En el Día del Periodista Deportivo, un homenaje al mejor de todos: Dante Panzeri

En el Día del Periodista Deportivo, un homenaje al mejor de todos: Dante Panzeri

La fecha coincide con el centenario del notable profesional rosarino, a quien la categoría de maestro corre el riesgo de quedarle chica.

DANTE PANZERI. Imagen: Archivo El Gráfico DANTE PANZERI. Imagen: Archivo El Gráfico

¿Sería posible hoy un Dante Panzeri en el periodismo deportivo argentino? El repaso por sus 40 años de carrera (de 1938 a 1978) en la prensa gráfica, la radio y la televisión no revela contradicciones, dudas ni flaquezas. Panzeri es siempre el mismo, un tren expreso que jamás se detiene, por más obstáculos y enemigos que se le presenten. Panzeri es lúcido, filoso, profundo, en buena medida profético, certero y, sobre todo, valiente. Es, a la vez, un hombre de convicciones tan sólidas e intransigentes que a muchos les resulta complejo tratarlo. Panzeri avanza portando dos banderas: verdad y decencia. Jamás una opinión sin fundamentos ni una denuncia sin pruebas. Panzeri es el tábano más incómodo y punzante que pica a los corruptos, los venales, los ineptos y los estúpidos. ¿Sería posible hoy un Dante Panzeri en el periodismo deportivo argentino?

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Desde 1938 en nuestro país el Día del Periodista Deportivo se celebra cada 7 de noviembre, en coincidencia con el Día del Canillita. Sería un acto de justicia mover la fecha un par de jornadas y pasarlo para el 5 de noviembre, natalicio de Panzeri. Que además nació en Rosario, al contrario de lo que “informa” Wikipedia situando ese momento en Las Varillas (Córdoba). Esa clase de errores jamás hubiera cometido Panzeri, un obsesivo del chequeo de los datos y de la calidad de las fuentes de la que se nutría.

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5 frases de Panzeri:

- “¡Qué daño le hizo al fútbol el primer parlanchín que habló de ‘trabajo’ al referirse al juego! En su tumba merecerá que lo acompañe esta lápida: ‘disparó el primer balazo mortal del fútbol, lo proclamó trabajo siendo juego, y mató a la enorme producción de la despreocupación’”.

- “El país y el fútbol andan muy de la mano. Eso suelen olvidar los que aún suponen que el fútbol puede arreglarse aunque el país siga siendo un caos”.

- “No participo de la teoría del mejor tiempo pasado; soy un convencido de que todos los tiempos fueron iguales y todos los hombres tenemos la obligación de impedir que sean peores”.

- “Considero muy bajo el índice general de idoneidad específica de nuestro periodismo deportivo... El reiteradamente autocalificado ‘periodismo especializado’ tiene muy poca especialización. En general no excede el nivel de la que tiene adquirida el público que supuestamente debe orientar ese periodismo”.

- “La valentía y la cobardía auténticas no están señaladas en la vida por la capacidad o disposición para pelearse; sino por la medida en que las actitudes muestren lealtad o debilidad para con las propias convicciones que tenemos”.

En el Día del Periodista Deportivo, un homenaje al mejor de todos: Dante Panzeri

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Panzeri es estudioso, gran lector, apasionado por el cine y por la música, capaz de escribir sobre Federico Fellini, Astor Piazzolla y The Who con el mismo rigor con el que analiza un partido de fútbol. A Panzeri se le notan el entusiasmo y el placer con el que aborda su profesión, por más que la fachada indique rigor y seriedad. Es, mientras tanto, un guardián del lenguaje, al que cultiva como un jardín y del que arranca alguna maleza regada por modas o neologismos. Detrás de los anteojos de marco grueso refulge el ojo del tigre en la mirada, siempre listo para detectar la basura barrida debajo de las alfombras. Cuanto más poderoso es el sujeto denunciado, cuando más grande es el chanchullo que se cocina, mayor es la tenacidad con la que Panzeri hunde el cuchillo. Es tal el ascetismo profesional de Panzeri, tal su carencia de compromisos -empezando por sus propios empleadores-, que Panzeri hace de la libertad de pensamiento y de opinión un símbolo de su carrera. Para Panzeri no hay enemigos chicos; embiste siempre con la misma potencia. Y víctimas de esas cornadas van cayendo, uno a uno, los mercaderes del negocio.

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Llegó a dirigir El Gráfico cuando era la revista deportiva más prestigiosa de América Latina. Renunció cuando la editorial Atlántida pretendió obligarlo a publicar un elogio al entonces ministro de Economía, Álvaro Alsogaray. Corría 1962 y Panzeri llevaba 15 años en la empresa. De El Gráfico de Panzeri poco quedó de allí en más. La revista cambió su agenda y dio el paso que Panzeri jamás hubiera permitido: moverse al compás del poder de turno. Pero así era Panzeri, incapaz de tragarse algún sapo a cambio de conservar el puesto. Por eso recorrió tantos medios: La Opinión, El Día (La Plata), Así, Crónica, La Prensa, Confirmado; los canales 7 y 13; las radios Belgrano, Splendid, Nacional, El Mundo. Y muchos más. En todos lo convocaron seducidos por su espíritu crítico (¿qué dirá Panzeri de esto?, se preguntaba el público) y de todos se marchó cuando quisieron usarlo, censurarlo o bajarle línea.

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Panzeri libró batallas en todos los frentes. Tantas que merecerían un tratado de historia militar. Tal vez la más emblemática, posiblemente porque fue la última, lo enfrentó con el Mundial 78. Desde el primer momento, apenas Argentina obtuvo la sede, Panzeri se opuso con el más contundente de los argumentos: un país en crisis no podía gastar tanto dinero en eso. Panzeri predijo lo comprobado a la vuelta de los años: el Mundial sería un negociado más, en este caso multimillonario y en dólares. Lo sostenía antes de marzo de 1976 y lo mantuvo con la dictadura en marcha. Un cáncer de pulmón se lo llevó el 14 de abril de 1978, apenas un puñado de días antes del comienzo del campeonato. Tenía 56 años.

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La preocupación de Panzeri por los temas estructurales -del país, del deporte y del fútbol en particular- suele dejar en segundo plano su interés por el juego y su conocimiento enciclopédico de clubes, equipos, jugadores, entrenadores, tácticas y estrategias. Panzeri conocía mucho más que los propios protagonistas y por eso sus intervenciones, tan críticas y tajantes, estaban respaldadas por oleadas de sabiduría futbolera. Y además, desde su deliciosa subjetividad, panzeriana a más no poder, armaba sus rankings de los mejores y peores de todos los tiempos. Según Panzeri, la verdadera injerencia de los directores técnicos era mínima, sólo les concedía la virtud del buen ojo para elegir a sus jugadores. De allí en más, lo bueno y lo malo en una cancha corría por cuenta de los futbolistas, a los que elogiaba o demolía sin incluir grises en su paleta.

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Era un adelantado en tantos aspectos que bastan dos ejemplos. A principios de los años 70 proponía cambios reglamentarios de fondo: que el arquero no pudiera tocar la pelota con la mano si se la pasaba un compañero y que a los equipos se les adjudicaran tres puntos por partido ganado, en lugar de dos, para incentivar el juego ofensivo. El International Board y la FIFA lo hicieron décadas después.

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Panzeri es como el cine de Bergman o la literatura de Borges: se los conoce y se los cita, pero cada vez son menos quienes los abordan. Es más, a Panzeri se lo malinterpreta y hasta se lo bastardea, como sucede con el título de uno de sus libros (“Fútbol, dinámica de lo impensado”, de 1967; el otro es “Burguesía y gangsterismo en el deporte”, de 1974). Allí Panzeri desarrolla sus ideas con toda la extensión que el acotado formato mediático le impide desplegar. En cuanto a las investigaciones sobre Panzeri, no son tantas ni tan variadas como la estatura del personaje habilita. Hace unos días se sumó un aporte en ese sentido: “Dante Panzeri y el paradigma perdido”, de Sebastián Kohan Esquenazi.

En el Día del Periodista Deportivo, un homenaje al mejor de todos: Dante Panzeri

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Pero si de descubrir a Panzeri se trata, la cita es obligada se llama “Dirigente, decencia y wines”, tomo en el que Matías Bauso recoge una generosa porción de la vastísimo obra periodística de Panzeri. En total son 99 entradas, divididas en 17 capítulos, a los que se agrega un “diccionario panzeriano”. A modo de extenso prólogo Bauso traza un perfil de Panzeri con múltiples aristas, y qué mejor forma de homenajear a Panzeri que señalando sus aciertos, pero también sus defectos y sus errores. En esa mirada tan humana termina de redondearse el Panzeri real; no el celebrado y santificado post-mortem por muchos de quienes no lo soportaban. Apunta Bauso que los “temas” de Panzeri eran el fútbol, los modos de jugar, la verdad, el coraje, la decencia y el periodismo. Y lo pinta como el héroe solitario que se enfrenta al sistema, que gana espacios y los pierde por la mezquindad y bajeza ajenas. “Sus acciones, positivas para el resto, en lugar de posicionarlo mejor lo alejan de los demás -apunta Bauso-. Va quedando cada vez más solo. Su propio accionar lo condena. Él mismo atenta contra su inserción. El héroe individual que no congenia con el resto, que choca con su entorno, que tan bien funciona en el cine y tan doloroso resulta en la vida real”.

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Hacía 100 años nacía Panzeri y en este Día del Periodista Deportiva sería una buena noticia acordarse de él. Rescatarlo e interpretarlo. Actualizarlo no es necesario; la corrupción y los males que denunciaba hace medio siglo siguen intactos, en el fútbol y en la vida. “Obsesivo, contundente, ácido, genial, Panzeri no fue para muchos que lo convivieron el mejor, sino el único”, escribió Gonzalo Bonadeo. Por eso, ante la condición de posibilidad sobre un Panzeri contemporáneo, la única respuesta posible es no.

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