Facundo Manes: “quienes son resilientes logran cambiar el mundo”

Facundo Manes: “quienes son resilientes logran cambiar el mundo”

El neurólogo y candidato a diputado por Juntos en Buenos Aires presentó vía virtual el libro “Ser humanos”, que escribió con Mateo Niro.

EL VALOR DE LA EMPATÍA. Manes plantea la necesidad de desarrollar un espíritu colectivo.  EL VALOR DE LA EMPATÍA. Manes plantea la necesidad de desarrollar un espíritu colectivo.

El neurólogo y precandidato a diputado nacional por Juntos en la provincia de Buenos Aires, Facundo Manes, presentó su último libro escrito junto a Mateo Niro, “Ser Humanos”, en una conferencia de prensa virtual. “El libro Ser Humanos (Planeta, 2020) es necesario porque resume, con rigurosidad científica y atractivo, a todo el mundo, lo que sabemos de décadas de investigaciones sobre nuestro cerebro y lo que nos hace humanos”, explicó Manes durante un encuentro virtual que duró más de una hora en donde conversó con periodistas latinoamericanos. “Este libro es de científicos y habla sobre cómo la ciencia avanza sobre temas que antes estaban restringidos a filósofos, líderes religiosos. Hoy tenemos desde la ciencia, mucho más para aprender”, recalcó el neurocientífico.

Durante la pandemia y el aislamiento obligatorio que se vivió en Argentina, el investigador Manes alzó su voz para criticar las consecuencias del mismo en la salud mental de la población. Así, este libro de 560 páginas que explica básicamente de dónde venimos, quiénes somos y hacia dónde vamos, tiene como disparador la pandemia por la covid-19. Algunas preguntas de colegas periodistas de distintos países del cono sur y de LA GACETA, se reproducen a continuación:

- Como sociedad, ¿cómo vamos a salir de la pandemia?

- Más allá del dolor y sufrimiento que atravesamos y que estamos atravesando, el impacto psicológico de la pandemia va a durar más. Pero más allá de eso, sabemos que el ser humano posee una capacidad de adaptación positiva que es posible aún en el dolor más extremo.

Una vez conversé con un paciente que estuvo en Auschwitz (campo de concentración nazi) y le pregunté cómo se podía vivir luego. Me respondió que el dolor, después de esa experiencia, nunca era total ni la alegría o felicidad era total. Los seres humanos podemos adaptarnos positivamente y en las situaciones críticas muchas personas y sociedades desarrollan resiliencia que es la capacidad que tenemos para adaptarnos. La resiliencia es la capacidad psicológica de lidiar con el estrés y las dificultades. Quienes son resilientes logran cambiar el rumbo, sanar y continuar trabajando hacia sus objetivos. Las pandemias siempre cambiaron a las sociedades, hay que ver si se sale mejor o peor. Nada está escrito de lo que va a venir, depende de nosotros.

- En el libro destacan mucho la empatía, ¿por qué?

- Nosotros planteamos la necesidad de desarrollar un espíritu colectivo para lo que viene y una palabra clave para esto es la empatía, que es una habilidad cerebral que nos permite imaginar qué siente el otro.

La empatía nos hace ver que aunque las creencias no coincidan con las nuestras puede haber semillas de verdad en la creencia del otro. Parece fácil, pero no lo es. Hay una empatía cognitiva que es esa y otra emocional que nos hace sentir el dolor del otro. Es clave porque nos permite fusionarnos como un todo social que necesita de los demás y de cada uno para salir adelante.

- ¿Cómo visualizan al mundo que viene?

- Planteamos junto con Mateo Niro que el mundo que viene será híbrido y que van a existir competencias humanas que van a ser inimitables y que vamos a tener que trabajar en esas habilidades propias de los humanos como la habilidad para resolver problemas complejos, encontrar respuestas novedosas, la creatividad humana y la sensibilidad estética, la capacidad de pensar críticamente, de observar, reflexionar. El contacto con otros seres humanos, lidiar con personas difíciles o detectar líderes son cosas que ni las máquinas más inteligentes podrán hacer.

Las máquinas nunca podrán ser iguales a nosotros en empatía, inteligencia colectiva. Vamos a un mundo híbrido en donde la tecnología y el humano van a convivir. Por esto hay que fortalecer las habilidades que nos hacen humanos.

- ¿Y cómo serán las nuevas generaciones, con respecto al cerebro?

- Nuestro cerebro es el mismo desde hace miles y miles de años de evolución en donde sí hubo saltos evolutivos como el pasar a ser bípedos, adquirir lenguaje, la memoria, transmitir la culturas, o la capacidad de vivir en grupos complejos como el nuestro.

La anatomía del cerebro es la misma que hace 40.000 años; lo que sí puede cambiar es la interacción de nuestro cerebro con la tecnología, algo que ya es una realidad. Hoy uno puede pensar mover el brazo y ese pensamiento se registra con electrodos; decodificar por algoritmos complejos y estimular un brazo robótico que mueve efectivamente un brazo. Vemos que una cosa posible es que la evolución sea algo híbrido de interface cerebro - máquina.

Por otro lado, yo creo que vamos a volver a ser humanos. O sea, lo más cool y sofisticado que vamos a tener en unos años es el contacto humano. Nos va a parecer una locura, dentro de cuatro años, que alguien esté todo el día chequeando el WhatsApp del teléfono. Nos va a parecer como alguien que está fumando en un avión o en un restaurante. Porque la multitarea nos mata, nos agota. La multitarea nos crea una falsa ilusión de que somos más productivos cuando en realidad caemos en el rendimiento, nos equivocamos pero tenemos la ilusión de que somos más productivos. Nos produce ansiedad, nos sentimos agotamos.

Creo que en las próximas generaciones el cerebro no cambiará en su anatomía pero sí a nivel de conducta. Algo que nos define como humanos es que somos seres sociales. ¿Cómo definimos al cerebro, el órgano más complejo del universo en dos palabras? Yo te digo que es un órgano social.

- En el libro sostienen que el amor está ligado al cerebro y que es un proceso mental, ¿cómo explican este sentimiento?

- Antes, quiero destacar que el uso cotidiano de estos términos hace que tengan muchas significaciones; por eso es difícil para la ciencia medirlos, porque necesitamos reemplazar estos conceptos con otros bien definidos para poder estudiarlos. Aclarado esto, yo hablo desde el amor desde un punto de vista científico.

Cuando nos enamoramos nos olvidamos del mundo y solo vivimos en función de la persona de la cual nos enamoramos. Es un poderoso sentimiento que se apodera de nosotros, no queremos separarnos del otro y hay muchas investigaciones sobre qué pasa en nuestro cerebro cuando nos enamoramos. El amor es una experiencia que involucra masivamente los sistemas cerebrales de recompensa en la base del cerebro que nos da placer. El amor activa ese circuito de placer de recompensa. Este sentimiento también está relacionado con la perpetuación de la especie, o sea que tiene una función biológica de mucha importancia.

En los últimos años recién se ha empezado a explorar qué pasa en el cerebro cuando nos enamoramos. Según la neurociencia social, podemos intentar definir el amor como un estado mental subjetivo que consiste en una combinación de emociones de motivación claves en el logro de metas y objetivos. Cuando las personas están enamoradas se sienten motivadas y tienen mayor capacidad para enfocar la atención y reportan más felicidad. Además, desactivan los circuitos cerebrales responsables de emociones negativas y se trabaja menos la parte racional frontal del juicio. Esto es una hipótesis, quizás sea por fines biológicos porque hace que la reproducción improbable sea más probable si suspendemos el juicio.

También se estudió que el amor maternal y el amor romántico activan áreas similares del cerebro. Es clave entender que el cerebro dicta toda la actividad mental pero el corazón, escuchen bien, es más la víctima de las emociones que el origen de las emociones.

Otra verdad es que cuando uno está enamorado cumple criterios de adicción; se activan las mismas zonas y uno no puede dejar de pensar en la persona como el adicto no puede pensar en lo que le da la adicción.

Los estudios del cerebro y el amor conforman un campo de la neurociencia que aún está en pañales; todo esto son algunas ideas que están surgiendo pero realmente falta mucho para que la neurociencia tenga una respuesta sobre el amor. O quizás, por suerte, nunca la tengamos.

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