Valores y responsabilidades para afrontar la crisis

Valores y responsabilidades para afrontar la crisis

Las historias de superación personal reconfortan a la comunidad porque sirven de ejemplo y dan un aliciente frente a la adversidad. LA GACETA ha recogido muchas de estas situaciones que han surgido en el marco de una crisis agravada por la pandemia.

“No sabe leer, dejó la calle y la droga y usó el IFE para vender empanadas”. Así títuló LA GACETA un retrato escrito sobre la historia de Miguel Suárez, un joven de 28 años que es analfabeto y adicto en recuperación. Su realidad ha puesto en evidencia la situación de unos 300.000 adultos argentinos. No fue fácil para Suárez. A los nueve años empezó a fumar pasta base de cocaína y a los 15 se escapó a Buenos Aires y no tardó mucho en terminar durmiendo en la calle. Ahora, siendo un adulto, empieza un nuevo camino. Miguel supo sacarle provecho a la ayuda del Estado y vende empanadas los fines de semana para mantenerse.

Carlos Parravacini es un tucumano de 42 años, que vive en España con su esposa y sus tres hijos. A los ocho años le detectaron diabetes. En la adolescencia descuidó su cuerpo con las comidas y los dulces. En enero de este año, la diabetes le afectó la función renal a tal punto que requirió diálisis e ingresó en lista de espera para un doble trasplante: riñón y páncreas. En marzo pasado apareció un donante en Madrid, donde el coronavirus comenzaba a hacer estragos. En medio de ese caos sanitario, Parravicini ingresó al quirófano. “Un changuito de 17 años me salvó la vida y casi me atrapa el coronavirus” tituló LA GACETA para mostrar esta historia de superación. Parravicini impulsa una movida para concientizar a las personas sobre la importancia de la donación de órganos.

La pandemia obligó a una parálisis que impactó en la actividad comercial. “Una diseñadora diversificó el rubro y salvó su negocio” se anunció en otra nota de LA GACETA. Luisina Neme confeccionaba y alquilaba vestidos para fiestas. Como las reuniones sociales están prohibidas, tuvo que reinventar su marca y ahora vende pantalones de talles grandes. Dejar la comodidad de un trabajo en relación de dependencia a los 30 años para emprender no fue una tarea simple. La joven diseñadora de alta costura diversificó su actividad para mantener en pie la marca de moda para fiestas que inició hace 10 años y que hoy emplea a 16 personas.

Estas son tres historias de tucumanos que lograron sortear los obstáculos. ¿Se trata de conmovedoras casualidades? Bueno sería advertir que son casos singulares en un país mal organizado al que la pandemia lo agarró con los deberes sociales mal hechos.

En general los adictos tienen duras trabas para salir de su drama y en este sentido ha sido impactante, hace unos años, el testimonio que dio en su momento Camilo Blajaquis, el “pibe chorro” devenido en poeta. Tuvo ayuda. La sociedad hunde y condena a estos chicos y es importante que los responsables políticos, gubernamentales y dirigenciales, reflexionen y asuman la necesidad de debatir y de organizar la sociedad para el momento que se viene que, se presupone, ha de ser más problemático, con una economía en picada y con un alto porcentaje de la sociedad al borde del abismo.

Los vaticinios dicen que habrá una “nueva normalidad”, y con ella otros desafíos. El ejemplo de estas personas que encontraron el camino de superación es bueno en estos momentos de incertidumbre y desesperanza. Los dirigentes deberían, a partir de esto, asumir la responsabilidad que les compete.

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