Enriquecer la vida sexual

Enriquecer la vida sexual

Por Inés Páez de la Torre - Psicóloga.

31 Octubre 2021

El sexo, lo mismo que el dinero y la muerte, constituye uno de los grandes temas sobre los cuales nos resulta difícil hablar abiertamente. ¿Es así, todavía? Por supuesto que las cosas han cambiado mucho en este sentido, pero también es cierto que cuando en una pareja aparecen desencuentros, frustraciones o simplemente el deseo de introducir algunos cambios… no es frecuente expresarlo con claridad, sin recelo. El sexo es un aspecto muy sensible, que fácilmente puede hacernos sentir avergonzados, heridos, rechazadas.

En esta línea, John Gottman -el popular experto en parejas norteamericano- sostiene que cuando una pareja habla de sus necesidades sexuales, la conversación suele ser indirecta, imprecisa y hasta confusa. Hay apuro por terminar el diálogo, con la esperanza de comprender milagrosamente los deseos del otro sin tener que hablar demasiado del tema. No es común que se hagan declaraciones directas: “Me encanta que me acariciés los pechos como lo hiciste anoche”, “Te necesito todos los días”, “Fantaseo con que me despertás haciéndome sexo oral”, por ejemplo. El problema es que cuanto menos claros seamos con lo que queremos, menos probabilidades tendremos de obtenerlo (sin contar con la magnífica posibilidad que ofrece el sexo de profundizar en la intimidad del vínculo).

Ser amables

La recomendación frente a esta dificultad es aprender a hablar de sexo de modo que nos sintamos a salvo. ¿Cuál será entonces la mejor manera de pedir lo que se desea y de reaccionar a las peticiones del otro? Gottman sostiene que, como la mayoría de las personas tenemos inseguridades y escondemos temores de no ser suficientemente atractivas o no ser “buenos” amantes, la clave para hablar de sexo es ser amables. Dejar de lado el tono de crítica. Decir “Nunca me tocás” no invita a hacer algo al respecto. En cambio plantear: “Me encantó que me besaras el otro día en el sillón, me gustaría que lo hiciéramos más”, es muy diferente. Lo mismo que un “No me toqués ahí” no obtendrá la misma reacción que un “Me gusta mucho que me toqués aquí”. En suma, al hablar en pareja sobre sexo, la actitud debería mostrar siempre que de algo bueno, se quiere hacer algo todavía mejor. Incluso si hay una insatisfacción sexual, es importante empezar por acentuar lo positivo.

Por lo mismo, cuando alguien hace un pedido, la recomendación es no interpretarlo como una velada crítica al propio atractivo, a la virilidad sexual, a las capacidades o a la personalidad. Gottman habla de tener la misma actitud que un cocinero profesional: “Un chef no se siente agraviado si una noche un cliente no desea comer polenta, o tiene aversión a los calamares… se limitará a cocinar lo que satisfaga su paladar”.

Esto no significa, desde luego, acceder a todas las peticiones. Habrá que decidir con cuáles nos sentimos cómodos/as, y con cuáles no. Pero la sexualidad es muy maleable, y es muy posible hacer concesiones mutuas que resulten placenteras para las dos partes.

En la variedad…

Con frecuencia las expectativas obstaculizan una vida sexual satisfactoria. No todo el sexo tiene que ser de la misma calidad o intensidad. A veces, no demasiadas veces, parece que nos toca el alma, y otras se siente como mero placer. Puede ser lento o breve. Y está muy bien toda esa variedad. Y tiene que haber ocasiones en las que el sexo es una expresión de amor (mejor si esto sucede seguido).

Si una pareja quiere enriquecer su vida sexual necesariamente deberá aprender sobre gustos propios y del otro, y utilizar estos conocimientos a la hora del encuentro. ¡Tenerlos muy presentes! Aplicarlos, siendo conscientes de las reacciones que se generan, lo cual significa sintonizar con el lenguaje no verbal. Pero ojo, esto no invalida el uso de las palabras, incluso mientras se está haciendo el amor.

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