Entrevista: Timna Comedi, una voz entre la autoaceptación y el abrazo

Entrevista: Timna Comedi, una voz entre la autoaceptación y el abrazo

La cantante, que vivió desde los 19 años en Tucumán y luego emigró a Israel, su pago natal, acaba de lanzar un disco en Nueva York.

REPERTORIO FEMENINO. Timna Comedi insta a las mujeres a componer canciones que reflejen sus mundos. REPERTORIO FEMENINO. Timna Comedi insta a las mujeres a componer canciones que reflejen sus mundos.

Cuatro patrias albean en su canto. Expresiva. Melodiosa. Muy musical. Versátil. Driblea el encasillamiento. La voz fluye fresca y traslúcida, como agüita de manantial, y riega esas raíces que bosquejan una identidad en mudanza permanente. Acaba de lanzar en Nueva York “I, Yo, Eu”, disco que reúne algunas piezas de su autoría y que puede escucharse en la plataforma de Spotify. “El trabajo busca describir mi historia de viajera, la cual comenzó a los cuatro años”, dice la cantante Timna Comedi, hija de un papá tucumano y una mamá porteña. Nació en Israel; vivió en Canadá, luego en Brasil hasta la adolescencia y llegó a Tucumán a los 19 años, donde se entreveró con referentes de la cultura local. “Tuve la suerte de compartir proyectos musicales y escenarios con grandes artistas tucumanos, como Juan Falú, Topo Bejarano, Pato Gentilini, Nancy Pedro y Lucho Hoyos. Integré varios grupos como Timna y Darío, Mujeres Tucumanas y el ensamble Late Raza, entre otros. Hace algunos años, partí a reconocer mi tierra natal, después de casi un cuarto de siglo”, cuenta.

- ¿Cómo surgió la idea de grabar un disco con canciones de tu propia cosecha?

- Estando en Israel, recibí la propuesta de una productora de Nueva York (Mundos Music) para grabar un disco de canciones de mi autoría. Si bien fue una decisión difícil, ya que suponía otra mudanza de país con todo lo que eso implica, acepté la propuesta, pues sentí que era exactamente el empujón que necesitaba para atreverme a “salir del closet” como compositora y emprender finalmente mi jornada como solista. Una de las más bellas sorpresas que recibí durante este proceso fue saber que Jair Oliveira, un gran artista brasileño (además es hijo del legendario compositor Jair Rodrigues, creador de “Disparada”, una especie de himno brasileño que forma parte de mi repertorio desde siempre), estaría a cargo de la producción musical del disco.

- ¿La gestación del repertorio fue complicada? ¿Cuál fue el norte?

- Durante el proceso de elección de repertorio y de búsqueda creativa en cuanto a la estética sonora, a lo que apuntamos fue realmente a dar lugar a una exploración sin prejuicios. Yo siempre había tenido cierto conflicto con el hecho de no poder rotularme; de hecho, a veces me describen como cantante brasileña, a veces como argentina o incluso israelí; como intérprete de folclore argentino o de jazz o bossa nova. Y uno de los aspectos claves durante la creación de este disco fue que sentí a esta característica -a la que hasta entonces había visto como una falta- como una oportunidad. Es decir: una aventura a través de la autoaceptación, del abrazo hacia cada una de las partes de mí misma (I, Yo, Eu), como ser humano en general y como mujer, en particular.

- ¿Se puede rastrear en tus piezas un costado criollo?

- En los arreglos musicales se oye claramente mi lado argentino, en una percusión a cargo del tucumano Franco Pinna en conjunto con el bahiano Gustavo Di Dalva, que fue percusionista de Gilberto Gil durante 22 años. Bombo legüero y berimbau dialogan en un lenguaje que da a luz a un tercer color. Las partes pueden dialogar y si lo hacen, el resultado puede llegar a dimensiones inimaginables, ese es el mensaje. ¿Por qué limitarnos? Experimentemos. ¡Juguemos!

- ¿Hay una mirada femenina en tus temas?

- Siento que es muy importante que las mujeres músicas nos animemos a componer cada vez más, a plasmar nuestra visión del mundo a través de nuestras propias canciones. Esto es importante dado que las canciones compuestas por varones describen el mundo visto a través de los ojos de un hombre. Y cuando el 90% del repertorio que se canta es de autoría masculina, se genera en los hechos un desequilibrio cultural tremendo. He notado en mí misma (y en muchas otras mujeres) la sensación eterna de “no estar lista”. Mi desafío viene siendo reemplazar esa creencia por la de “soy completa y el momento es ya”. Me acepto y me animo. El resultado es un mensaje feminista que, sin lugar a dudas, trasciende lo musical.

- ¿Alguna de las canciones cuenta una historia personal?

- Una de mis canciones preferidas del disco es “Lady in the train” (“Mujer en el tren”), la cual habla de una mujer que llora en el tren. Surgió mientras volvía en tren de Jerusalén a Tel Aviv, luego de una situación fuerte que me había hecho llorar mucho. Una de mis mejores amigas de Bahía estaba de visita. Caminábamos por Jerusalén cuando me desarmé en llanto. Ella instintivamente me abrazó y esto sucedió justo frente al Muro de los Lamentos (¿irónico?). Nos quedamos abrazadas durante unos 10 o 15 minutos. Siento que ese momento engendró lo que sería la esencia del disco: el abrazo. Como si la ironía no hubiese sido suficiente, a los pocos meses surgió la pandemia que nos obligó a prescindir de los abrazos. No obstante, la lección que rescato es que el abrazo que debemos buscar es el que viene desde dentro.

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