“La guerra de las gorras” genera temor en la plaza Urquiza

Decenas de jóvenes protagonizaron una batalla campal en el paseo. Asistieron en el Avellaneda a un adolescente. Preocupación de vecinos.

ROTUNDO CAMBIO. Después de haber sido escenario de una batalla campal, la plaza Urquiza recuperó ayer su movimiento familiar. LA GACETA / FOTO DE ANTONIO FERRONI ROTUNDO CAMBIO. Después de haber sido escenario de una batalla campal, la plaza Urquiza recuperó ayer su movimiento familiar. LA GACETA / FOTO DE ANTONIO FERRONI

Los testigos directos dijeron que se trató de una verdadera batalla campal. Una de esas peleas que sólo se ven en las películas ambientadas en la Edad Media o los filmes o series de vikingos. La lucha fue cuerpo a cuerpo, donde llovieron los golpes de puño y las patadas. Fue tan espectacular que ya fue bautizada como “La guerra de las gorras”. Generó terror en la plaza Urquiza y el desbande de familias enteras que habían concurrido al lugar a disfrutar de una tarde primaveral. Sólo se reportó que un adolescente resultó herido, pero por la violencia desplegada, no se descarta que haya más.

Todo comenzó a las 18 del viernes. Al paseo público comenzaron a arribar grupos de jóvenes desde distintas direcciones. Decidieron ubicarse en el centro del paseo. En cuestión de minutos, los adolescentes comenzaron a desafiarse con cánticos y después terminaron agrediéndose. “Eran como 200 que se daban con todo. Fue muy violento. Había policías, pero fueron rápidamente superados por la cantidad de chicos que tenían entre 14 y 17 años. Recién dejaron de pegarse como animales cuando llegaron más refuerzos”, indicó María Fernanda Ballesteros.

La docente, que vive en Barrio Norte, agregó: “los uniformados lograron dispersar a los mocosos, pero se fueron corriendo por la 25 de Mayo hacía el sur. Allí también siguieron pegándose como animales. Fue lo más violento que vi en mi vida. Me jubilé como profesora de secundaria, pero jamás me imaginé una cosa así”.

Justamente, el único adolescente que se presentó en un hospital para ser atendido por las lesiones que sufrió dijo que recibió una golpiza en 25 de Mayo al 600. El joven, de 17 años, oriundo de Buenos Aires, se presentó junto a su tía en el hospital Avellaneda pasadas las 22 con una lesión en el rostro y politraumatismos en diferentes partes del cuerpo.

A los policías de la guardia del centro asistencial les contó que fue atacado por tres chicos que le aplicaron un golpe de puño que lo hizo caer al suelo y luego le aplicaron numerosas patadas. El lesionado no supo explicar los motivos de la agresión.

“¿Hubo un solo herido? Eso fue un milagro. La verdad es que con el salvajismo que se enfrentaron podría haber sido mucho peor. Estamos hablando de chicos que se pegaron entre 10 y 15 minutos sin parar. Algún día uno vendrá con una navaja y el problema será mucho más serio”, explicó Luis Herrera Martínez, otro habitante de ese sector de la ciudad.

Una costumbre

Ernesto García trabaja desde hace varios meses en uno de los bares de la zona. “Este tipo de peleas son frecuentes, especialmente los viernes al mediodía. Siempre hay policías y los separan cada vez que se agarran. Pero en esta oportunidad hubo dos problemas: por el feriado se encontraron a la tarde y por las fiestas de la Virgen, había menos uniformados porque los desplazaron por el tema de las procesiones”, analizó.

Varios vecinos aseguran que los jóvenes protagonizan lo que ellos llaman “La Guerra de las Gorras”. Los grupos se convocan a través de las redes sociales para pelearse a mano limpia para quedarse con la gorra del rival. “La verdad es que no se puede creer lo que tienen en la cabeza estos chicos. Son unos animales y ese es el futuro. A veces prefiero que se vayan del país estos changuitos y no los profesionales porque no consiguen trabajo”, destacó Esther Medina.

Usar gorras es una moda que pegó fuerte entre los adolescentes. Para algunos es un símbolo de poder. Cuanto más caro sea ese artículo, más “picante” es su propietario que combina ese elemento con alguna camiseta de un club de fútbol internacional y una moto. El valor del elemento oscila entre los $1.200 y los $4.500.

Ayer no habían quedado rastros de la batalla campal en el paseo. Sólo los comentarios que corrían de boca en boca. “Se dice que son los alumnos de los colegios de la zona, públicos y privados, pero también los identifican de otros establecimientos más alejados. Pero lo único concreto es que son muy salvajes”, agregó Medina.

Control

El segundo jefe de la Unidad Regional Capital Joaquín Girvaux, informó que los controles en la plaza son permanentes porque allí se concentran varios efectivos de la Dirección de Guardia Urbana. “Se convocan por las redes sociales para pelearse. Cuando observamos la presencia de varios grupos, se piden refuerzos para neutralizarlos. Estamos investigando quiénes son para solucionar el problema”, aseguró.

Esteban es uno de los skaters, otra tribu que habita en la plaza Urquiza, que dijo no haber estado cuando se desencadenaron los incidentes. “Nos corren porque andamos por la vereda, pero a estos que se pegan y corren a la gente no le dicen nada. Cada uno hace lo que quiere, pero eso no da”, fue lo único que declaró sin mover el dedo acusador en contra de nadie.

“Esto no es cuestión de la Policía. Aquí hay una falla enorme de los padres y de los educadores. ¿Cómo puede ser que nadie sepa qué está pasando con estos chicos? Deberían ir casa por casa, a los colegios, para que sientan que están siendo observados”, concluyó el vecino García.

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