Salvador Chaila: “el poeta es mensajero de la cultura y del amor”

Salvador Chaila: “el poeta es mensajero de la cultura y del amor”

Nacido en Santa Rosa de Leales, el escritor y docente es también doctor en Agronomía. La tía Filomena y su diálogo con los pájaros.

EL VALOR DE LOS PREMIOS. Chaila considera que los reconocimientos marcan el compromiso con la vida. EL VALOR DE LOS PREMIOS. Chaila considera que los reconocimientos marcan el compromiso con la vida.

Un rumor de pueblo merodea en sus insomnios. Voces, personajes, flores, quetupíes, charrasquitas, yuyos, diablos, tunales, brujas, reverberan en la memoria. Santa Rosa de Leales ha soportado con paciencia sus trapisondas de changuito; ha regado las semillas de un poeta. Nacidos en Leales, sus padres eran agricultores y cañeros chicos por herencia. La emoción recorre sus pupilas cuando los recuerdos se sientan en sus palabras. “Nos bañábamos con tierra en los inviernos, revolcándonos en medio de la calle de tierra, allí donde la huella de los carros tirados por bueyes o mulas se hacía más honda, y nadábamos con los amigos y hermanos en ese polvo que se elevaba como el humo del pajonal o del cañaveral ardiendo, que solo un galope tendido nos hacía olvidar. Porque teníamos quehaceres en la calle principal, para buscar el pan, la leche, la carne o alguna carta de la estafeta. También buscábamos monedas en el cuero mojado del pueblo, detrás de las tormentas, pero no eran monedas comunes sino prodigiosas, relucientes, que nos llevarían a otro recuerdo y a otras vivencias”, cuenta Salvador Cacho Chaila, escritor, docente y doctor en Agronomía.

Su padre era buen lector; su madre le leía libros religiosos. En la biblioteca popular “Almafuerte”, la señorita Dorila, bibliotecaria, le reservaba libros especiales. “Mis inicios literarios fueron muy duros, como el de todo niño campesino hasta que pude comprar mis primeros libros. La señorita Dorila me acercó al conocimiento de la obra de Juan Alfonso Carrizo y sus recopilaciones de coplas. Entonces me hice amigo de la copla. Entre los 13 y 15, escribí mis primeros romances, sonetos, canciones y coplas escritos con métrica y rima adecuada”, explica.

- Tempranamente te relacionaste con escritores reconocidos…

- Mi primera participación en congresos o reuniones nacionales e internacionales fue a los 17 años. Me gustaba hablar de los grupos literarios del NOA y de sus integrantes. En esta época comienza mi amistad con Alfonso Nassif, Lucía Carmona, Néstor Silva, Mario Romero, Felipe Rojas, David Gatica, María Elvira Juárez, Carlos Artayer, Ricardo Taralli, Dardo Cúneo y otros. Antes de cumplir 25 años, ya había leído a los poetas incluidos en la colección Premios Nóbel y también a Galán, Castilla, María Elvira Juárez, González Tuñón, Marechal, Molinari, Rega Molina, Fernández Moreno...

- ¿Agronomía o Letras fue la disyuntiva a la hora de estudiar? ¿Qué te atraía de la agronomía?

- No me arrepiento del dualismo. El amor a la tierra lleva incluido el amor a las letras. El conocimiento de la tierra posibilita un acentuado acercamiento a las letras. La agronomía y sus infinitos tratados tienen elementos característicos que la hacen muy ligada a la literatura. Elegí agronomía por la cercanía familiar a esta actividad. Al estar estudiando en la ciudad, mis regresos al pueblo fueron esporádicos. Volvía para sentirme cerca de mis parientes. Le correspondió a mi tía Filomena inculcarme el canto y la palabra. A ella le debo la escritura del poema, de leer y aprender versos. Mi querida tía vivía de la palabra, por eso hablaba con los pájaros de las grandes jaulas de la galería. Eso era cuando la escarcha se pegaba en las cañas del invierno o cuando soplaba el viento del sur, trayendo la tormenta por los cielos azules de Leales, entonces la tía Filomena cantaba junto a los trinos de sus jaulas y se empapaba de lluvias y de silencios para que los jilgueros y calandrias volasen al monte.

- ¿La docencia es otra de tus pasiones? ¿Qué te interesaba lograr en el alumno? No son muchos los doctores en Agronomía, ¿en qué te especializaste?

- Sí, y la conservaré por siempre. Dictaba Matología (Weed Science) en la Universidad Nacional de Santiago del Estero (UNSE) y Caña de Azúcar en la UNT. Aparte de lograr conocimientos nuevos y actualizados, en el alumno, desde el punto de vista técnico y científico, buscaba despertar capacidades críticas y creadoras sobre el manejo de las plantas perjudiciales que compiten en el cultivo de la caña de azúcar en especial y de los cultivos, en general. Los doctores en Agronomía son pocos pero existe el Doctorado en Ciencias Agronómicas que pertenece a las seis universidades nacionales del NOA. Mi especialidad es bioecología y estrategias de manejo de malezas.

- Recuerdo algunas colaboraciones tuyas en espectáculos de Elba Castría, ¿cómo resultaron esas experiencias?

- Al trabajar en el armado de varios espectáculos de Elba aprendí a unir la palabra con la danza. El manejo de la creación poética es importante para definir y montar la coreografía de la danza. Las experiencias logradas en ese mágico mundo creado por ella fueron importantes en mi formación de escritor y poeta.

- Algunos de tus libros aluden al olvido, a la desmemoria, ¿la poesía es una manera de recuperar la identidad o lo perdido?

- La poesía es un reservorio de las actividades espirituales del hombre. Nos preserva de la desmemoria y del olvido. A través de ella recuperamos tradiciones y recuerdos. Permite unir el tiempo y el espacio. El poeta es mensajero de cultura y del amor entre los seres.

- ¿De qué te sirvieron los premios literarios que obtuviste?

- Varios premios en el país y en el extranjero… No definen la importancia de un escritor sino el grado de compromiso con la vida misma.

- Si tuvieras que elegir entre tus varios libros publicados, ¿por cuál te inclinarías?

- De los 21 libros publicados me inclino por Poemas del último día (1983), publicado por El Liberal y prologado por Lucía Carmona. Lleva en las solapas un manifiesto de Alfonso Nassif. Señala mi inicio formal en la literatura. Marca una temporalidad desde primer alarido, a la otra tierra y a la poesía retorno.

- Le dedicaste a Leales 6.700 coplas en dos tomos, ¿qué lugar ocupa en tu corazón?

- Mi acercamiento a la copla fue paulatino y sobre todo fue madurando a medida que crecía mi apego a los seres y cosas de mi pueblo. Poco a poco, año tras año, fui describiendo algo relacionado con las creencias y las personas con las que estaba en contacto. Algunas coplas fueron resguardadas, otras no. Leales en coplas es un conjunto de coplas que define a un pueblo, a un territorio. Me construye a mí mismo y, pese a sus imperfecciones, constituye un reconocimiento a mi hacer poético.  

- ¿La poesía puede contribuir a transformar la realidad? ¿Qué es la poesía?

- Sí, la poesía puede transformar la realidad. La poesía puede hacer subjetiva esa realidad o puede hacerla más real y cruel. Pero con la poesía se vive y se ama. La poesía es vida. En libertad transitamos con ella los peldaños hacia el infinito.

- “Aquí yace Molière, el rey de los actores. En estos momentos hace de muerto y de verdad que lo hace bien”, fue el epitafio del finado Poquelin, ¿cuál sería el tuyo?

- Aquí yace un hacedor de palabras y de sueños.

Creación

Me falta la costilla infinita
lejana y mancillada
abierta en los extremos
de tanto universo.

Tal vez pudiera crear dioses
con la forma del caos
y la incertidumbre del abismo.

Me faltan tus ojos
para ver otro firmamento
un viento pasajero
una estrella vacía
un pordiosero rastro
sobre la nada.
Salvador Chaila

Una trayectoria

Nacido en 1948 en Santa Rosa de Leales, Salvador Chaila es escritor, ingeniero agrónomo y doctor en Agronomía, profesor de la UNT y de la UNSE. Ha publicado varios libros, tales como “El cañaveral del obispo”, “Buscando la palabra perdida”, “La sirena de la laguna”, “Leales en coplas” y “Desmemoriados ríos de la ausencia”. Sus poemas fueron publicados en prestigiosos diarios del país.

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