Malvinas

Hice mi servicio militar obligatorio en pleno conflicto con Chile, por el Canal de Beagle, en el RIM 11, Tupungato, Mendoza. Recuerdo los aprestos y los días que estuvimos listos, subidos a los vehículos, para entrar en  combate y los objetivos que debíamos atacar en Santiago, capital chilena, con 20 años en la piel, queríamos atacar ¡Ya! Por la intermediación papal se superó el conflicto. Años después llega una notificación a mi casa paterna: debía estar  disponible como cabo de reserva para una eventual reincorporación para la guerra por las Islas Malvinas .Todas estas historias fueron suficientes para que más de uno de mis ex camaradas hayan gestionado pensiones, jubilaciones y beneficios que les otorgaron. Este 2 de abril he tenido el gran honor de participar y de dirigir la palabra en un emotivo y justo homenaje realizado por una agrupación de ex combatientes, amigos y familiares a Luis Santillán, a quien cariñosamente le decíamos “Lechuga”, un héroe anónimo, un excelente y solidario vecino que murió con el simple deseo de tener su reconocimiento como ex combatiente, de Grupos de Apoyo, de  Veteranos de la Guerra de las Islas Malvinas o lo que corresponda. Considero que tienen los mismos derechos de los que desembarcaron; ellos les hacían el aguante, estaban en el escenario de combate, corrían el mismo peligro, exponían sus vidas, para defender la patria, cargaban remedios, víveres, alimentos y armamentos para los combatientes que al final jamás reconocieron a estos hermanos de su misma clase, que nada les quitarán de lo mucho que consiguieron, si estaban prestos a reemplazarlos o asistirlos, si la guerra continuaba . El tiempo no se detiene, la lucha continúa, varios soldados de ambos lados, como el “Lechuga” Santillán, heroicamente van cayendo en combate. Unidos serán más y el 2 de abril de cada año debe ser una fecha de unión fraternal que los encuentre hermanados y gritando “¡Viva la Patria! ¡Volveremos!”

Francisco Amable Díaz

Pedro G. Sal 1.180

B° 20 de Junio

San Miguel de Tucumán