El aroma a conflicto azuza al Gobierno

El aroma a conflicto azuza al Gobierno

Hay un tufillo a conflicto que ya es tan persistente como el mal olor que inunda la ciudad. La virulencia de la crisis económica de los últimos dos años genera más indignación y preocupación entre la población que las epidemias de dengue y coronavirus que se propagan con rapidez. Ya no sirve, o al menos es insuficiente, el discurso de Alberto Fernández y de Juan Manzur echando culpas a la administración anterior por los males actuales. No alcanza. La población exige soluciones impulsada por un cinturón tan ajustado que ya los dejó sin aire.

En Tucumán parecen dormidos ante esa realidad o al menos aún quitándose las lagañas del dulce descanso que se habían tomado tras las victorias electorales de 2019. En la calle hay bronca. Por la inseguridad, por los bolsillos flacos, por la mala manera en que se trató el conflicto con los estatales, por el paro de los colectivos y porque todo termina impactando de lleno en el día a día de los ciudadanos.

En el Gobierno insisten en que gran parte de los reclamos responden a la interna gremial de los distintos sindicatos del Estado, pero basta recorrer las marchas en la plaza o las asambleas en los hospitales para ver y oír algo diferente: muchos que antes jamás participaron de gremios o protestas ahora sí lo hacen.

Por eso las manifestaciones van por un lado y la visión del Poder Ejecutivo por otro, y así se multiplican los reclamos. Ahora, al ver que la tormenta no amaina per se, estaría al caer una nueva oferta a los estatales, que contemplaría el pago de meses atrasados de la cláusula gatillo en un una sola parte y la incorporación del porcentaje que resta de manera inmediata. Con esa propuesta se buscaría enfriar el enojo estatal, ya que sería una cifra interesante de pesos que recibirían los trabajadores de una sola vez.

Costo político elevado

La medida suena tardía, porque en el medio se está pagando un costo político elevado, en especial el propio gobernador Juan Manzur. Él está en el centro de las críticas, algo que no había sucedido en su primera gestión. Ahora le apuntan al propio mandatario, con cadenas de Whatsapp, historias en Instagram y posteos en Twitter. Claro que el “ataque” posee un condimento político orquestado por la oposición, pero, como en las marchas, también hay mucho de enojo ciudadano.

Por ello, como bien describió el columnista Marcelo Aguaysol, Manzur estalló con el paro de colectivos. El gobernador parece haber tomado conciencia de que el mix de conflictos podía derivar en bomba social y mandó a fustigar con fuerza a los empresarios, los mismos con los que cenó en la previa electoral y con quienes había forjado alianzas. Denuncia penal del Estado contra ellos y proyecto para estatizar el servicio suenan extraño cuando el año pasado comía con los líderes de la Asociación de Transportistas y con Jorge Asís. ¿Qué cambió? En palabras de los dueños de las líneas de colectivos, el Gobierno nacional. “Antes reclamábamos juntos, Provincia y empresarios, a la Nación. Ahora no porque el Gobierno nacional es afín”, dijo Luis García, de Aetat, en LGPlay.

Justamente esa falta de coherencia del Gobierno provincial con planes y acciones es lo que comenzó a hacer estallar conflictos. ¿Por qué hasta hace un par de meses se podía pagar la cláusula gatillo y ahora no? ¿En qué momento se deterioraron tanto las cuentas? ¿O ya estaban mal hace tiempo? ¿Por qué el Gobierno no estatizó el servicio de ómnibus el año pasado, cuando hubo 14 y media jornadas de paro? ¿Ahora sí es grave la situación del servicio? Muchas preguntas y contradicciones, sumadas a las connivencias con gremialistas que alteró los ánimos de autoconvocados y despertó del letargo a las líneas internas opositoras a los respectivos sindicatos estatales.

Si el foco del conflicto es el gobernador, es síntoma de que también fallan sus operadores. Ministros, asesores y legisladores de su entorno mínimamente no estuvieron pillos para anticipar los pleitos o evitarlos. En algún momento del final de su primera gestión, Manzur había pensado en realizar cambios en su Gabinete. Al menos eso decían en su entorno. Luego desistió, quizás a la espera de un cambio “natural” con lo que podía ser un ascenso masivo de funcionarios suyos al Gabinete nacional. Eso tampoco pasó.

¿Habrá cambios?

La máxima indica que jamás se entrega la cabeza de los aliados al enemigo, por lo que resulta difícil pensar en que se producirán modificaciones en el Gabinete en estos momentos. Sin embargo, hay quienes ya susurran que el mandatario debería hacerlo más temprano que tarde. Ya corre un runrún de que ya tiene reemplazo el Ministerio de Seguridad.

En medio de las complicaciones provinciales, Manzur deberá lidiar con otra foránea que posee perfume de mujer. Cristina Fernández de Kirchner lo tiene entre ojos. “No puede ni verlo”, en palabras de operadores K. Que el gobernador haya salido a impulsar la presidencia del PJ nacional para Alberto Fernández habría ofuscado un poco más aún a la vicepresidente. A la poderosa vicepresidenta, experta en poner piedras en el camino de quienes -desde su visión- la traicionaron.

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