La primera ola del virus ya pasó

La primera ola del virus ya pasó

Por Pablo Yedlin. Diputado nacional (Frente de Todos). Presidente de la Comisión de Acción Social y Salud.

La primera ola del virus ya pasó FOTO LA GACETA/ANALÍA JARAMILLO
07 Noviembre 2020

A casi 11 meses de esta pandemia iniciada en Wuhan, la remota provincia China, el virus ha recorrido un largo camino. Hoy viviendo en esta cercana provincia de Tucumán, a donde el nuevo virus Sarscov2 llegó el 19 de marzo con el primer caso importado y que circuló en forma comunitaria recién desde el 12 de Agosto, o sea hace menos de tres meses, podemos decir que el peor momento de la primera ola parece haber pasado.

No ha sido solo "un virus más", para el grupo de opinólogos de ocasión que se cansaron de advertirnos que la gripe estacional era más mortal, que el temor al virus era infundado, que no se justificaba el cierre de escuelas, negocios ni mucho menos el aislamiento social obligatorio, 53.136 casos diagnosticados por laboratorio (muchos más sin contar) en Tucumán , y 944 muertes les habrán demostrado, imagino, que esta pandemia es la amenaza más importante a la salud pública que nos ha tocado enfrentar como humanidad al menos en la era moderna.

Hasta hoy el sistema de salud la provincia, y obvio me refiero a la suma del sector privado y público, viene dando una respuesta heroica al aumento sostenidos de casos, a las necesidades complejas de atención crítica de una enorme cantidad de pacientes. Muchos de ellos con evolución impredecible hacia el agravamiento, e incluso hacia la muerte.

El sistema se tensionó al máximo histórico, todos los días durante semanas, los servicios amanecían con pacientes críticos que requerían internación y los lugares no sobraban. Con un trabajo "casi artesanal" los gestores de la salud pública, los gerentes de los sanatorios privados, los directores de las obras sociales, danzaban al ritmo de los respiradores y las alarmas de los monitores buscando que nadie quede sin atención. Todos los días se ampliaban las capacidades y el recurso humano, el insumo más crítico sin duda, se esforzaba más, al tiempo que lamentablemente algunos también enfermaban e incluso morían como héroes más o menos anónimos de esta pandemia.

Hoy, después de casi una semana de casos en descenso, podemos decir que la situación empieza a tranquilizarse, las consultas ambulatorias han bajado un 40%, las internaciones nuevas son menos y poco a poco reaparecen camas de terapia intensiva desocupadas. Pocas, pero aparecen. Obviamente han quedado secuelas, no solo los pacientes con su carga de muerte y morbilidad, también el estrés postraumático de todos los responsables del manejo de las decisiones permanentes que debieron tomar y que naturalmente se hará sentir.

A casi un año del comienzo sería bueno recordar qué hemos aprendido de este virus. Sabemos que es muy contagioso, sabemos que no lo detienen fronteras ni controles de temperatura. Sabemos que cada infectado “en promedio” contagia a 2 personas sanas, pero que bajo este promedio en realidad se esconde una realidad muy diferente. La mayoría de las personas enfermas no “lograran” contagiar a nadie y en cambio habrá algunos llamados "supercontagiantes" que en situaciones especiales, de lugares cerrados, con mucha gente y sin distanciamiento social, y sobre todo si hablan a los gritos o cantan sin barbijo podrán contagiar a decenas de susceptibles. Por ello sabemos que para trazar a los enfermos es más útil preguntarse dónde se contagió este paciente, que preguntarse a quién contagió. Eso nos llevará a encontrar a más afectados, para testear y aislar.

Sabemos que la mayoría de los enfermos tendrán muy pocos síntomas, incluso algunos no recordarán ninguno. Algunos harán un cuadro catarral, con algo de fiebre, pérdida de olfato, o de gusto, y no pocas veces dolores musculares muy intensos, que no encontrarán posición para aliviarse. Hay algunos que tendrán síntomas gastrointestinales, y los habrá con un brote exantemático en la piel inespecífico.

Los menos en cantidad, pero los que más ocuparon a los sistemas de salud tendrán un empeoramiento del cuadro con fiebre que agregará tos seca o productiva, dificultad para respirar, falta de aire, son lo que mostrarán neumonías con imágenes típicas en las tomografías de pulmón, con lesiones periféricas condensantes bilaterales y muchas veces baja oxigenación. Todos ellos se internarán y requerirán oxigenoterapia, por bigotera o máscaras con alto flujo, o con sistemas de ventilación no invasiva (cascos, máscaras de cpap) con presión positiva, o requerirán ventilación invasiva con intubación endotraqueal y respirador.

La mayoría de estos pacientes, aunque no todos, con factores predisponentes, sobre todo la edad avanzada, la obesidad mórbida, neumopatias, cardiopatías, requerirán una estancia más o menos prolongada en terapia intensiva. Serán anti coagulados en forma preventiva para evitar las trombosis con heparina, y los más graves serán colocados en posición prona, “boca abajo”, para liberar zonas pulmonares menos inflamadas y mejorar la oxigenación.

En cuanto al tratamiento específico contra el virus a casi un año no hay grandes novedades. La FDA ha registrado un solo antiviral, con muy poca utilidad clínica, el Remdesivir, prácticamente no usado en Argentina. Ningún otro tratamiento contra el virus ha demostrado seguridad y eficacia, me refiero a por ejemplo, la ivermectina, el ibuprofeno inhalado, la hidroxicloroquina, etc. etc. Tampoco hasta ahora los tratamientos destinados a mejorar las defensas contra el virus se han demostrado eficaces, me refiero al Plasma de convalecientes, al suero equino, a los anticuerpos monoclonales, etc.etc.

Cómo un grupo de estos pacientes muy graves desencadenan una “tormenta "inflamatoria que los lleva a la falla multiorgánica y a la muerte, también se han probado fármacos antiinflamatorios, pero solo la Dexametasona, un glucocorticoide muy conocido ha demostrado utilidad en este sentido.

Como verán poco, muy poco, salvo el abnegado cuidado de terapistas y enfermeras/os, en unidades de cuidados críticos. Solo y solo ellos son los responsables de la enorme cantidad de pacientes graves recuperados, y cuando podamos comparar la letalidad por jurisdicción, por efector, la diferencia deberá ser atribuida principalmente a ese recurso tan escaso como desigual en nuestro país.

Estamos saliendo de la primera ola y debemos prepararnos para la segunda. Si la vacuna efectiva y segura llegara antes y pudiéramos vacunar a los grupos de riesgo seguramente atenuaremos en algo la misma pero no vamos a poder evitarla.

Es importante que esto quede claro, solo un 15 % de la población ha sido expuesta según estudios de seroprevalencia de CABA, así que gran parte de la población es susceptible, lo mismo que en Europa, sin contar que aún no esta tan claro si los que ya enfermaron no pueden enfermar otra vez. Por lo tanto las medidas de cuidado personal, la mínima exposición en lugares cerrados o concurridos, deberán mantenerse.

En cuanto a las vacunas cerca de 10 han llegado a la recta final, de la Fase 3. Y aunque no todas avanzan a la misma velocidad, es muy posible que la mayoría logre demostrar que son seguras y lo suficientemente efectivas para ser usadas en esta situación de enorme gravedad.

Muchos han criticado las reservas de vacunas del gobierno nacional con las Industrias Farmacéuticas por dosis de vacuna contra Covid19 aún no registradas, incluso algunos han aducido el temor a usar una vacuna que no tenga más tiempo de investigación. Si bien, llamativamente muchos de los que exigen estas “seguridades" atendibles para usar una vacuna, son muchas veces los mismos que cuando enferman o tienen un familiar enfermo exigen el uso de medicamentos no reconocidos como útiles por ANMAT, ni por nadie, como la ivermectina o el Ibuprofeno inhalado, ni que decir del dióxido de cloro, tema para un estudio sociológico al menos.

Pero dejando esto de lado, las vacunas demostraran su seguridad, su efectividad diferencial, y una vez adquiridas darán paso a la campaña de vacunación más importante de la historia reciente. Millones de argentinas y argentinos deberán ser vacunados en el menor tiempo posible, en lo posible antes de la llegada de la segunda ola, un desafío nada menor.

Ha pasado casi un año, hemos aprendido muchas cosas, algunas han servido para salvar vidas, ojalá otras lecciones también nos sirvan como humanidad y como compatriotas para ser más solidarios entre nosotros.

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