¿No sabés qué mirar en TV el fin de semana largo? Aquí te recomendamos un documental imperdible

¿No sabés qué mirar en TV el fin de semana largo? Aquí te recomendamos un documental imperdible

Ya se puede ver en Netflix un imperdible documental sobre la historia de las palabrotas.

¿No sabés qué mirar en TV el fin de semana largo? Aquí te recomendamos un documental imperdible
12 Febrero 2021

                                                                         Por Daniel Medina

“La pregunta es por qué son malas las malas palabras, ¿quién las define? ¿son malas porque les pegan a las otras palabras?, ¿son de mala calidad porque se deterioran y se dejan de usar?”.

Algunas de estas preguntas, que Roberto Fontanarrosa se hizo, años atrás, en un congreso internacional, las responde el documental “La historia de las palabrotas”, que se puede ver desde hace unas semanas en Netflix.

Parece un tema sencillo sobre el que no vale profundizar. Algunos putean con vergüenza, otros –en especial los que se han criado yendo a la cancha- han aprendido que los insultos son liberadores y, en boca de un experto, pueden ser un arte. También, que es algo más serio y complejo de lo que parece.

“Con las palabrotas, podemos cortar, calmar, deleitar, asustar, insultar y seducir. Son el tabú más popular y seductor que tenemos”, dice Nicolas Cage, presentador de este documental. Más sobreactuado que en la mayoría de las películas en las que se desempeña, Cage cumple a la perfección el rol de hilar las opiniones de especialistas en etimología, lingüística y uso de la lengua (las palabras nacen, evolucionan, mutan, se domestican, y se mueren cuando se vuelven arcaísmos) con humoristas, que son quienes mejor uso hacen de las palabrotas.  Es un documental que arranca carcajadas; pero en el que no se pierde la seria búsqueda de explicar la historia, evolución y el impacto cultural de las palabras.

Esta primera temporada (ignoramos si habrá una segunda), cuenta con seis episodios de 20 minutos cada uno para explorar el origen de: "fuck" (joder), "shit' (mierda), "bitch" (perra), “dick” (pene), “Pussy” (vagina) y “Damn” (maldición). Una palabra por episodio. No sólo hay personas hablando de frente a una cámara, sino que se intercalan animaciones y fragmentos de películas o momentos históricos en los que se usaron esas palabras y eso hace que los 20 minutos se pasen volando.

El documental deja en claro que los términos se resignifican, cobran fuerza o la pierden, según quién la use y a quién esté destinada. El capítulo más serio es el que aborda el término “Bitch”, que se puede  traducir como “perra”, o “puta”. En este capítulo hay especialistas en teoría feminista y muestran claramente que es un término sin domesticar, que no puede usar un hombre contra una mujer, sin ser tremendamente ofensivo, mientras que otras  palabras ya han perdido toda su fuerza, como “dick”. Dejo el término en inglés, porque un buen insulto, al igual que la poesía, es intraducible. No hay que pensar sólo en el significado, sino también, por ejemplo, en la dimensión sonora de un término. Por eso tampoco se puede pensar en sinónimos. Fontanarrosa estaría de acuerdo con eso: “Hay palabras de las denominadas malas palabras, que son irremplazables: por sonoridad, por fuerza y por contextura física. No es lo mismo decir que una persona es tonta, a decir que es un pelotudo. Tonto puede incluir un problema de disminución neurológico realmente agresivo. El secreto de la palabra “pelotudo”- que no sé si está en el Diccionario de Dudas – está en la letra T. Analicémoslo. Anoten las maestras”.

El mayor logro del documental es que nos obliga a reflexionar sobre la lengua. A pensar en las palabras que elegimos y, sobre todo, en las que callamos.

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