¿Qué significa ser cínico hoy?

¿Qué significa ser cínico hoy?

Los cínicos en el capitalismo financiero.

REFLEXIÓN. Claudia Mársico se pregunta si la rebelión de los cínicos era más profunda que la vanguardia de hoy. REFLEXIÓN. Claudia Mársico se pregunta si la rebelión de los cínicos era más profunda que la vanguardia de hoy.
22 Marzo 2020

ENSAYO

CÍNICOS

CLAUDIA MÁRSICO

(Galerna - Buenos Aires)

Frente al caos, los filósofos griegos adoptaron dos posturas: buscaron un orden detrás de las apariencias o bien se internaron en grietas y fracturas. Los cínicos forman parte de este segundo grupo. Cínicos, de Claudia Mársico, realiza un aporte valioso en torno al lugar y al valor de la revuelta cínica. Sitúa a esta perspectiva filosófica como una ética posterior a Sócrates y como una filosofía eudemonista, es decir, aquella ética que persigue como fin último la felicidad. En contra del lugar común que ve a estos filósofos como exponentes solo de una actitud vital, Mársico sostiene que Diógenes, Crates y Onesícrito combinan herramientas actitudinales y teóricas para provocar una ruptura radical. Los cínicos son originales al proponer una revuelta en términos éticos, sociales y culturales. La autora cree que la rebelión “está más cerca de (un) grupo alambicado de personajes mitad intelectuales, mitad profetas que tomó y legó ideas sin preocuparse de heredades prolijas...”. Los cínicos proponen una resistencia activa que desencadena variantes entusiastas como las del filósofo Michel Onfray. Con sus actitudes y reflexiones, el cinismo griego implica una contraseña filosófica para pensar la postura de “ruptura radical” en los diversos tiempos de Occidente.

Contra Sócrates

Para Platón, Diógenes de Sínope fue un “Sócrates enloquecido”. La adjetivación platónica marca la idea de desvío. Los cínicos, y especialmente Diógenes, surgen como oposición a la filosofía oficial. Diógenes inicia su camino filosófico a partir de la contemplación de un ratón. En contra del inicio numinoso y solemne de Sócrates (quien se convence de su misión siguiendo el dictamen del preclaro oráculo de Delfos) Diógenes encuentra en la vida fugaz y azarosa del ratón el destino de romper con las convenciones sociales. El ratón es figura y signo de la vida despojada, austera y autónoma. Asimismo, y aquí sí en consonancia con el anciano de las sandalias, Diógenes conoce el mensaje de un oráculo que le aconseja alterar los nómisma (nómisma es un término griego que se traduce como moneda o costumbre). En un sentido del término o en otro, según cual sea la interpretación del mismo, el oráculo cambia la vida de Diógenes: el filósofo huye de Sínope, al norte de la actual Turquía, en un barco por el mar Negro y es atrapado por unos piratas que lo convierten en esclavo. En Corinto, cerca de Atenas, es comprado por Jeníades. La escena inmortal lo retrata como alguien que duerme en un tonel y que porta una linterna. Busca al hombre. Cuando se cruza con Platón, según relata Diógenes Laercio, este le muestra un gallo y define al hombre como pájaro sin plumas. Diógenes se burla de Platón y entiende que ese gallo bobo es Platón, quien no entiende al hombre.

Parrhesía

Según consigna Mársico, Filodemo recoge las posiciones de Diógenes frente a diversos problemas políticos y sociales: “igualdad entre hombres y mujeres en actividades; vestido y ejercicios desnudos; el rechazo de las ciudades y sus leyes; libertad sexual incluyendo masturbación en público; incesto heterosexual y homosexual; unión libre y crianza comunitaria de los hijos y justificación de la violación; comidas comunales, posiblemente incluyendo el canibalismo; justificación del parricidio y una actitud negativa frente a la humanidad que concluía en una desconfianza de la amistad”.

Las ideas de Diógenes suponen una actitud anti-comunitaria que se cifra en la parrhesía: desparpajo para hablar en contra de los poderosos, una feliz desvergüenza frente a los conciudadanos defendiendo su posición crítica. Es decir, la parrehsía es la necesidad de que cada individuo haga oír su voz, sin considerar las consecuencias de su defensa crítica. En cierta forma, la parrhesía de Diógenes es una forma antigua de lo que hoy podríamos llamar lo políticamente incorrecto.

Freeganismo

La solución radical a los problemas de la polis es abandonar la ciudad, es vivir fuera de ella. Los cínicos abogan por un cosmopolitismo crítico, una idea de ciudadano del mundo que implica una vuelta a la naturaleza. En este sentido, su postura se conecta con la mirada en contra del mercado, en contra del sistema de consumo. Mársico ve en estos rasgos antiguos un adelanto de las posiciones del “freeganismo”. Los freeganos buscan la eliminación del consumismo desenfrenado. Reciclan lo que otros desechan y muestran con su práctica que se puede sobrevivir sin derrochar.

Vanguardismo fácil

Una de las preguntas que presenta el erudito y extenso libro de Claudia Mársico es aquella que se relaciona con la idea de revuelta. Si los cínicos fueron un grupo rebelde en el contexto griego antiguo, ¿qué lección dejan para nuestro tiempo? En un ambiente de barbarie tecnocientífica, dice Mársico, “probablemente haya más revuelta en el estudio minucioso y riguroso que en la vanguardia autoproclamada transformadora”. Es decir, en el ruidismo globalizado, financiero y tecnocrático, la investigación marginal de las Humanidades posiblemente sea una muestra de oposición al sistema que todo lo engulle y lo transforma en mercancía. En nuestro contexto, el vanguardismo fácil, deglutido por el mercado, pasa por una forma más del snobismo capitalista. El cinismo parece decir: ¡vanguardistas de cartón y de salón, tengan cuidado con sus estertores cool y baratos! El cinismo está lejos de ser “una filosofía superficial que se consume en una estética opositiva de lucha glam”.

Oponerse en tiempos superficiales

En todo caso, el cinismo no brinda un manual pero sí una serie de posturas radicales que incitan a pensar en qué consiste la radicalidad en tiempos de superficialidad e internet. No basta con tirar humo o desplegar luces estridentes en twitter para generar un quiebre. En los tiempos de pantallas y luces ciegas, la revuelta no pasa por la repetición digital en el contexto de las redes sociales que estandarizan o normativizan la experiencia. En suma, los cínicos griegos nos ayudan a pensar en qué consiste la oposición al sistema. ¿Qué significa ser anticapitalista? ¿De qué modo podemos resistir y luchar contra el consumismo? ¿Cuáles son los límites del goce capitalista?

Fabián Soberón

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