Fracasos institucionales que desacreditan a la dirigencia política

Fracasos institucionales que desacreditan a la dirigencia política

22 Octubre 2021

Las instituciones políticas del Estado están al servicio de la ciudadanía para ordenar la vida en sociedad y para garantizar que todos sean iguales antes la ley, que nadie tenga privilegios especiales. Sin embargo, cuando las autoridades políticas elegidas por el pueblo ponen por encima del bienestar general sus intereses particulares generan el descreimiento en los organismos estatales y en la acción política misma. Tal lo que acontece en el Concejo Deliberante de Concepción, donde ayer, por cuarta vez, fracasó la convocatoria para designar las autoridades de la mesa de conducción. La impresión tras las numerosas citas y las tantas frustradas sesiones es que los concejales están priorizando sus ambiciones personales por sobre el bienestar de los vecinos. La señal que brindan es que están más preocupados por resolver sus propias internas políticas antes que atender la agenda de prioridades de los concepcionenses.

Los vecinos deben seguir atónitos cómo sus representantes anteponen sus intereses particulares sin llamar a una sesión para debatir sobre sus necesidades. Si bien es normal que los cuerpos legislativos tengan que renovar o ratificar sus mesas directivas una vez al año, por esta época en general, es toda una rareza lo que está ocurriendo en el Concejo de la Perla del Sur. Es claro que hay intereses cruzados, ambiciones individuales y sectoriales que están en pugna; es lo habitual y hasta entendible que suceda, lo que causa atención es cómo la dirigencia de esta ciudad pone en evidencia que la resolución de este proceso interno parece estar por encima de lo que les importa a sus representados. Seguramente que no los eligieron para pelearse o para preocuparse sólo por sus futuros políticos y dejar de lado los asuntos que hacen al bienestar general. No le hacen bien a la política, alientan su descrédito y alimentan la creencia popular de que hay una clase dirigente que sólo se concentra en sus propios beneficios personales y los privilegios que puedan obtener.

El polémico debate del cuerpo legisferante de Concepción va más allá de la mera normalización de cuerpo directivo y no parece que haya conciencia del rol social que tienen estos referentes del pueblo, porque lo que se ve es una lucha a cara descubierta por ocupar los puestos expectantes en la conducción ante la posibilidad de que el intendente, Roberto Sánchez, renuncie al cargo si es que resulta electo diputado nacional en los comicios del 14 de noviembre. Desnudó los intereses políticos entre integrantes de varios espacios partidarios, pero a tal nivel –expresado en las cuatro convocatorias fracasadas- que revelan que sería más importante resolver sus propios futuros que mejorar el de la ciudadanía a partir de tratar ordenanzas que mejoren la calidad de vida general. Además, es impactante que se cite a una sesión sin que se haya llegado a un acuerdo previo, algo básico en el desarrollo de la actividad legislativa, especialmente cuando no se tienen los números para imponer decisiones.

Es un detalle político frente a lo que está ocurriendo en el Concejo Deliberante y la imagen que están brindando la ciudadanía: la falta de consenso, de diálogo, de grieta, y solo porque anteponen intereses y ambiciones personales por sobre las necesidades vecinales, para lo cual han sido elegidos y han obtenido la confianza del pueblo. De alguna manera, con este tipo de gestos están defraudando esa confianza popular y alimentando el descrédito sobre una actividad cada vez más devaluada: la política.

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