Los mitos del teletrabajo y la educación a distancia

Los mitos del teletrabajo y la educación a distancia

Hubo un tiempo en el que las computadoras de escritorio parecían seres en vías de extinción dentro de los hogares. Las principales actividades vinculadas a la comunicación y al entretenimiento se habían trasladado a los celulares, desde chats, redes sociales, juegos y videos, mientras que las computadoras portátiles quedaban relegadas sólo a tareas de trabajo o estudio. En ese escenario pre-pandémico, podíamos turnarnos entre los miembros de la familia y sacar provecho de uno o dos equipos, ya que las principales “necesidades” digitales estaban resueltas con la palma de la mano y el pulgar.

Como todos sabemos, eso cambió en pocas semanas y aún después de un año de haber mudado la oficina y la escuela a la casa, todavía podemos inferir diferentes particularidades de este cambio tecnológico. Efectivamente el uso de computadoras fijas creció durante la cuarentena según lo confirma un informe reciente del Indec. El reporte sobre Accesos a internet, publicado la semana pasada, revela que las conexiones desde este tipo de dispositivos aumentarontres puntos durante el primer trimestre de 2021 en comparación con el mismo período de 2020. Las conexiones móviles en cambio no sufrieron modificaciones y mostraron una leve baja de 0,1% entre los períodos observados por el organismo oficial.

Si bien el dato confirma la hipótesis de que las viejas computadoras volvieron a usarse, un aumento del 3% pareciera ser muy pobre para el supuesto cambio tecnológico que vivimos en los últimos meses y para confirmarlo podemos comparar dicho porcentaje con las estadísticas del otro lado de la Cordillera de los Andes. Según las estadísticas de la Subsecretaría de Telecomunicaciones de Chile, las conexiones fijas crecieron un 8% durante la cuarentena, es decir, más del doble que la cifra de Argentina.

Pero las cifras del Indec también ponen en duda la afirmación de que la oficina se trasladó a la casa. Dentro de la categoría de dispositivos fijos se puede observar una notoria pérdida del 14% en las conexiones desde organizaciones y un aumento del 4% en las conexiones residenciales. Es decir, existen 10 puntos de diferencia que no se trasladaron a los hogares. En los móviles también se puede segmentar el tipo de conexión y allí se observa una diferencia menor: mientras las organizacionales cayeron un 4%, las residenciales aumentaron un 0,4%. En este aspecto, la comparación con Chile también nos devuelve una brecha importante, ya que según la entidad responsable de las telecomunicaciones el crecimiento de las conexiones fijas residenciales a internet en dicho país registraron en septiembre un aumento del 10% y resultó ser el más alto desde febrero de 2016.

Las estadísticas pueden que sean frías, pero son reveladoras. La brecha digital en Argentina no solo se hizo evidente durante la pandemia, sino que se hizo más profunda. Los informes oficiales dan cuenta de que el teletrabajo y de la educación a distancia están todavía resguardados para una minoría que tenía los recursos antes de la pandemia y que supo acomodarse rápidamente al nuevo escenario. El problema entonces es con aquellos hogares que no pudieron adaptarse y que evidentemente no podrán hacerlo en el corto o mediano plazo.

El foco sobre las provincias es aún más desalentador. Otro documento del Indec puso énfasis en los hogares con acceso a bienes y servicios tecnológicos en los principales conglomerados urbanos. Allí Tucumán aparece como el distrito con menos computadoras por hogar: mientras la media nacional fue del 64%, en el área de Gran Tucumán-Tafí Viejo fue de 51%. Hay que aclarar además que en estas cifras no aparecen las desigualdades existentes en zonas rurales, ya que el informe se basa en la Encuesta Permanente de Hogares.

Hasta el momento, la utopía de una computadora por alumno aún no aparece ni en los horizontes de las cifras oficiales. Los países vecinos duplican las tasas locales sin considerar además otros aspectos que podrían ser la calidad de las conexiones o los precios de los servicios provistos por las empresas de telefonía. Y si bien el celular es el punto de conexión de la mayoría de los usuarios, aún vemos estadísticas pobres de crecimiento que revelan un panorama todavía excluyente para pensar verdaderas condiciones de trabajo y educación “para todos y todas”.

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