Claves para obtener la ciudadanía italiana

Claves para obtener la ciudadanía italiana

Cada vez más argentinos, con ancestros de origen italiano, optan hacer el trámite. Te brindamos una guía de cómo se gestiona y testimonios de quienes ya consiguieron el otro pasaporte.

Claves para obtener la ciudadanía italiana

No es una sensación, es una realidad: cada día 100 argentinos dejan su patria, según datos oficiales de la Dirección Nacional de Migraciones. Aproximadamente 600.000 personas salieron al exterior en los primeros meses de 2021; un 4% de ese número (26.000 personas) se fue desde Ezeiza con nuevos rumbos. “Mudanza” fue la razón que confirmaron, según consignó Clarín. Por supuesto, el número puede ser mayor. De hecho, muchos migran con visa de turista y después eligen establecerse en otro país.

Y eso no es todo: el 70% de los jóvenes, de entre 16 y 24 años, quieren abandonar Argentina, informa un estudio de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE). Los países que más elige este rango etario son España, Estados Unidos e Italia. ¿Qué los mueve a querer irse? Los problemas económicos que atraviesa el país, y las mejores posibilidades de crecimiento profesional en el exterior son los principales motivos.

Con este panorama, el camino que construyeron muchos antepasados (el 50% de los argentinos tiene ascendencia italiana) ahora se revierte. Cada vez más compatriotas indagan sobre sus raíces para acceder a la doble nacionalidad. Y tramitar la ciudadanía italiana es una opción elegida cada vez más.

Hay una verdad: el trámite no es rápido ni fácil, pero tampoco imposible. María Virginia Bosio está hace siete años esperando un turno para presentar los papeles; José Sbrocco sacó hace cuatro años la cita para el trámite, que pudo realizar hace días; Luciana Chimirri tardó aproximadamente seis años para tener la ciudadanía; y la familia de Mariano Neme inició los trámites 15 años antes de lograr tener el pasaporte.

Cada historia es una experiencia signada por diferentes trabas. Si el apellido está mal escrito, si el ascendiente italiano salió ilegal de su país, si se casó en otra provincia o en otro país, si se naturalizó argentino... Cada pequeño detalle puede complicar, atrasar o incluso anular la posibilidad de obtener la ciudadanía. Pero eso es para otra historia (ver página 2)

Reconstruyendo la historia

Vamos por partes. Si quiero sacar la ciudadanía, ¿por dónde empiezo? De abajo hacia arriba. “Luego de confirmar la existencia de un ancestro italiano, lo primero es buscar mi partida de nacimiento, luego la de mi padre o madre (por la línea que tengás ascendiente italiano) y ahí se busca hacia arriba hasta llegar al familiar nacido en Italia”, explica Marcelo Castagno, vicepresidente de la Federación de Asociaciones Italianas de la circunscripción Córdoba (FAIC).

Existen dos vías administrativas: la paterna y la materna. En el caso de la primera, la transmisión de la ciudadanía es sin límite generacional (desde 1861) pero en la segunda, sólo se transmite a los hijos nacidos después del 1 de enero de 1948. En este último caso, todavía puede realizarse la reconstrucción de la ciudadanía, pero para ello será necesario hacerlo por vía judicial. Y eso es otro cantar...

Es probable que la primera traba que se presente sea conseguir las actas (nacimiento y matrimonio, si se casó en Italia) del ascendiente italiano. Para ello se deberá escribir un correo electrónico a la comuna de donde nació para corroborar si el acta existe y si puede ser enviada por correo a Argentina. “La recepción de la partida que te habilita para abrir el trámite de ciudadanía es siempre por correo postal. Al pedido lo hacés por internet y esperás que te respondan, seguramente te confirmen que está allí la partida, y pedís que se te envíe por correo porque la necesitás, con todas las autenticaciones, para un trámite ante el gobierno italiano, y ellos te la envían”.

Que la partida llegue al domicilio desde Italia suele durar meses, más que nada por la lentitud del correo nacional. “Para sacar la ciudadanía fundamentalmente hay que ser muy perseverante y tener mucha esperanza de que uno va a llegar a la recta final”, aclara Chimirri.

Otras cuestiones

Bosio, por ejemplo, viajó a Italia para traer actas de su abuelo. “Estuve tres horas esperando bajo la nieve a un curita hasta que me dio el certificado de bautismo”, recuerda. “Mi abuelo vino como polizón en 1890 a buscar un futuro mejor. Primero vino él y después trajo a mi abuela”, relata.

La partida de nacimiento no es lo único que puede complicar la gestión. “En mi caso lo más dificultoso fue que mi bisabuelo se había casado en Catamarca, con una catamarqueña. Entonces tuvimos que ir para ahí a buscar el acta y empezar la reconstrucción del árbol genealógico”, cuenta Sbrocco.

Conseguida el acta de nacimiento del inmigrante y todas las demás actas de nacimiento, matrimonio y defunción de la linea (la lista de toda la documentación necesaria está disponible en página 2), hay que tramitar el certificado de no naturalización de la Cámara Electoral. En pocas palabras, un certificado que acredite que el ascendiente nunca renunció a su ciudadanía italiana. “Lo que pasaba muchas veces es que el italiano venía sin escolarizarse, no sabía leer español...y, como para un trabajo tenia que firmar, firmó, y probablemente renunció a su verdadera patria sin saberlo”, explica Castagno.

El último paso

Una vez conseguidas todas las actas legalizadas, deben ser apostilladas y traducidas a italiano. “Y debe hacerse con un traductor público matriculado, que garantice la exactitud de la terminología”, advierte el funcionario. Las traducciones deben ser, entonces, “oficiales”; se recomienda pedir en el viceconsulado la nómina de traductores matriculados. Luego se puede sacar turno para presentar los papeles en la oficina correspondiente. A los tucumanos les corresponde el consulado en Córdoba (también se puede gestionar directamente en Italia, de manera más rápida).

Ahora bien, presentar los papeles no significa que inmediatamente se es ciudadano italiano. El trámite dura meses (e incluso años) dependiendo la comuna en la que el ascendiente haya nacido.

“Yo presenté las cosas en el consulado y a los seis meses recibí una carta de la comuna en la que me inscribí diciendo que ya era ciudadano registrado en ese pueblo, pero las experiencias son muy diferentes según el tamaño del lugar al que mandás”, aclara Castagno.

Luego de obtener la ciudadanía, viene el trámite del pasaporte, que toma otros meses. “Cuando tuve que sacar el turno para el pasaporte, me lo dieron para dentro de un año y medio. Una vez tuve que ir para que me tomen los datos y otra vez a retirarlo”, comenta Julián Luna Pastore.

Neme también tuvo problemas para conseguir turno. “El mayor problema fueron los incómodos horarios del consulado de Córdoba y la pandemia, pero fue un trámite mucho más rápido que el de la ciudadanía”, resume.

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