Un brillante y ensortijado regreso a la Edad Media

Un brillante y ensortijado regreso a la Edad Media

Desde hace años, el encanto que producen las tradiciones y los relatos de la Edad Media fueron atrapando a los tucumanos. En busca de un mayor acercamiento a estas antiguas culturas, es que cada vez existen más talleres, eventos temáticos y marcas que recrean la experiencia de haber vivido hace más de 1.000 años.

Para las damas y los caballeros apasionados por la cultura medieval, las tierras de Tucumán acunan pequeños nichos en los cuales el Viejo Mundo resurge con fuerza.

Desde hace unos años, los festivales temáticos, las recreaciones de diálogos en latín y las ventas de artilugios con aires medievales se volvieron moneda corriente. Y este verano se suma una nueva propuesta: un taller de joyería medieval, a cargo de la Casa de la Ciudad (Catamarca 930).

Aunque el resto de la infraestructura siga igual, hay una habitación capaz de transportar a sus visitantes hacia el año 476. Y de allí, al trabajo de un orfebre. La prueba está en la cantidad de cotas de malla que colman las mesas. Y, sobre todo, en las manos que entrelazan -con parsimonia- cientos de argollas.

“Al confeccionar las joyas el principal material que se utiliza es el alambre de aluminio o alambre galvanizado (si buscamos abaratar costos). En el proceso, ese material se convierte en resortes y, al final, se corta para lograr anillos perfectos”, explica el profesor Benjamín Temoche, quien desde joven fue seducido por las anécdotas de Robin Hood, “El Señor de los Anillos” y “Conan el Bárbaro”.

A partir de acá, las posibilidades de crear accesorios son tan vastas como el período histórico en sí mismo. El catálogo contempla delicadas tiaras con engarces de piedras, rústicos brazaletes, cadenas de capas y gargantillas que envuelven el cuello con sus tentáculos metalizados. “Para tener una idea del estilo, varias de las joyas son utilizadas por el personaje de Lagertha (protagonizado por Katheryn Winnick) en la serie Vikingos”, agrega Benjamín como referencia obligatoria. Aunque esta cuestión no implica que el pasado sea incapaz de adaptarse a los tiempos que corren. Por ejemplo, en esa bandolera que sostiene al momento de las fotos (y consta del espacio justo para guardar el celular y la billetera). O, en la práctica cadena que ata a su pantalón para evitar que las llaves se pierdan.

Diseño de valkiria

Una vez que la técnica de manipular engarces estuvo asegurada, Marianela Celina Ramos decidió dar un paso más allá en la confección de indumentaria antigua.

El resultado fue la creación de un vestido que merece ser atesorado en la historia de las sagas nórdicas. En una lucha entre volados negros y delicadas cadenas que llueven sobre los brazos y las caderas, Marianela transmite una extraña sensación de rudeza. Como aquella impresa en la mirada de los guerreros.

HIDROMIEL. Los vikingos eran ávidos consumidores de la bebida. la gaceta / foto de diego aráoz HIDROMIEL. Los vikingos eran ávidos consumidores de la bebida. la gaceta / foto de diego aráoz

“Tardé tres semanas en confeccionar el vestido, sumadas a un tiempo mayor para completar la joyería. Fue algo complicado porque debía trabajar sobre mi cuerpo y medir las proporciones a medida que avanzaba con los metros de cadenas. Me sentí una verdadera princesa”, describe orgullosa la estudiante de Diseño de Moda.

Destapar la ambrosía

Además de sumar seguidores en la televisión o canales de streaming, la cultura medieval también conquista el rubro de la gastronomía. El secreto está en una ancestral bebida cuyo nombre se repite en las historias de los bardos. A aquel elixir se lo llama hidromiel y Luis Coronel es el responsable de que su legado de dulzura perdure.

“Para los vikingos la hidromiel, hecha a base del fermento de agua y de miel, es el néctar de los dioses. En las leyendas se sirve en los salones del Valhalla, algo así como el Cielo de la religión cristiana y el lugar en el cual terminan los caídos en batalla o de manera honorable”, detalla el productor de la marca “Bifrost”. Un proyecto familiar que inició hace dos años al ver la necesidad de los sedientos guerreros que libran torneos y compiten en las justas de las ferias medievales tucumanas.

El nombre de este néctar alude al portal interdimensional que conecta los nueve mundos existentes en la cultura vikinga. Nosotros estamos en Midgard, pero con varios vasos de hidromiel (su gradación de ocho a 15 grados lo dicen todo) podemos viajar a planos simultáneos como Asgard: el hospedaje de los deidades.

Además, como buen seguidor de la mitología, cada vez que un inexperto posmoderno busca la ambrosía, él le añade a la experiencia algunos datos curiosos. “En la noche de su boda, los vikingos solían festejaban la ocasión agregando a la hidromiel setas. Se decía que eso mejoraba el rendimiento sexual de la pareja. De ahí la referencia de Luna de Miel que solemos usar”, relata abstraído en el papel. Y en su mirada sigue brillando la historia.

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