Cuál es el ingreso que necesita una familia para ser de clase media

Cuál es el ingreso que necesita una familia para ser de clase media

La brecha de ingresos entre las puntas de la pirámide social es de 13,5 veces.

Cuál es el ingreso que necesita una familia para ser de clase media FOTO LA GACETA/DIEGO ARÁOZ (ARCHIVO)

Al cierre del pandémico 2020, el ingreso total familiar de la escala socioeconómica más baja del país era de $ 12.336 en promedio mensual, mientras que la población más pudiente administraba un ingreso por mes de $ 167.558 de acuerdo con las mediciones difundidas por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). Esto quiere decir que la brecha de ingresos entre las puntas de la pirámide social es de 13,5 veces. Asimismo, las familias que cuenta con más recursos para sobrevivir representa el 28% del total de ingresos de los argentinos. El organismo estadístico ha difundido que, al cierre del año pasado, la pobreza alcanzó al 42% de la población urbana.

Tomado como referencia los datos oficiales, podría decirse que la clase media argentina se ubica entre los deciles 8 y 9, con ingresos del grupo familiar de entre unos $ 78.600 (clase media baja) a $ 101.260 mensuales (clase media tradicional). Sostenerse en este nivel socioeconómico se torna más difícil. Esta franja social es la que más padeció los efectos de los incrementos no solo en el costo de vida, sino también en los servicios para sostenerse en la pirámide social. Al menos siete de cada 10 familias de clase media se encuentran altamente endeudadas (a un promedio de $ 185.000) tanto por el retraso de las principales obligaciones fiscales como de servicios, así como por el uso de la tarjeta de crédito. Ahora, el Gobierno nacional intenta mitigar los efectos de los reajustes tarifarios y en el valor del combustible, con el incremento del piso para pagar el impuesto a las Ganancias (desde $ 150.000 brutos mensuales o cerca de $ 124.000 netos, es decir de bolsillo.)

En cuanto a la población asalariada, el reporte del Indec indica que se registraron 7.943.398 personas con ingreso promedio de $ 36.246, lo cual implica un aumento interanual de 32,4%. El ingreso promedio de las personas asalariadas con descuento jubilatorio fue de $ 44.613 (+30,3% interanual), mientras que en el caso de aquellas sin descuento jubilatorio, el ingreso promedio equivalió a $ 18.676 (+27,9% interanual). Respecto del cuarto trimestre de 2019, se observó una caída de 469.122 personas asalariadas con ingresos sin descuento y de 286.976 en aquellas que perciben ingresos con descuento.

La frágil situación social que atraviesa el país, también es reflejada en los valores alcanzados por la brecha monetaria de indigencia y pobreza. Al respecto, para erradicar la pobreza habría que otorgar $ 21.287 en promedio a cada hogar pobre, tomando como referencia a una familia tipo de cuatro integrantes. En igual sentido, para acabar con la indigencia se requiere $ 8.708, por hogar inmerso en tal condición, según un estudio efectuado por el Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (Ieral).

El segundo semestre del año pasado, estuvo caracterizado por una mayor flexibilización de las medidas de confinamiento social, y por consiguiente, una menor ayuda estatal a nivel nacional: el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y el Aporte para el Trabajo y la Producción (ATP), los dos programas sociales protagonistas del 2020 fueron retirados o transformados en nuevos beneficios de menor cobertura para asistir a la población más vulnerable, dice el diagnóstico de los economistas Laura Caullo y Azul Chincarini. En tal sentido, la recuperación de la actividad y el asistencialismo social remanente no fueron suficientes para mitigar el efecto de una caída de los salarios reales, producto de una aceleración de la inflación, y la culminación de los programas mencionados. De esta manera, la tasa de pobreza resultó del 42%, alcanzando a 19,1 millones de argentinos. El aumento de la tasa de pobreza de 1,1 punto porcentual en relación al semestre anterior, forma parte de una serie de incrementos que se perciben desde el primer semestre del año 2018, luego de alcanzar un mínimo en los últimos seis meses de 2017, donde 11,3 millones de argentinos eran pobres. Esto significa que el ascenso constante de la pobreza en los últimos tres años, dejó a 7,7 millones de personas más en tal condición.

La tasa de indigencia se mantuvo constante en relación a la del primer semestre de 2020, no logrando descender a niveles de un dígito. Así, la pandemia por la COVID-19 dejó a uno de cada 10 argentinos en la indigencia, resultando un total de 4,8 millones de personas que no cubren sus necesidades alimentarias. Al igual que la pobreza, la tasa de indigencia se encuentra indeclinable hace tres años. En particular, en el segundo semestre 2020 se registraron 2,7 millones de indigentes más que en 2017, puntualiza el informe privado.

En relación al mismo semestre del año anterior, se percibe un deterioro generalizado tanto en la pobreza como en la indigencia. Sólo en casos especiales, por ejemplo, Concordia, Posadas, Formosa, Gran Catamarca entre otros, se observan mejoras de las tasas. Mientras otros aglomerados han percibido fuertes aumentos: por caso la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), el aglomerado con menor tasa de pobreza, percibió un aumento de 3 puntos de este indicador y cuadriplicó su nivel de indigencia.

El análisis regional, deja en evidencia las brechas de desarrollo, teniendo la región del NEA la mayor tasa de pobreza (43,5%). Sin embargo, en cuanto a la tasa de indigencia, un aumento de 3,1 puntos porcentuales, deja a la Patagonia en primer lugar, con una tasa del 7,8%.

La segunda región que experimentó una mayor reducción en sus niveles de bienestar social, fue la Pampeana. Ésta, incrementó su tasa de pobreza en un 15% y su indigencia en un 17%. De esta manera, las desigualdades regionales en términos de estos indicadores, son atenuadas ya que los conjuntos de aglomerados más perjudicados son aquellos más dinámicos que dependen esencialmente de las actividades económicas de la región, las cuales no fueron lo suficientemente reactivadas. Por último, sólo se evidenció una caída de la pobreza en la región del NOA (-1%) y una baja de la indigencia en Cuyo (-12%), indica el Ieral.

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