-21. Trabajó en centros de gobierno y políticas de género en Provincia y Ciudad de Bs. As.

Frente a una predominancia masculina, la importancia de una ley de paridad no solamente radica en generar una mayor participación de mujeres en el ámbito de lo político, sino también en la posibilidad de que puedan representar las necesidades y las aspiraciones femeninas y así lograr un lugar de reconocimiento como igual dentro de la sociedad. Esa falta de participación femenina en la toma de decisiones se conoce como techos de cristal, una superficie superior en la carrera laboral de las mujeres que resulta difícil de traspasar y les impide seguir avanzando, cuyas dificultades se encuentran invisibilizadas. Ese fenómeno se da porque las mujeres tienen menor acceso a recursos económicos que los varones a la hora de solventar campañas electorales; porque faltan modelos de mujeres en política (como sucede en el Concejo de Yerba Buena, donde ninguna mujer ocupa una banca), lo cual influye negativamente sobre la decisión de niñas y adolescentes a la hora de involucrarse en política; y por la pobreza de tiempo. De acuerdo a la Encuesta Permanente de Hogares, las argentinas dedican el doble de horas que los argentinos a los quehaceres domésticos y al cuidado de las personas. Eso se profundiza en la política, ya que muchas instancias de toma de decisión se dan en horarios en que la mayoría de las mujeres tiene mayor dificultad de participar, o más bien, esas decisiones se toman en ámbitos informales como los partidos de fútbol. Con una ley de paridad de género, estos factores podrían neutralizarse.

“Las mujeres que ingresarán por cupo no serán idóneas”; “el género del representante no importa”; “si otras mujeres lograron ocupar cargos sin leyes de acción afirmativa, todas podrán”. Esas son algunas expresiones que se escuchan a diario en contra de la sanción de la ley. No obstante, un estudio de las legislaturas provinciales argentinas demostró que las mujeres y los varones tienen similares experiencias laborales previas y las legisladoras tienen estudios superiores en mayor proporción que los varones. Al analizar el sector privado diversos estudios (como el de Peterson Institute for International Economics) muestran que aquellas empresas dirigidas por mujeres o con mayor porcentaje de mujeres entre sus filas obtienen mejores resultados y son más eficientes que las que no poseen dichas características. Cuando hay más mujeres en puestos de decisión, según el Banco Interamericano de Desarrollo, mejora la política ya que incrementa la confianza en el sistema político; mejora la calidad y entrega de los servicios públicos; y, además, maximiza la productividad de los recursos humanos (también se da en forma similar en el sector empresarial). Si bien la mitad de los afiliados son mujeres, sólo el 17% encabezan las listas, lo que evidencia que a las mujeres se les demanda mayores credenciales que a los varones, detalló otro trabajo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

En Tucumán, el principal argumento en contra es asumir que la ley de paridad no funcionará en nuestro sistema electoral de acoples, que premia con una banca a quienes encabezan listas y no a varios de los candidatos. Eso efectivamente es un problema, ya que las estadísticas muestran que sólo el 17% de las listas tienden a estar encabezadas por mujeres. Y si el sistema electoral sigue siendo de acoples, entonces seguirán ingresando una mayoría de varones. Sin embargo, dos escenarios son posibles e incluso mejores que el actual. El primero, la posibilidad de contemplar en la ley un mecanismo de sorteo sobre el género (mujer o varón) que deberá encabezar cada lista. Esto neutralizaría la tendencia de los partidos a elegir mayoritariamente a varones como candidatos en primer término. El segundo escenario, menos óptimo que el primero pero mejor que el actual, es la posibilidad de incorporar una ley de paridad sin sorteo y esperar que ésta haga sus efectos en aquellas listas que ganan más de una banca, como fue el caso de Fuerza Republicana en 2019. Veamos su ejemplo: si la ley de paridad hubiera existido no hubieran entrado dos mujeres por el bussismo sino cuatro de los ocho legisladores entrantes. De esta manera se puede argumentar que siempre es mejor la presencia de una ley de paridad a su actual inexistencia.

Las herramientas para crear una ley exitosa, funcional, que garantice verdadera igualdad política y representativa están al alcance de la mano. Mientras Argentina es pionera a nivel mundial en términos de paridad femenina en sus poderes legislativos, Tucumán necesita mujeres legisladoras que pongan foco donde el ojo de los legisladores varones no profundiza o no llega, especialmente en violencia familiar, violencia contra la mujer, igualdad de género, perspectivas educativas, minorías, tercera edad, sistemas de adopciones o cuota alimentaria. La nueva mirada de las mujeres pone en la agenda pública estos temas, y la enriquece. Los legisladores tienen la oportunidad exclusiva de demostrar voluntad política sobre ese tema y revertir el panorama desalentador que enfrentan las tucumanas que deciden involucrarse en política. Tienen la responsabilidad de garantizar las mismas oportunidades de participación política a las mujeres que a los hombres.

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