El titán entre titanes está listo

El titán entre titanes está listo

“Si me dicen que hay que ir hoy, no voy”. Es Rafael Nadal. Le preguntaron días atrás por el Abierto de Estados Unidos de septiembre próximo. Forma parte del cronograma de retorno que está elaborando el tenis pospandemia. Masters 1.000 de Cincinatti del 17 al 23 de agosto y el US Open del 24 de agosto al 13 de septiembre, sin desplazamientos y bajo protocolos estrictos. Ambos torneos sin público, a diferencia de Roland Garros, que se jugaría en septiembre y, si el Gobierno francés lo autoriza, con aficionados repartidos en las tribunas. Si el fútbol ha vuelto, ¿por qué no el tenis? El fútbol, es cierto, es deporte de equipo, pero el reinicio sólo incluye por ahora a ligas que se juegan en un mismo país. El tenis, individual, agrupa a jugadores de decenas de países. Obliga a controles más severos. Por eso varios países anuncian torneos internos de tenis para las próximas semanas. Torneos en clubes pequeños que antes eran para jugadores de ranking discreto, pero que ahora sumarán a las grandes estrellas.

Nadal admite que hablar hoy de ir a Estados Unidos suena demasiado riesgoso. Lo mismo que Roland Garros con gente. Y eso que no hay nadie que quiera competir en París como él. El viernes pasado se cumplieron 15 años del primero de los 12 títulos que ganó allí. La final que Nadal remontó contra el argentino Mariano Puerta en su primer Roland Garros. Fue debutante y campeón. Lleva un total de 93 triunfos. Y apenas dos derrotas. Rey del polvo de ladrillo. Inicio de una leyenda. En los días previos a aquel primer Abierto francés de 2005, Nadal había ganado otra final aún más espectacular en Roma y contra otro argentino, Guillermo Coria. Eran años de “legión argentina” que sumaba títulos y finales. Años también de demasiados dopings positivos de nuestros tenistas. Una de las máximas figuras de la generación previa, Guillermo Pérez Roldán, “Rocky”, fue noticia estas últimas semanas porque después de un largo silencio decidió confesar el maltrato de Raúl, su padre y entrenador.

Nadal construyó su leyenda con un tío entrenador, Toni. Exigente y durísimo. Pero sin una sombra de maltrato. Un tío que, ya convencido de que él no llegaría a ser un gran tenista, creció viendo y admirando a Guillermo Vilas, no tanto por su clase, sino especialmente por su lucha. En una charla el viernes pasado Toni Nadal me citó como si fuera ayer una dura derrota de Vilas contra Ivan Lendl, paliza en tres sets, pero en la que “Willy”, según recordó, siguió corriendo hasta la última pelota. Y aceptando luego sin quejas la derrota, la superioridad de su rival. Algo de esa conducta lo influyó a él e influyó también en ese Nadal deportista que él ayudó a formar. Tan admirable, tan luchador.

Porque Nadal forma parte del trío más poderoso que ha conocido la historia del tenis, el que más títulos acaparó en el mismo período que les toca compartir. Los otros dos, claro, son Roger Federer y Novak Djokovic. Ambos, supuestamente, con más técnica natural que el español. Pero Nadal no se rindió nunca. Y, asumiéndose más limitado, fue también el que más novedades debió incorporar a su juego para mantenerse arriba. Y algo más: contra todos los pronósticos, su tenis físico y algo antinatural (con demasiados golpes forzados, porque Nadal corre todas las pelotas), no obligó a Rafael a retirarse prematuramente con el físico destruido. Esa “autoinmolación poética” que describió una vez el diario The New York Times.

Mientras escribo, por ESPN está jugando Nadal, como tantas otras tardes en estos tiempos de coronavirus y repetición de partidos viejos. Hoy (sábado) Nadal le está ganando al suizo Stanislas Wawrinka la final de Roland Garros de 2017. Paliza en tres sets. El último miércoles cumplió 34 años. Y, si bien quiere plena seguridad contra la pandemia, ya anunció que está listo para volver cuando así lo dispongan las autoridades. A avisarnos que los deportistas quieren volver a lo suyo. Como lo hicieron acá Santiago Lange, Delfina Pignatiello y muchos otros. Sin privilegios y sin romper protocolos colectivos. Pero sí recordándonos que ellos también “trabajan”. Que son competidores. Y que la historia no sólo del tenis, sino del deporte mundial, acaso pocas veces tendrá otro titán como Rafael Nadal.

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