El vértigo de una vida
El vértigo de una vida

Bastaba ver, uno a uno, los rostros de la multitud para comprender un poco mejor. Emoción pura. Sucede este fin de semana en todas las canchas del fútbol argentino cuando al minuto diez se para el juego para homenajear a Diego Armando Maradona. En algunos casos hasta pareció que el árbitro nunca tomó una decisión tan firme. Y tan aplaudida. Entramos en Zona Maradona. Libros nuevos, series de TV, películas y homenajes. Una intensidad que seguramente crecerá cuando el 25 de noviembre se cumpla el primer año de su muerte. Un año sin Diego.  

¿Cuándo empezó a morirse Maradona?, se pregunta Alejandro Duchini en “Mi Diego”, uno de los tantos libros presentados en la última semana. A poco de leerlo vi el inicio de la serie de Amazon “Bendito Sueño”. Empieza con Juan Palomino haciendo de un Diego ya desgastado, buscando aire desesperado en una playa de Punta del Este. Termina así después de casi tres días corridos de fiesta de fin de año en el balneario uruguayo. Tirando cohetes, bebiendo, drogándose, bajándose los pantalones. Lo trasladan de urgencia a una clínica. Se salva de milagro. Sucedió en el año 2000. Veinte años de la muerte definitiva.  

Por eso la pregunta de Duchini cobra fuerza. ¿Cuándo comenzó a morirse Diego? Porque a la hora de la muerte definitiva aparecieron voces del pasado moralizando sobre los descuidos presentes. Los descuidos que seguramente precipitaron el final. Un final que, sabemos, era inevitable. “Autodestrucción sin retorno”, dice también Duchini en su libro. Nos resulta siempre aliviador responsabilizar al “entorno” por la muerte de Diego. No a Diego. Hace un año exacto lo llevaron a la cancha en pésimo estado. Inolvidable y triste imagen final. Pero Diego mismo también quiso estar allí. Recurrimos a los entornos pasados para que opinen de los entornos siguientes. Como si acaso alguno fuese diferente al otro. Antes lo cuidaban y luego no. ¿Lo cuidaron acaso en Punta del Este? ¿Pero no nos vamos enterando ahora que hasta en la Cuba de Fidel Castro Diego también hizo lo que quiso? ¿No recordamos que casi se muere manejando a contramano cuando fue a curarse a Cuba? ¿Qué entorno podría acaso haber manejado a Diego? Los únicos entornos posibles. Los que había. Los que aceptaban las reglas de juego que sólo él dictaba.  

Hasta en sus momentos de brillo vemos que la vida vertiginosa de Maradona era imposible de sostener para el resto de los mortales. Duchini recorre en su libro el momento en el que Diego fue invitado a exponer en Oxford. “Maestro inspirador”. Es conocida la gestión que hizo el argentino Esteban Cichello Hubner, de origen casi tan humilde como Diego. Si Diego llegó al Mundial, Cichello había llegado a Oxford. Y es recordada la charla hermosa y hasta el jueguito que hizo Diego con una pelotita que le alcanzaron desde el público. Pero hay otros detalles menos conocidos que acaso nos ayuden a entender mejor todo.  

Desde el viaje de ida y Diego con temor a que Estados Unidos (que le negaba la visa por su drogadicción) lo detuviera en la escala de Nueva York (los policías terminaron sacándose fotos con él), hasta el temor de que aparecieran hooligans en Oxford deseosos de vengarse por “La Mano de Dios” y el factor Malvinas siempre presente. Lo más increíble fue la partida. Diego insistiendo en irse de shopping pese a que quedaba poco margen para el vuelo. Quería comprarse ropa Versace. Y pedía un helicóptero para llegar al aeropuerto. Terminó viajando en subte. Lo más rápido a esa hora. Se disfrazó con gorra Versace y bufanda. En un momento, el vagón iba absolutamente lleno, un ciudadano asiático reconoció primero a Guillermo Cóppola y luego a Dalma y a Gianina. Eran todos rostros que habían estado en diarios y TV por la charla de Oxford. Resumiendo, Diego terminó firmando autógrafos y la gente del vagón cantando “Maradó, Maradó”. En Londres. El avión de Aerolíneas lo esperó y Diego llegó como siempre. ¿Quién otro soporta un vértigo semejante?  

¿Dónde habría jugado un Maradona actual? Si en su tiempo el calcio era la meca del fútbol (en Italia jugaban todas las estrellas) hoy lo es la Premier League. Diego casi va de pibe a jugar a Inglaterra. Pero entre las presiones de la dictadura militar que quería retener a Diego hasta el Mundial de España 82 y el temor a pagar tanto dinero por un joven, Sheffield United terminó llevándose a Alejandro Sabella. Un Maradona actual jugaría en algún club en manos de un jeque petrolero, magnate ruso o chino o estadounidense. En tiempos de redes sociales sus rebeldías y explosiones tendrían inevitablemente otro tratamiento. Sería insoportable. Diego vivió poco, es cierto. Pero, en estos tiempos, acaso habría vivido mucho menos.

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