Hojeando el Diario: la visión de un critico de cine francés sobre Zorrilla

Hojeando el Diario: la visión de un critico de cine francés sobre Zorrilla

El actor tucumano tuvo una exitosa carrera en los sets galos en la tercera década del siglo XX.

LORENA. El tucumano Zorrilla junto a la gran actriz francesa Susana Grandais. LORENA. El tucumano Zorrilla junto a la gran actriz francesa Susana Grandais.

La historia del cine se inicia en París, El Día de los Inocentes de 1895 cuando los hermanos Auguste y Louis Lumière realizaron la primera exhibición de un filme hecho por ellos mismos en forma pública y donde los espectadores pagaron una entrada. Hacia aquella meca del cine se dirigió, una par de décadas más tarde, un artista tucumano que dejó marca allí. Estamos hablando de Alfredo Zorrilla quien compartió pantalla con las figuras más importantes del cine francés y fue protagonista en varias películas. En los primeros días de enero de 1920 nuestro diario reprodujo la nota de la revista de cine francesa, “Cine Journal”, a nuestro comprovinciano. El cronista reseñaba: “en el film ´Los hijos de la noche´, del que es su principal protagonista, ha demostrado poseer excelentes condiciones de artista y de sporstman. A este propósito y en el desarrollo de uno de los episodios del citado film, Zorrilla marcó el récord de salto de altura de Francia, sobre el mar, habiéndose tirado a éste, desde una altura de 35 metros”. Allí mismo se cuenta sobre el accidente que sufrió en la filmación y del cual vino a estas tierras a reponerse siendo entrevistado por nuestro diario hacia finales del año 1922.

Pero volviendo a 1920, se informaba que “en otro de los episodios, sufrió la fractura de los dos brazos a consecuencia de la ruptura de un cable metálico. Debido a su constitución física y su sangre fría salvó su vida, encontrándose hoy nuevamente en condiciones de seguir actuando”. Se agregaba que “a pesar de haber recibido propuestas de diferentes compañías de París y Nueva York, Zorrilla no ha aceptado por el momento, por tener que visitar a su familia y a sus amigos aquí”.

La revista francesa dirigida por George Dureau, sobre el film estrenado el 26 de diciembre de 1919 en París, decía que “el intérprete principal, Alfredo Zorrilla, que ha asumido la carga formidable de un rol dificilísimo durante 12 episodios, es un joven argentino de 27 años. Es el prototipo de su raza, dentro de la que ella tiene de más puro: belleza plástica, mirada expresiva, elegancia en el andar, y ese no sé qué de felino que es la vez fuerza y gracia”. El crítico, aunque reconoce que “no es un actor propiamente dicho” agrega que “se impone en el desenvolvimiento cinematográfico. Su voz y su mímica no se acompañan según las maneras académicas pero sus gestos están impregnados de naturalidad y de vida”. Además reconocía que tiene “una cultura general bastante elevada, puesto que ha sido universitario y es muy afecto a la literatura, desempeña con mucha facilidad cualquier rol importante” y agregaba que “las situaciones más raras le son familiares, y esto es un gran recurso cuando la escena se desarrolla en pleno campo”. Además le reconocía sus capacidades físicas al decir que “es un sporstman en toda la extensión de la palabra, boxeador de mérito y campeón de saltos de altura. Sus cualidades deportivas se manifiestan con brillantez en ´Los hijos de la noche´”. Por último Dureau pronosticaba un gran éxito para la película, para los estudios Eclair y para Zorrilla.

Sus comienzos

En la primera década del siglo XX comenzaron a producirse filmes nacionales. Podemos hablar de “El Apóstol”, de 1917, primera película de animación de la historia que era una sátira sobre el gobierno de Hipólito Yrigoyen, dirigido y escrito por Quirino Cristiani y realizado en los laboratorios Valle de otro inmigrante italiano, Federico Valle. Este fue el creador de los noticieros para el cine y produjo un millar de documentales sobre nuestro país. Le gustaba el cine de aventuras y realizó “El ovillo fatal”. Esta película permitió incorporar la figura de un actor tucumano famoso en la época del cine mudo: Alfredo Zorrilla, que había debutado en el teatro algunos años antes en la compañía Salvá. Nuestras páginas en 1918 expresaban: “se dedicó al arte cinematográfico y después de alcanzar grandes éxitos con El ovillo fatal marchó a París, donde obtuvo una inmejorable acogida”. Para luego manifestar: “su talento y elegancia le valieron la entrada en la célebre casa Pathé, donde filmó con la aplaudida y bella actriz Gabrielle Robinne ´El vuelo nupcial´, que ha recorrido triunfalmente todas las salas”. Luego pasó a Eclair, otro de los grandes estudios franceses, para filmar junto a otra reconocida estrella gala de la época, Madeleine Grandjean, “La Novela de Regina” -drama de amor en 25 partes- que se estrenaba en nuestros cines el 18 de abril de 1918.

En enero de 1923, Zorrilla como vimos se encontraba en Tucumán reponiéndose del accidente que había sufrido en la filmación, a causa del cual casi pierde la vida. Además visitó a sus parientes y amigos.

El filme “Los hijos de la noche” (“Les fils de la nuit”) está basado en el folletín de Jules de Gastyne. En él, Zorrilla era “el hijo de la noche”. Era despojado de sus derechos y enviado a África. Luego volvía para recuperar su lugar como duque de Villares. Por entonces, nuestro diario le consultó cómo se hizo actor de cine y respondió: “incidencias de la vida. Me encontraba en la Capital Federal cuando fui invitado a filmar El ovillo fatal, película patrocinada por la Sociedad de Beneficencia que sostiene El Divino Rostro de Jesús. Después de ese ensayo, muy feliz para mí, la marca Gaumont en Buenos Aires me contrató para filmar en sus talleres de París. Después adquirí personalidad propia y tuve otros contratos, los que me valieron para que pudiera realizar una labor intensa”.

Corta filmografía

Zorrilla aparece en los sitios de cine con una filmografía exigua de 11 películas, pero en todas ellas actuó con lo más granado de las estrellas galas. El último filme en que se lo ve de protagonista es “Miss Helyett”, de 1927, donde compartió cartel con Marie Glory, otra figura de Francia que vivió hasta los 103 años.

El actor contó por entonces que se volvía a Francia, “una larga travesía que incluía una larga jornada en tren hasta Buenos Aires y desde ese puerto una navegación de varias semanas hasta algún puerto francés y de allí a París donde ultimaré algunos compromisos con los estudios Eclaire para luego dirigirme hacia Los Ángeles”.

En norteamericana iba a incorporarse a los estudios de Thomas H. Ince. Cómo fue su estadía hollywoodense es una incógnita, quizás debido a que en noviembre de 1924, Ince murió en extrañas circunstancias en el yate del magnate periodístico William Randolph Hearst. Esta historia merece ser contada porque incluye a reconocidas figuras, como Charles Chaplin y las actrices Marion Davies, Aileen Pringle, Jacqueline Logan, Seena Owen, Margaret Livingston y Julanne Johnston.

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