Si hay diálogo, se rompe el diálogo

Si hay diálogo, se rompe el diálogo

Si hay diálogo, se rompe el diálogo

El intento de cierre de filas del radicalismo en torno al no rotundo a una posible alianza con Fuerza Republicana es quizás el intento más importante de unidad de criterios de los últimos tiempos. Desde el interventor de la UCR, pasando por legisladores no tan afines al oficialismo partidario y hasta el propio José Cano salieron a cuestionar las conversaciones de Mariano Campero con Ricardo Bussi. “Lucho” Argañaraz adujo cuestiones ideológicas que pondrían un límite a esa posible alianza, mientras que Raúl Albarracín no sólo apoyó los dichos del concejal, sino que añadió: “el diálogo es importante, pero hay que saber no caer en la trampa de dividir a la oposición, en especial con Bussi que siempre ha sido funcional al oficialismo”. El diputado se pronunció de manera similar, pero añadió críticas hacia el intendente de Yerba Buena. Entre otras cuestiones, dijo no entender ese tipo de posturas inconsultas con el partido. Lo mismo dijeron varios radicales más, entre ellos José Ascárate, Eudoro Aráoz, Luis González, Félix Mothe, José Avignone, Alfredo Neme Scheij, Norah Castaldo, Brígido y Antonio Ibarreche, Joaquín d’Hiriart, María Santamarina de Ruiz y Raúl Campero. Llamativamente, nada expresaron Silvia Elías y sus cercanos, como el legislador José María Canelada. Tampoco se expresaron los intendentes Roberto Sánchez y Sebastián Salazar. Los radicales son así: hasta en las que parecen ideas bien consensuadas hay disenso. O especulación. Desde el “Silvismo”, sin embargo, se aclara que comparten la postura del partido y que su silencio se relaciona con la búsqueda de no echar más leña al siempre vivo fuego partidario. De hecho, aseveran que se trabaja en fortalecer lo que fuera Juntos por el Cambio incluso en charlas con el ex presidente Mauricio Macri. Para este sector, Bussi también es un límite, afirman en “privado”. Además, ayer Cano y Domingo Amaya visitaron a Salazar, en clara muestra de que la búsqueda de cerrar filas es intensa.

Se abren varias incógnitas a partir de la jugada de Campero, que hasta aquí parece más bien un globo de ensayo para posicionarse y medir rivales. ¿Desde algunos sectores radicales especulan con unirse a esa dupla si no tienen lugar en la lista “oficial”? ¿Se está gestando un cambio de mando en la UCR? ¿Quién saldría más beneficiado con esa presunta alianza y posterior ruptura?

Ante estas inquisitorias aparecen otros actores, como el Partido de la Justicia Social de Germán Alfaro, de fortaleza territorial y caudal de votos importantes. Los laderos del intendente fueron contundentes en rechazar cualquier posibilidad de acercamiento con Fuerza Republicana y no dudaron en afirmar que el legislador es afín al oficialismo provincial. Bussi les respondió con la misma moneda: sostuvo que en realidad Alfaro está totalmente alineado con el Poder Ejecutivo y que por eso juega a la división de la oposición de cara a las elecciones nacionales del año próximo. No es el único que piensa así. Varios de sus otrora aliados huelen que podría haber algún tipo de connivencia entre el jefe de San Miguel de Tucumán y el gobernador. El afán del alfarismo por sentar a Beatriz Ávila en el Senado es firme y los números podrían sonreírle si la oposición se quiebra y el oficialismo va unido. La diputada podría llegar a la Cámara Alta, pero el precio a pagar podría ser que la oposición -en cualquiera de sus versiones- entregara las cuatro poltronas de Diputados al peronismo gobernante. Pura especulación matemática.

Ayer, al inaugurar una plaza en Yerba Buena, Campero reiteró que posee un buen diálogo y coincidencias con Bussi, y que no tan sólo dialoga con él, sino también con los intendentes Sánchez y Alfaro. “La intención es unir a toda la oposición para triunfar en 2023; no estamos hablando de candidaturas en estas charlas”, aseveró. “La década del 70 no forma parte de la mesa de debate; tenemos una visión de futuro”, añadió, en relación con las críticas de parte de algunos dirigentes radicales a quienes tildó de “hipócritas” respecto del rol del bussismo en aquellos años. “Muchos de ellos son jugadores de la política que cuando ven la gestión se les caen las medias e incluso otros que trabajaron para que (Julio) Miranda llegue a la gobernación. Las críticas las interpreto más como parte de aquellos que se sienten amenazados, entre comillas, porque ven que su objetivo personal se puede ver jaqueado”, lanzó. No leña, sino alcohol para el fuego de la interna.

En ese juego de especulaciones se encuentra enredado el puñado de partidos o grupos políticos que conservan algún tipo de poder en las urnas, mientras en la Casa de Gobierno sonríen aliviados. Las elecciones del año próximo podrían ser un trámite para ellos. Costoso, trabajoso, oneroso y bien aceitado, pero un trámite al fin y al cabo.

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