Qué podés hacer el próximo fin de semana largo

Qué podés hacer el próximo fin de semana largo

La última experiencia mostró un gran aumento de la demanda de servicios. Anticipate y organizate desde ya: sólo falta poco más de un mes.

 la gaceta / fotos de osvaldo ripoll (archivo) la gaceta / fotos de osvaldo ripoll (archivo)

A los argentinos nos queda sólo un fin de semana largo antes de que se termine 2021. Y los antecedentes del que terminó el lunes dejan un importante aprendizaje: si queremos “sacarle bien el jugo” al que se extenderá entre el 20 y el 22 de noviembre, no podemos dormirnos con las reservas de hospedaje, de pasajes (si no vas a moverte en tu auto) ni de entradas a los museos o a los espectáculos... Recordemos que la pandemia no se terminó y que hay protocolos que respetar para seguir cuidándonos.

Pensar y organizar este último de 2021, de paso, puede ser un buen tiempo para ir entrenándonos y definir las vacaciones largas del verano.

Lo que pasó

Sucede que nuestra provincia en general, y algunos lugares de ella en particular, ha logrado despertar un profundo interés de propios y extraños.

“Este fin de semana extra largo Tucumán se encontró entre las provincias más elegidas del país para viajar. Ya antes de su inicio contábamos de un nivel de reservas del 90% -o superior- de las plazas hoteleras”, informó el presidente del Ente Tucumán Turismo, Sebastián Giobellina

Según el informe del Ente, si bien el lugar preferido volvió a ser Tafí del Valle, con un 97% de ocupación (un 19% más que en 2019), en El Cadillal, por ejemplo -lugar en el que, destacó el funcionario, se hizo una importante inversión en infraestructura-, la ocupación de plazas de hospedaje aumentó un 92%...

La tendencia de la demanda de turismo de cercanías, se piensa, se va a sostener: aunque han bajado las restricciones de desplazamientos, y las aerolíneas van aumentando destinos y frecuencias, los costos de viajar lejos siguen siendo comparativamente altos.

Lo que podés hacer

Ya lo sabemos, pero siempre viene bien “repasarlo”: Tucumán es la provincia más pequeña del país en kilómetros cuadrados, pero ofrece una variedad de paisajes increíbles. Las montañas pueden estar “peludas” de selva, como en cercanías de San Javier y Raco, al Oeste, o en el Parque Nacional Aconquija, al Sur por ejemplo; pero también las tenemos casi desérticas y pobladas de cardones, como en la zona de Amaicha, Ampimpa, el Pichao...

Tenemos dos grandes diques (en El Cadillal y en Escaba) que permiten escapar del calor en sus playas y deportes náuticos, además de caminatas por los alrededores... Son clásicos, y están muy buenos.

Salirse de los moldes

Pero también hay rutas temáticas que pueden hacerse en poco más de dos días “con seriedad y no a las apuradas”, como dice Carlos Gómez, desde su experiencia de 42 años como guía profesional de turismo y empresario de turismo receptivo, y enumera sólo algunos ejemplos: San Pedro y el balneario del Boyero; Lules y la quebrada; Alpachiri con caminatas en la yungas y el Jardín de los Picaflores; un encuentro con el Universo en Ampimpa y su observatorio...

Y hay más, pero para esta nota elegimos “seguir los pasos de las antiguas culturas en El Mollar, Amaicha del Valle, Quilmes, El Pichao, Santa María y Fuerte Quemado (ver aparte “Turismo histórico”)

“Lo ideal para este viaje al pasado sería hospedarse las dos noches en Amaicha, que tiene buena oferta y queda más o menos a mano de todos los sitios arqueológicos”, recomienda Gómez.

La otra propuesta recorre entre paisajes increíbles, en apenas 100 kilómetros de los Valles (entre los de la mítica ruta nacional 40 y la provincial 307), la Ruta del Vino.

Hay 10 bodegas que reciben visitantes. “Y tenemos distintas tipologías, desde la artesanal y comunitaria Los Amaichas (única en su tipo en Sudamérica) a las industriales, que producen miles de litros, pasando por los productores caseros”, cuenta María de los Ángeles Aredes López, coordinadora de la Ruta del Vino de Tucumán en el Ente Turismo.

“La cultura vitivinícola del Valle, tanto en Colalao como en Amaicha, es muy antigua. Por entero hay viñedos, y todas las familias hacen vino, y la gente es superagradable y recibe a los visitantes muy bien”, resalta.

Informa que los protocolos sanitarios se están cumpliendo en todas (“como destino turístico Tucumán tiene los sellos save travel”, señala), y que las visitas deben coordinarse con cada una. “Los datos de contacto de todas están en https://www.tucumanturismo.gob.ar/ruta-del-vino/232/16187/bodegas-turisticas”, informa.

Turismo histórico

Los Valles conservan sitios arqueológicos y riquísimas tradiciones que nos permiten, además del viaje por tierra, uno marcha atrás en el tiempo. Este camino puede arrancar en el parque los Menhires (abierto lunes a sábado de 9 a 19 y domingos de 9 a 14), en El Mollar,  y llegar en Catamarca, hasta cerca de Santa María. En el camino es parada obligada la Ciudad Sagrada de los Quilmes (el Centro de Interpretación abre todos los días de 8 a 13 y de 14 a 18). Desde allí, hacia el Norte por la RN40, en El Pichao,  están las Ruinas de Condorhuasi, habitadas ya en el año 1000; allí se refugiaron algunos de los quilmes cuando la Ciudad Sagrada  cayó en manos de los españoles en 1667. Tomando en hacia el Sur podés visitar sitios catarmarqueños (como “La Ventanita, en Fuerte Quemado; la ciudadela de Cerro Pintado, en Las Mojarras, o los dos Loma Rica, ubicados a unos 12 km de San José: Loma Rica de Shiquimil y Loma Rica de Jujuil, muy cerca uno del otro).

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Bodegas de altura

Los viñedos del Valle se plantan desde fines del siglo XVI, y desde fines del siglo XIX se elaboran vinos para el mercado. Hoy hay en nuestro Valle 14 bodegas en producción, pero una de ellas, que funciona desde 2016, es muy especial: a cargo de la comunicad de los Amaicha, es la única en bodega comunitaria de Sudamérica y la tercera en el mundo. Su diseño particular representa las unidades habitacionales propias del período prehispánico en nuestro NOA. Son tres habitáculos cilíndricos interconectados, para construir los cuales se utilizó el pircado, técnica ancestral de elevación de muros. El emprendimiento se sostiene en el trabajo de unas 60 familias indígenas. El vino que producen se llama Sumak Kawsay (que significa “buen vivir» en lengua quechua), mayoritariamente las variedades malbec (80%) y criolla (20%), esta última cepa año a año más valorada por los visitantes debido a su condición de uvas orgánicas.

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