“Las redes sociales también afectan emocionalmente a los políticos”

Gustavo Iovino, doctor en comunicación y analista político, revisa la decisión de la alcaldesa de Barcelona quien decidió abandonar Twitter.

Cansada de los discursos de odio, el ruido y la falta de empatía, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, decidió esta semana abandonar su presencia en Twitter “con carácter indefinido”. La funcionaria, a cargo de una de las ciudades más importantes de Europa, y con más de 900.000 seguidores en su haber, compartió los motivos que la llevaron a tomar una decisión que sorprende en días de hipervirtualidad.

“Soy mejor persona fuera de Twitter”, sentencia Colau. Los motivos de su portazo no son políticos ni tecnológicos, son emocionales y por eso rechaza “la tiranía de la presencia permanente” que le demanda la red social. ¿Por qué una líder como Colau quiere menos conexión? ¿Twitter dejó de ser relevante para la dirigencia? ¿Habrá otros políticos que le digan “arrivederci”.

Según, Gustavo Iovino, doctor en comunicación y docente de la diplomatura universitaria de Comunicación Política de la Universidad Católica de Salta, las redes involucran al sistema nervioso de los usuarios, interpelándolos física y emocionalmente. Sobre Twitter específicamente, el especialista considera que muchas veces las conversaciones se convierten en “algo muy tóxico”, que por eso pueden afectar emocionalmente hasta a los propios dirigentes políticos.

- ¿Cree que Twitter sigue siendo un lugar de referencia para la política?

- En Argentina Twitter sigue siendo un lugar de referencia para la política y también donde los periodistas esperan las opiniones de los políticos. Algunos incluso en redes sociales anuncian cosas muy importantes, como lo hizo en su momento Cristina Fernández de Kirchner cuando dijo quién era el candidato a presidente. Esa es la relación que hoy tiene la política con la opinión pública y no creo que lo de Barcelona ocurra hoy en Argentina. De todas maneras es cierto lo que dice Ada Colau que dentro de esa red se mete mucho ruido.

En Twitter creo que hay una cosa muy diferente a las campañas tradicionales, las cuales no permiten que nadie responda o que nadie interfiera en las conversaciones, hay comentarios de todo tipo y muchas a veces eso se convierte en algo muy tóxico. Por eso, depende mucho de quien emite los mensajes y de cierta sensibilidad que pueda tener. Las redes también pueden afectar a los políticos y de hecho vemos que a Colau la afectó. Pero la cuestión de la interacción no está tanto en la tecnología sino en quienes la usamos, en el ser humano que aprovecha ese tipo de plataformas, muchas veces oculto en el anonimato o con manipulaciones como las que refiere Colau con cuentas falsas.

El debate político necesita de otro tipo de contexto, de seriedad, de una verdadera y auténtica conversación, no de la agresión de las personas o diálogos que no llegan a ningún lado, porque estos se basan en la descalificación de las personas o de sus ideas. Eso sin dudas nos lleva a otro problema que también estamos viendo ahora que es el de silenciar o clausurar a aquel que piensa distinto.

- ¿Ese discurso de odio al que se refiere Colau es también una particularidad de esta red social?

- Es un problema de la sociedad, no de las redes. Si recordamos a principios de siglo, cuando todos hablábamos de la web 2.0, recuerdo que era alentador pensar que las publicaciones que se harían en internet podrían tener aportes muy interesantes de la gente y era bueno alentar los comentarios. Ocurrió entonces que grandes medios volcaron sus contenidos a internet y habilitaron los comentarios, pero con el tiempo se dieron cuenta que en vez de haber nutridas exposiciones o análisis de los lectores se había tergiversado todo. Los seres humanos no supimos usar esa herramienta.

- ¿Considera que en Argentina existe alguna particularidad de la política en las redes sociales?

- No, ni en Argentina y en la región. Lo que todos piensan es que por defecto hay que estar en las redes y un primer error que se comete es que hay que estar en todas ellas. Creo que eso se tendría que trabajar mucho mejor, elegir las plataformas, los contenidos, estrategias. Lo que se añora de la política tradicional es el poder tener planes concretos, plataformas y propuestas. Hoy como dirían los españoles, en la política sólo se usa el postureo, el mostrarse con otros, divertir y llamar la atención. Siguen la premisa de la economía de la atención, que ante la sobrecarga informativa hay que hacer algo que les permita sobresalir. Ahí entonces se justifica cualquier cosa. Hay poca estrategia en los políticos pero por sobre todo, hay poco contenido. Y también hay un público destinatario que no exige más. Esa creo que es una de nuestras debilidades como ciudadanos.

- La alcaldesa de Barcelona también habla de “tiranía de la presencia permanente” en las redes. ¿Cuál cree que debería ser el criterio con el que los políticos destinan recursos a estas plataformas?

- Ya lo decía McLuhan, muy vigente, que el gran cambio tecnológico que se iba a producir estaba dado por el involucramiento del sistema nervioso en las nuevas tecnologías. En internet y las redes se involucra no solamente todo el sistema nervioso sino también hasta el físico y lo emocional. Creo que lo que pasa con los políticos y sus asesores es que no entienden que lo que tienen en sus manos es una herramienta y que con ella tienen que trabajar. No pueden involucrarse emocionalmente, porque si eso ocurre terminan perdiendo el control. De manera mucho más profunda lo analiza el filósofo Byung-Chul Han sobre esta dependencia que tenemos con la tecnología. De ahí viene esta tendencia de revisar a cada rato todo lo que pasa en las redes, contestar, involucrarse y siempre hay que decir algo nuevo. Este es un sistema de autodominación donde nosotros mismos nos sometemos a las tecnologías y dejamos de ver su sentido instrumental. La tecnología reclama estar ahí siempre.

- ¿Este tiempo de pandemia está reformulando las estrategias de los políticos en sus redes sociales?

- Todavía no estoy viendo nada nuevo en la política local, siguen utilizando las redes de la misma manera, sin planificación ni objetivos. Hasta los partidos políticos más tradicionales podrían organizar encuentros sincrónicos en la web y que no sean cerrados, sino abiertos a la comunidad. No están viendo que hay una serie de herramientas que van más allá de dos o tres redes sociales con las cuales pueden presentar distintas opciones en campaña. Tal vez, como se hizo durante la última campaña en Estados Unidos donde algunos políticos utilizaron Twitch, que es para juegos electrónicos. Aquí no veo a nadie que se anime a eso. Puede haber un público muy interesado con el que se pueda construir una relación política completamente distinta. Pero no veo una actitud en la dirigencia, por más de la pandemia, que estén por abandonar la campaña con acciones tradicionales que tengan que ver con “conquistar el territorio”. Tal vez, tendría que haber estrategias para conquistar el ciberespacio, pero de una manera más creativa, no haciendo lo mismo.

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