“No funciono”

“No funciono”

Sexualmente hablando. Por Inés Páez de la Torre.

07 Febrero 2021

Los trastornos de la erección constituyen las disfunciones sexuales más dolorosas que afectan a los hombres y a las personas con pene. La razón es que, para la gran mayoría, esta reacción física es sinónimo de capacidad para practicar o disfrutar del acto sexual. Y así su pérdida es considerada como señal del fin de su vida sexual y un estigma para la virilidad. La presencia de erecciones, en cambio, proporciona una especie de mensaje visible y palpable de la excitación y disponibilidad para el coito. Pero, como es sabido, la erección es un fenómeno transitorio, que así como se presenta, desaparece.

Respecto a esta cuestión, el sexólogo argentino León Roberto Gindin se refiere a las “ineludibles responsabilidades” que crea el mandato de asumir el rol activo en las relaciones sexuales: “En códigos no escritos, pero siempre presentes, se espera que iniciemos sexualmente a las mujeres, que despertemos en ellas el deseo, que las hagamos madurar sexualmente y las hagamos gozar. Tantas obligaciones crean, cuando no se puede cumplir con todas, sentimientos de culpa, de vergüenza por ser inservible”.

Por eso, con frecuencia los consultantes con problemas eréctiles dicen “no funciono”, palabras implacables que revelan la magnitud de lo que experimentan. El doctor Gindin señala algunas de las preguntas que pueden orientar el diagnóstico sexológico en disfunciones eréctiles.

1. ¿Le pasa siempre con todas las personas o solo con algunas? Muchas veces la dificultad es “selectiva”. Si el consultante no tiene problemas con cierta pareja sexual de manera regular, es muy probable que sus causas no tengan una base orgánica.

2. ¿Cuándo se masturba, también tiene problemas con la erección? Si mediante la masturbación hay una buena erección y una rigidez aceptable, es posible que sea necesario indagar en lo vincular o funcional.

3. ¿Tuvo alguna vez un inconveniente similar? Los antecedentes repetidos, superados espontáneamente, suelen apuntar a una problemática psicológica.

4. ¿Cómo lo resolvió en el pasado? Si fue sin uso de medicamentos o el método médico no incluyó la disminución del medicamento hipotensor (en quienes lo toman), es razonable pensar que la causa no es química.

5. ¿Hay antecedentes de diabetes en el consultante o su familia? Es una de las  enfermedades crónicas que con más frecuencia afecta la erección; su presencia o antecedentes familiares obligan a estudios en profundidad para ver los reales orígenes del problema.

6. ¿Qué medicamentos toma? Aparte de los hipotensores, hay otros medicamentos que también deben tenerse en cuenta, como algunos psicofármacos.

7. ¿Cómo es la erección matinal o nocturna? Tenerlas de características aceptables en cuanto a duración y rigidez hace pensar en la escasa influencia de medicamentos o cuestiones orgánicas sobre la erección.

8. ¿Qué le pasa a su compañera/o cuando usted “no puede”? ¿Cómo reacciona? Gindin plantea que tanto una respuesta colérica y agresiva, como una sumisa o vengativa no ayudan a resolver la situación. Es fundamental una actitud comprensiva, abierta al diálogo y sexualmente activa.

9. ¿Cómo maneja habitualmente la ansiedad en situaciones no sexuales? Si la persona no maneja bien su ansiedad en otras situaciones y su cuerpo reacciona de manera desproporcionada a los problemas, es muy lógico pensar que la forma de responder a la ansiedad sexual sea parte de un problema más general, que debe ser atendido.

10. ¿Cómo es su vida cotidiana y cómo cree que influye ésta en su sexualidad? Las personas que se manejan con muy pocos espacios dedicados al placer y al goce, con toda seguridad en el abordaje de sus conductas sexuales emplearán la misma modalidad. Se da mucho en aquellos que están casi siempre ocupados (o preocupados) por diferentes problemas: es muy difícil que dispongan de un espacio psíquico interno para el ejercicio pleno de su sexualidad.

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