En la Copa América de la inflación en alimentos, Argentina está segunda

En la Copa América de la inflación en alimentos, Argentina está segunda

Los precios se aceleraron este año más que en otros países de la región, según un informe privado.

LO JUSTO Y NECESARIO. Los consumidores intentan medir las compras en los principales alimentos. LO JUSTO Y NECESARIO. Los consumidores intentan medir las compras en los principales alimentos.

La inflación sigue siendo uno de los principales problemas económicos del país. En materia de bienestar la suba del costo de vida afecta particularmente a aquellas familias que dependen de ingresos que o bien se encuentran relativamente fijos o no pueden ajustar tan rápido como sí lo hacen los bienes y servicios de la economía. En el caso de productos básicos, la canasta de alimentos se encareció un 2,9% en setiembre, luego de haber logrado bajar al 1,5% en  agosto. Los precios de estos productos habían arrancado el año con tasas de inflación superiores al 4% mensual, para ubicarse luego más cerca del andarivel del 3%.

En lo que va del año la inflación en alimentos promedia el 3,5% mensual, acelerando respecto del mismo período del año previo (+2,6%) y ubicándose en niveles levemente inferiores a los de los últimos dos años de gobierno de la gestión anterior, advierte un reporte del Instituto para el Estudio sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (Ieral). Frente a esta aceleración, la Secretaría de Comercio Interior estableció un congelamiento de precios de una canasta amplia de bienes, en su gran mayoría alimentos y bebidas, hasta el 7 de enero de 2022, en un intento por aminorar el ritmo al que crecen los precios en el último trimestre del año. La nueva medida debe evaluarse desde una lógica estrictamente política, la intención de mostrar a un gobierno preocupado y ocupado en el control de la inflación en las semanas previas a las elecciones, más no por su efectividad potencial para lograr cierto éxito en el objetivo que ella persigue, señala el economista de la Fundación Mediterránea Juan Manuel Garzón. 

Toda la evidencia señala que este tipo de medidas tiene, en el mejor de los casos, un efecto reducido y fugaz sobre la dinámica de los precios, particularmente cuando esta fuerte intervención sobre el mercado se implementa, como sucede esta vez, en un contexto de desequilibrio fiscal financiado con emisión de dinero, tasas reales de interés negativas y mucha incertidumbre respecto del futuro de la coalición del gobierno y la economía del país en un eventual (y muy probable) revés en las próximas elecciones de medio término, considera el especialista.

Si se analiza lo sucedido en los 22 meses de gobierno que lleva la actual gestión, la inflación en estos productos acumula un 94% contra un 57% para el mismo tiempo de gobierno de la gestión anterior. Y si bien se está comparando contra los dos primeros años del gobierno de Mauricio Macri, los que serían a la postre los de mejores resultados en materia inflacionaria, el interrogante (y temor) que surge es si los dos primeros años de gobierno de Alberto Fernández no habrán sido también los mejores en materia inflacionaria, sostiene el diagnóstico privado al que accedió LA GACETA.

Desde diciembre de 2019 hasta el presente, los precios minoristas de alimentos y bebidas no alcohólicas han ido más rápido que los precios mayoristas (mismo rubro) y, en los últimos meses, también que el tipo de cambio oficial. Mientras los precios mayoristas de alimentos acumulan una suba del 70% en este período, los minoristas se encarecieron un 94%, es decir 24 puntos porcentuales más. 

"Si bien estos dos índices no deben necesariamente evolucionar exactamente de la misma manera y parte de la diferencia puede explicarse en cuanto a que sus canastas de bienes y ponderaciones no son iguales, otra parte de la brecha que se ha abierto entre ambas puede señalar o bien que los precios de los no transables incluidos en mayor proporción en los costos de los minoristas están yendo más rápido que los precios a salida de “fábrica” de alimentos, o que los minoristas están intentando recuperar márgenes perdidos en el pasado (2018/2019) y/o una combinación de todas estas posibles razones", expresa Garzón. Así, los precios minoristas se despegan del tipo de cambio oficial a fines del año pasado y que la clara desaceleración en el ritmo de crecimiento de este último parece no haber hecho mella en la dinámica de los precios internos de los alimentos.

Al focalizar el análisis en la división “alimentos y bebidas no alcohólicas” de los IPC de cada uno de los países de la región, el Ieral observa que tanto en la Argentina como en la región hubo una aceleración en los precios debido al reajuste de los valores internacionales, aunque los niveles son completamente distintos, cada vez más problemáticos para nuestro país (esto contrasta con la importante desaceleración que se observa en dos variables que, a priori, influyen sobre los precios internos de los alimentos: el tipo de cambio oficial hasta principios de este mes, y los precios internacionales de commodities y alimentos), mientras que más manejables para el resto de países. 

Cuando se analiza el caso por caso de los distintos países se encuentran matices que el Ieral detalla: cuatro países de la región muestran desaceleración (Chile, Uruguay, Costa Rica y Brasil), cuatro de ellos aceleración (Perú, Paraguay, Bolivia y Colombia) y dos casi que no presentan cambios (México y Ecuador). La tasa de inflación mensual más alta se observa en Colombia (+1,3% mensual) y la más baja en Costa Rica (-0,1%). Brasil y Uruguay, dos países limítrofes y quizás más comparables por canastas de consumo con la Argentina muestran tasas parecidas, del 0,6% mensual en 2021.

Así, en la Argentina la inflación en alimentos y bebidas no alcohólicas, que promediara el 3% mensual en 2020, este año ha subido al 3,5% mensual (IPC Indec Nacional). Por su parte, en Latinoamérica, la inflación para el mismo rubro de bienes fue del 0,6% mensual durante este año (valor mediano), considerablemente más baja a la de Argentina, pero mayor a la de 2020 (0,3% mensual).

La inflación acumulada de la canasta de alimentos de Argentina en lo que va del año llega al 36,4%, la más alta de la región excluyendo Venezuela, país del que no se dispone de estadísticas oficiales pero que, de acuerdo a relevamientos privados, atraviesa un fuerte proceso hiperinflacionario (435% inflación). Después de Venezuela y Argentina, aparecen Colombia con una inflación del 12,2%, Paraguay con el 7,6% y Perú con el 6,5%. Respecto del mismo período del año pasado, Argentina ha incrementado su inflación en 10 puntos porcentuales (del 26,5% al 36,4%); desde niveles muchos más bajos, pero con un aumento parecido se encuentran Paraguay (+9,7 pp, de una deflación del 2,1% ha pasado a una inflación del 7,6%) y un poco más lejos Colombia (+7,5 pp), considera el instituto que depende de la Fundación Mediterránea.

“Somos uno de los tres países del mundo con la inflación más alta porque seguimos debatiendo cuestiones de sentido común. Para bajar la inflación el gobierno debe reducir el déficit fiscal. De otra forma, los argentinos seguirán empobreciéndose”, dice la economista de la Fundación Libertad y Progreso, Natalia Motyl. Para verdaderamente bajar la inflación, es necesario implementar reformas estructurales en lugar de medidas puntuales y oportunistas. 

"Es el exceso de pesos -que se suma a una demanda de dinero en retroceso- lo que provoca el descontrol de precios. Para evitar que el Banco Central emita dinero para financiar al Tesoro, es menester reducir el gasto público y, consecuentemente, el déficit fiscal", remarca la especialista.

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