Fiestas clandestinas: la recreación de los chicos obliga a buscar consensos

Fiestas clandestinas: la recreación de los chicos obliga a buscar consensos

Profesionales explican que los jóvenes llegan a transgredir normas para satisfacer necesidades y esto llegó a modificar dinámicas hogareñas.

La pandemia aún no terminó, la campaña de vacunación avanza a un ritmo desacelerado y ante este escenario las restricciones sobre algunas actividades de la vida nocturna siguen vigentes. Actualmente, los boliches pueden trabajar bajo la modalidad de bar, hasta la una de la mañana y con una ocupación máxima del 70% de su capacidad. Aunque la Cámara de Propietarios de Discotecas y Afines de Tucumán ya planteó la propuesta de retomar la actividad, exigiendo un “pase sanitario” a sus clientes, las respuestas no llegan y las fiestas clandestinas se reproducen constantemente.

Hace poco, el presidente Alberto Fernández hizo referencia al contexto que la pandemia ha impuesto a los jóvenes argentinos y remarcó que las restricciones impuestas desde mediados de marzo de 2020 tuvieron un único objetivo: “salvar vidas”. “Hay un problema en la juventud”, dijo el mandatario y remarcó que ese problema consiste “en la frustración de no vivir la juventud”. “Siento que durante un año y medio les tuvimos que decir ‘olvídense de la aventura’ y eso es muy frustrante. Pero no los encerré, los cuidé”, enfatizó.

Construir equilibrios

El psicólogo Arturo Gómez manifestó que los jóvenes se inclinan por estas fiestas porque constituyen “su modo habitual de divertirse”, aunque ahora estén condicionadas por criterios sanitarios. “Al ser una restricción prolongada y tener ellos, como característica propia del grupo etario, baja tolerancia a la frustración y una alta tendencia a la transgresión se hizo difícil sostener el ‘no’ y eso dio lugar a la aparición de lo clandestino como una alternativa de equilibrar sus necesidades insatisfechas”, explicó el profesional.

Gómez sostuvo también que al inicio de la pandemia, los jóvenes observaban que quienes se enfermaban más eran adultos mayores y personas con enfermedades de base y era ese sector social el que más miedo tenía a enfermarse y por eso se cuidaban. “El lema ‘cuidarse porque cuidás a los otros’ tiene el límite de la no visibilidad inmediata del beneficio, lo que en los jóvenes es un rasgo psicológico predominante, pues tienden a atender solo aquello cuya ocurrencia tiene cierta inmediatez”, ponderó. Sobre este punto también agregó que el estado de alerta se fue relajando ante el paso del tiempo y la baja cantidad de casos, “lo cual es psicológicamente normal, aunque sea epidemiológicamente peligroso”.

Ante este panorama, el profesional indicó que a esta altura deben construirse equilibrios generales e incorporar más variables para el tratamiento de la pandemia. “Hay que pensar en el cuidado de la salud, pero también en otros aspectos que son propios de la vida cotidiana”, acentuó.

Por su parte, el psicoanalista Sebastián Nofal aseguró que durante la pandemia muchos jóvenes y adolescentes han encontrado recursos para verse manteniendo los cuidados necesarios. “Una gran parte de los chicos que escuché optaron por reunirse con pequeños grupos, en casas particulares o espacios al aire libre”, indicó el profesional y agregó que quienes vieron cuidarse a sus padres y asumir nuevos comportamientos, también los replicaron.

En relación al distanciamiento social al que nos obligó la covid-19, el psicólogo reconoció que eso generó “un costo emocional en los adolescentes” porque uno de los aspectos que define a este grupo etario en el intercambio social y físico. Enfatizó que las fiestas surgen a raíz “de alguien que lucra con ellas” y remarcó que la clandestinidad también “volvió todo más inseguro”. “Un chico que va a una fiesta necesita plata. Tampoco quiero estigmatizar a los padres porque estas discusiones se convirtieron en tema de litigio familiar y muchos de ellos hicieron lo que podían”, enfatizó Nofal y reveló que esto modificó dinámicas hogareñas.

Entendimiento

La asistencia de los jóvenes a fiestas de este tipo repercute de manera directa en los entornos familiares y muchas casas se convirtieron en campos de batalla a raíz del tema. Paula Murúa es madre de tres hijos y dos de ellos transitan la adolescencia. En contacto con este medio, contó que sus hijos no asisten a estos eventos por un consenso alcanzado entre todos los integrantes del hogar. “A nosotros nos parece un riesgo para ellos y también para nosotros como padres. Ellos nos cuentan que algunos amigos suyos asisten a estas fiestas y a través de Instagram o WhatsApp se avisan sobre las direcciones o los precios, pero aquí entendemos que se trata de un riesgo innecesario”.

Murúa también resaltó la tarea que cumple el colegio al que asisten sus chicos ante este tipo de circunstancias porque en las clases se los concientiza sobre la responsabilidad que deben tener durante la pandemia. “Los docentes les hablan del riesgo que esto conlleva y se los concientiza sobre la importancia de cuidar su salud y la del entorno”.

“Es una lucha”

El subsecretario de Seguridad, José Ardiles, afirmó que controlar la realización de fiestas ilegales representa una “lucha contra la irresponsabilidad de quienes organizan y las personas que participan”.

El subcomisario también hizo énfasis en los recursos que debe invertir la fuerza de seguridad para actuar ante estos eventos y detalló que un 20% de los uniformados llega a trabajar en las tareas. “Dividiendo la totalidad del personal entre los tres turnos se desprende que un 20% debe abocarse a esto. Es mucha cantidad, son un centenar de efectivos detrás de esta cuestión que lleva tiempo porque no se trata de algo expeditivo”, detalló.

Consultado sobre si estás normativas recrean un panorama similar al que existía en la provincia con la ley que limitaba la diversión nocturna hasta las cuatro de la mañana, Ardiles dijo que pueden “encontrarse coincidencias” vinculadas a la proliferación de ‘affters’, pero en realidad se tratan de “contextos muy distintos”.

Esperanzas de volver

En noviembre de 2020, la Cámara de Propietarios de Discotecas y Afines de Tucumán (Caprodya) ya elevó a las autoridades del Comité Operativo de Emergencia (COE) un protocolo sanitario para el regreso de la actividad, pero ahora agregaron la implementación del “pase sanitario”. Ahora, falta la respuesta.

“Un reconocido epidemiólogo de la provincia dijo que a los jóvenes hay que seducirlos para la vacunación y esta nos parece una buena manera de seducirlos: vacunarse para ir al boliche”, aseveró Rodolfo Di Pinto, presidente de Caprodya.

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