Nace un proyecto para recuperar Santa Ana

Nace un proyecto para recuperar Santa Ana

Lo impulsa el Ente Cultural, con el respaldo del Ministerio del Interior. Interés por el antiguo chalet y por el templo de la Villa Vieja.

EN MALAS CONDICIONES. El chalet en el que residía el administrador del ingenio se usa como depósito y galpón. La estructura puede recuperarse. EN MALAS CONDICIONES. El chalet en el que residía el administrador del ingenio se usa como depósito y galpón. La estructura puede recuperarse.
15 Agosto 2021

La semana pasada, durante un primer encuentro entre autoridades de distintas áreas del Estado, empezó a germinar un plan que apunta a la recuperación de Santa Ana, uno de los pueblos del sur provincial que más sufrió el cierre del ingenio -hace ya 55 años- y a lo largo de las décadas no encontró el modo de recuperarse.

Todo comenzó con una inquietud del Ente Cultural, que se propone concretar un proyecto audiovisual en Santa Ana el año próximo. Entre las locaciones elegidas figuran el antiguo chalet del administrador del ingenio y la iglesia de la Villa Vieja, edificada en la década de 1870. Ambas construcciones se encuentran en precarias condiciones, por lo que es imprescindible invertir cuanto antes para preservar la infraestructura.

A esta primera reunión, convocada por el Ente, acudieron representantes del Ministerio del Interior y el delegado comunal de Santa Ana, Diego Reales. Del encuentro surgió el compromiso de Cultura de elaborar el proyecto, con todos los detalles en materia arquitectónica y urbanística, y de Interior de aportar la financiación. Esto se suma a otra iniciativa, que ya está en marcha, para recuperar el parque diseñado por Carlos Thays en la época de esplendor de la zona.

Reparación histórica

La fábrica fundada por el francés Clodomiro Hileret durante la última década del siglo XIX llegó a ser la más grande de Sudamérica. Las maquinarias fueron introducidas desde Europa: llegaron por ferrocarril a la estación de Medina y desde allí se las trasladó en carretas hasta el ingenio.

En torno al establecimiento crecieron villas y colonias, todo un pueblo alimentado por esa industria que demandó que las vías férreas llegaron a su puerta. El ascendente desarrollo del ingenio -en el período 1903/04 encabezó la producción de azúcar en Tucumán- fue modificando la conducción del negocio y al promediar 1907 quedó conformada la compañía “Ingenio y Refinería Santa Ana”, de Hileret y Cía. Ltda. No obstante, la repentina muerte del fundador -dos años más tarde, durante un viaje a Francia- fue un punto de inflexión, porque los historiadores coinciden en que sus hijos (Edmundo, René y María Luisa) no heredaron ni la visión ni la habilidad comercial del padre.

Alrededor de la fábrica, con sus imponentes tres chimeneas, Hileret impulsó la construcción de una mansión para su familia -que se incendió y de la que no que se ven rastros- y de lujosos chalets para el personal jerárquico. Uno de ellos es el que se propone restaurar el Ente Cultural. También el parque diseñado por Thays, escuelas, el hospital y viviendas para el personal fijo del ingenio. Ese despliegue de prosperidad impactó a los numerosos visitantes que llegaron a Santa Ana durante los primeros años del siglo XX, entre ellos ex presidentes como George Clemenceau (de Francia) y Theodore Roosevelt (de Estados Unidos).

Nace un proyecto para recuperar Santa Ana

La decadencia del ingenio fue una mezcla de mal manejo económico, cuestionables decisiones empresariales y falta de modernización e inversiones en la fábrica, todo en un contexto de repetidas crisis en la industria azucarera. Esto derivó en la quiebra de la compañía, en 1931, con lo que la fábrica y las propiedades pasaron a manos del principal acreedor, el Banco Nación. En 1932 el ingenio no molió y un año después fue arrendado por el empresario polaco Lamberto Maciejweski, hasta que en 1940 la administración regresó a la entidad crediticia.

Durante varios años el Banco mantuvo la actividad en fábricas y colonias, es cierto que bajo la enorme presión que ejercía el problema social. En 1954 la fábrica contaba con 790 obreros permanentes, unos 2.000 obreros del surco, 200 empleados y 3.800 trabajadores transitorios; una población de 30.000 personas en épocas de zafra.

En 1957 el Santa Ana pasó a poder del Estado provincial, que hacia 1963 conformó una sociedad mixta (Isasa) en la que compartía la administración de la fábrica con empleados, obreros, adjudicatarios de parcelas en colonización, cañeros de la zona y algunos inversores privados. En esa condición estaba la empresa cuando la dictadura de Juan Carlos Onganía decretó el 22 de agosto de 1966 el cierre, junto con el de otros 10 ingenios.

En 1979 el Santa Ana fue definitivamente desmantelado y se dinamitaron las chimeneas. El resto de las instalaciones sufrió un permanente proceso de desguace. El éxodo de trabajadores, con sus familias, fue masivo, y el pueblo nunca se recuperó.

Otra mirada

“Santa Ana, un modelo de cultura rural”, es un libro publicado en la década del 80 del siglo pasado por el Instituto Universitario de Artes Plásticas de Aguilares y la Facultad de Artes de la UNT. La filósofa Grisela Barale aporta allí su mirada sobre el tema en un artículo titulado “Santa Ana, un paraíso infernal”. Estos son algunos extractos:

- “El mito del paraíso y la nostalgia por un tiempo que fue perfecto, paradisíaco, es una de las constantes simbólicas que más se repiten en las diversas culturas. Se desprende, de lo dicho de nuestros informantes sobre el ingenio Santa Ana, la nostalgia de un paraíso”.

- “El trazado del ingenio no es circular, sino cuadrado, pero es un circuito cerrado autosuficiente. Nadie entra o sale sin permiso, allí está todo bajo control, hay protección y lo necesario para vivir. Los límites del paraíso están perfectamente marcados, no se permite que entre nada ni nadie que desestabilice el equilibrio interno”.

- “Dentro de este espacio ya sagrado en su totalidad existen zonas cuya carga significativa es aún más intensa. El ingenio Santa Ana posee un centro, un símbolo de organización, objetivos, intereses, posibilidad de superación, futuro y equilibrio: la chimenea (...). Cualquier punto en qe el hombre se ubique la puede ver, es la presencia constante que da identidad y seguridad. Espacio totémico el de la chimenea, donde se origina la comunidad a la que pertenece”.

- “La potencia simbólica de la chimenea queda demostrada cuando fue dinamitada para derrumbarla. Ese día corrió la voz: si la chimenea caía, la comunidad se dispersaría”.

Testimonio

Así veía Clemenceau a Santa Ana en 1910

“Cuando el célebre político francés Georges Clemenceau visitó Tucumán en agosto de 1910, el industrial Edmundo Hileret lo llevó a pasar unos días en el ingenio Santa Ana”, contó Carlos Páez de la Torre (h) la columna Apenas ayer, que publicaba LA GACETA. Lo recibieron “magníficamente”, narra, “en una hospitalaria casa en la que se revela el gusto de un arquitecto parisien. Parques y jardines artísticamente plantados, donde las langostas han dejado demasiadas señales de su paso”. Clemenceau encontró la fábrica “admirablemente establecida”. Allí la caña, “mecánicamente descargada, es conducida por una plataforma móvil hasta los cilindros trituradores. La fábrica ocupa 2.000 obreros, mestizos en su mayor parte, y algunos indios de pura sangre. Un pequeño número de capataces franceses. Espectáculo pintoresco de las cuadrillas de mujeres, jóvenes y viejas, seguidas de un cortejo de muchachos que van por la mañana a proveerse de víveres, es escudillas de barro que llevan sobre la cabeza... Toda la expresión se encuentra concentrada en el sombrío fuego de la mirada”.

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