Los 10 retos de la educación

Los 10 retos de la educación

Según los expertos, el gran desafío consiste en educar personas "que sean capaces de transformar la sociedad en una más sostenible, más justa y más equitativa".

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¿Cómo debe desarrollarse la educación? En tiempos de aprendizaje, alumnos y profesores tuvieron que subirse rápidamente a las plataformas virtuales como una manera de sostener el ritmo de estudios y evitar contagios de Covid-19, mediante protocolos sanitarios. Pero ese proceso ha sido traumático durante esta pandemia del coronavirus que obligó a incorporar a la virtualidad como un factor esencial para la educación. El incremento de casos en la segunda ola ha llevado a las autoridades a disponer un nuevo confinamiento y, al estar Tucumán entre las principales con mayor riesgo, la virtualidad continuó en estos días. Sin embargo, el sistema dual volverá a partir de la próxima semana.  "En algunos ámbitos, la educación no ha avanzado lo suficiente como exigían los cambios externos al propio sistema educativo", afirma Albert Sangrà, catedrático de Educación y profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

Según el experto, el primer reto consiste en educar personas "que sean capaces de transformar la sociedad en una más sostenible, más justa y más equitativa". Y, pensando en la nueva normalidad, observa una decena de desafíos para la educación:

1- Educar personas, no solo profesionales. ¿Educamos únicamente para ser fuerza de trabajo al salir de la escuela, del instituto o de la universidad? ¿O deberíamos educar personas para la vida en sociedad? Precisamente uno de los retos de la educación es lograr un equilibrio entre ambas tareas. "A veces se olvida que la educación tiene un componente de carácter social que también estamos obligados a desarrollar. Se trata de equilibrar las propias finalidades de la educación entre la capacitación laboral y la educación como formación de ciudadanos en nuestra sociedad", señala Sangrà, director de la Cátedra UNESCO.

2- Identificar y diseñar el tipo de educación que vamos a necesitar en el futuro. Definir qué es lo que queremos que aprendan las nuevas generaciones es el primer paso para saber qué herramientas utilizar para lograrlo. Por eso, la pregunta clave es qué será necesario que aprendamos en el futuro. "La educación tiene que dar respuesta a esa pregunta para poder definir no solo el contenido de los programas sino también los procedimientos con los que se va a enseñar y las actitudes que las personas van a aprender a desarrollar durante todo ese proceso", acota el investigador.

3- Desarrollar modelos y escenarios educativos verdaderamente equitativos e inclusivos. Aunque una buena parte de la responsabilidad para la equidad y la inclusividad real de los modelos y escenarios educativos la tienen gobiernos y administraciones, todos los agentes educadores deben tener este objetivo en sus hojas de ruta. Crear sistemas educativos donde la equidad y la inclusión sean pilares fundamentales no es una opción, es una obligación.

4- Aprender a utilizar mejor la tecnología. La pandemia ha demostrado que continúa habiendo desigualdades en lo referente al acceso a las tecnologías que urge resolver. Pero además nos ha enseñado que podemos utilizar mejor la tecnología. "Lo que pensábamos que sabíamos con respecto al uso de la tecnología en la educación no es suficiente, porque en realidad la hemos utilizado solamente como mero instrumento para continuar haciendo lo que hacíamos", afirma el catedrático que acota que la situación actual exige un replanteamiento de los procesos educativos, con profesores que se perfecciones en competencias digitales.  

5- Tener en cuenta la dimensión digital de los estudiantes. Durante los próximos años será fundamental la formación de la enseñanza en TIC. Pero, además, esa formación debería permitir entender al profesorado que las dimensiones vitales de las personas se han multiplicado durante los últimos años. Por eso ahora no basta con pensar solamente en el aula y en su entorno cercano, ya que "las tecnologías han facilitado la creación de una dimensión digital de la vida de las personas en la que se comunican, se relacionan, utilizan las redes sociales y tienen a su alcance el acceso a información que antes no tenían", señala Sangrà. De ahí que para la educación integral de la persona haya que tener en cuenta también su nueva dimensión digital.

6- Abordar la hibridación entre la clase presencial y la potencialidad de entornos online. Precisamente por esa nueva dimensión digital, el profesorado debería tener un carácter mucho más activo y actualizado, pensando no en la sociedad que hemos vivido sino en la sociedad que nos tocará vivir. "Necesitamos una formación en TIC que sea conceptual, que permita al profesor o profesora diseñar escenarios nuevos de formación y que estos sean híbridos", explica el profesor de la UOC. Sin embargo, eso no significa que la escuela tenga que convertirse en una escuela a distancia. El objetivo es que, aunque la educación sea presencial, se puedan aprovechar al 100 % las opciones que da la actividad docente en entornos no presenciales y en línea para cubrir mejor todas las dimensiones de los estudiantes.

7- Educar para la incertidumbre. Aunque las vidas de dos generaciones anteriores estaban sujetas únicamente a dos o tres cambios importantes a lo largo de toda su existencia, las de la siguiente ya sufrieron algunos cambios más y las generaciones actuales están viviendo cambios constantemente y con mucha rapidez. Esa circunstancia supone un reto desde el punto de vista educativo. Los actuales alumnos y los del futuro van a tener que asumir estos cambios aún con más rapidez. Por eso uno de los retos de la escuela es ser capaz de educar para la incertidumbre, es decir, no tanto para acumular conocimiento como para saber cómo resolver las situaciones nuevas e inciertas en las que se van a encontrar.

8- Fomentar el liderazgo del profesorado. Para acompañar a los estudiantes hacia esa futura sociedad sostenible, justa y equitativa harán falta líderes. Y por esa razón se necesita profesorado que tome la iniciativa, que tenga capacidad de respuesta y no se limite a transmitir un conocimiento sin más, sino que sea capaz de acompañar a los estudiantes en su propio crecimiento.

9- Incluir la educación no formal en la educación integral. Otro reto es reflexionar sobre cómo intervendrá la educación no formal o incluso informal en los procesos de aprendizaje y de qué forma podrá integrarse en la educación integral de las personas. "Es una falacia pensar que lo que aprendes lo aprendes solo en la escuela. Aprendemos fuera de la escuela, fuera del instituto y fuera de la universidad, y ese aprendizaje habrá que integrarlo en una educación integral", explica Sangrà.

10- Que prevalezca el aprendizaje sobre la evaluación. No es tan importante la forma de evaluar cómo cerciorarse de si se ha aprendido o no. Por eso es fundamental estructurar sistemas que permitan que las personas aprendan, "y después, en todo caso, ya nos preocuparemos del aspecto administrativo de la evaluación. Si nos centramos únicamente en la evaluación generaremos modelos administrativos para resolver problemas sociales, lo que es un error", finaliza el investigador.

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