Cartas de lectores V: vocación de educar

Cartas de lectores V: vocación de educar

12 Junio 2021

Con la instalación del tema de la presencialidad de los alumnos el debate sobre la educación nuevamente salió a la luz en el seno de nuestra sociedad. Ahora bien, yo me pregunto: ¿Les interesa a los políticos realmente la educación? Permítaseme evocar por ello a dos médicos argentinos (de actuación pública ya fallecidos) a los que sí les preocupaba mucho el tema. El primero: el Dr. René Favaloro (inventor del Bypass) quien quería se lo recordara más como educador que como médico: incansable defensor de la educación, soñaba diciendo: “Tiene que venir una etapa de culturalización en donde los medios de comunicación sean utilizados en forma correcta donde se debatan y discutan ideas interesantes”. Agregaba: “A mí me preguntan de la primaria diptongos, ríos, etc. Y me reprueban, pero de honestidad y responsabilidad no me aplazan porque ese era el plan fundamental de la educación en esa época”. El otro: el Dr. Florencio Escardó (médico pediatra) apasionado también por la educación escribió cientos de artículos de divulgación. Tal vez el primer médico que llegó a la radio y a la televisión y decidió actuar sobre la comunidad difundiendo cuestiones médicas. Tanto a Favaloro como a Escardó les dolía y preocupaba mucho su Argentina: por ello dedicaron gran parte de su tiempo a educar al soberano. Hoy más que nunca necesitamos valorar y revalorizar la tarea del docente ya que los países que así lo hicieron mejoraron su educación con o sin tecnología. Dice el Dr. Jaim Etcheverry (autor del libro: “La tragedia educativa”): “¿De qué docente nos acordamos? Del que sabía mucho de algo, pero sobretodo del que transmitía con pasión su materia y exigía mucho. Hay un derecho de los chicos y ese es el de ser exigidos. Ser exigido demuestra ese interés que se tiene por el niño, el alumno para con los padres y maestros: no exigir es señal de desinterés” Hesíodo, poeta griego del siglo VIII a. de C. dijo: “Educar a una persona es ayudarla a aprender a ser lo que es capaz de ser”. Si pretendemos que nuestra sociedad despegue de este marasmo educativo (entiéndase esto como pobreza) y en consecuencia mejore su gente y su dirigencia apelemos urgentemente a esta simple fórmula a mi entender, a saber: Tener mejores docentes de vocación mejor remunerados, menos gremios politizados, más contenido educativo, más becas justificadas, más días y horas de clases, menos paros y feriados, menos colegios tomados y más respeto por la capacitación. Un joven en la actual sociedad del conocimiento: ¿Qué posibilidades tiene de desarrollarse y progresar si no estudió? Muy pocas y encima lamentablemente serán pastos para la droga y la delincuencia. Desgraciadamente concluiremos que de no mejorar veremos cómo “el olmo no da peras”.

Juan Marcotullio


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