Los primeros egresados de la Escuela de Agricultura

Los primeros egresados de la Escuela de Agricultura

En 1932, tras la anexión a la UNT, se produce la primera colación de grado del establecimiento.

EN 1932. Los flamantes peritos agrónomos universitarios.  EN 1932. Los flamantes peritos agrónomos universitarios.

La idea de Juan B. Terán de crear una universidad en nuestra provincia fue creciendo año a año. Los primeros egresados terminaron sus carreras en 1917. En 1921 se logra la nacionalización de la casa de estudios, lo que era el mayor deseo del fundador, porque eso permitiría mantener la institución y darle continuidad hacia el futuro.

En ese camino, tras ser anexada a la Universidad, la Escuela de Agricultura produce su primera camada bajo esta nueva etapa. Y nuestro diario no perdió la oportunidad de anunciar el hecho en su edición del 3 de diciembre de 1932: “hoy egresan diez y siete profesionales con conocimientos y capacidades que los habilitan para desenvolverse conscientemente en las actividades agrícolas e industriales que la vida práctica brindará a los flamantes peritos en agricultura y sacarotecnia”.

Nuestra crónica también felicitaba el logro universitario a través de su rector, Julio Prebisch, al señalar: “hay que reconocer que el éxito que espera a los profesionales en la nueva vida que hoy inician es la consecuencia lógica de esa especial atención y control de la Universidad”.

Aquellos primeros egresados fueron: Raúl Alvarez, Domingo Althabé, Manuel Aguirre, Carlos Botteri, Juan Brú, Serafín de la Vega Escobar, Luis María de la Vega, Raúl Figueroa Román, Horacio García Aráoz, Javier Ponce de León, Francisco Palavecino Bustos, Hugo Remedi, Horacio Sujeros, Eduardo Soria, Juan Carlos Sancho Miñano, Lídoro Vallejo y Eduardo Wilde. El director de la Escuela por entonces era el ingeniero Juan Grignola.

Además de anunciar el egreso de estos nuevos profesionales, la crónica hablaba del plan de estudios que estaba “adaptado a las necesidades de la región, la enseñanza intensiva teórica y teórico práctica de materias técnicas, el ciclo de asignaturas de cultura general, el conocimiento especial de la provincia en cuarenta y siete jiras de inspección realizadas en el curso de sus estudios, la excursión a los establecimientos agrícolas e industriales del norte del país, son motivos más que suficientes para dejar establecidas las ventajas que ha reportado a la enseñanza agrícola nacional la oportuna medida de anexión de dicho instituto de enseñanza a nuestra primera casa de estudios”.

El grado universitario

Hacia marzo de 1917, apenas tres años más tarde, nuestra alta casa de estudios tuvo el privilegio de ver los primeros egresados, casi medio centenar entre maestras normales, ingenieros agrimensores, farmacéuticos y maestros de agricultura.

En aquella oportunidad se realizó la primera colación de grados en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno, la universidad aún era provincial. Terán tomó la palabra tras el discurso del gobernador Ernesto Padilla y señaló: “nos hemos reunido para despedir a los primeros egresados de la Universidad y al mismo tiempo inauguramos los cursos de 1917”. En su extenso discurso el fundador destacó los logros pedagógicos obtenidos y “poniendo en evidencia procedimientos nuevos para llegar a la consecución del ideal de la Universidad: educar al pueblo”.

EN 1917. Los primeros egresados de la universidad tucumana. EN 1917. Los primeros egresados de la universidad tucumana.

En sus palabras destacó: “está recorrido el ciclo más breve de nuestro plan, los primeros tres años de la facultad de matemáticas y el desarrollo de los cursos de farmacia. La Escuela Pedagógica diploma las primeras maestras que han estudiado su programa de enseñanza normal y vocacional en cuatro años. No está completo pues todavía el cuadro de nuestra enseñanza fundamental -ingeniería agrícola y química-, pero son los primeros frutos y la aparición de los frutos invita siempre a detenerse delante de los árboles. Los trabajo de la enseñanza predisponen, en verdad, para el tono, a tiempo, severo y enternecido puesto que recaen sobre la sustancia rica e íntima que es el alma de los niños y de los jóvenes”, manifestó el futuro miembro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

Nacionalización

Un 3 de abril -de hace ya 98 años- la Universidad de Tucumán pasó a ser Universidad Nacional de Tucumán. Por decisión del gobierno del presidente Hipólito Yrigoyen nuestra casa de altos estudios pasó a ser patrimonio de la Nación.

Era el primer domingo de abril de 1921. La Casa de Gobierno y sus adyacencias estaban colmadas de público que esperaba expectante la firma del decreto. A las 3 de la tarde el ministro de Instrucción Pública, José Salinas entraba al Salón Blanco, “donde era imposible el paso por la cantidad de público presente”. Tras escucharse el Himno se pasó a la lectura del decreto y luego a la firma por las partes, el Gobierno Nacional y el Gobierno de Tucumán -representado por el interventor federal Adolfo Noceti- que lo haría ad referéndum de la Legislatura.

Luego de la firma el ex rector y fundador la Universidad, Juan B. Terán expresó: “será desde hoy, pues una institución perdurable de la Nación con el mismo origen que las instituciones esenciales del país, que el país mismo, que han sido incubadas por el calor de aldeas pequeñas pero ardientes que las crearon con esfuerzo tenaz, con instinto seguro, ambiciosas de luz. Tucumán recibe el galardón de su esfuerzo. Creó su Universidad con sacrificio pero con fe en el fruto de su sacrificio porque buscaba un alto fin nacional por su extensión y su carácter, puesto que superaba su propio interés. La Nación lo reconoció y vino generosamente en su ayuda”.

El ministro Salinas señaló: “tan fausto suceso repercutirá simpática e intensamente ante propios y extraños como un verdadero acontecimiento nacional”. Y agregó: “al erigirla en una institución nacional los poderes públicos habrán hecho un inmenso bien a la juventud estudiosa, que vive diseminada en las distintas zonas del territorio y que se ve por lo tanto obligada a abandonar sus hogares, arrastrando toda clase de sacrificios en busca de los centros de altos estudios que les permitan colmar sus nobilísimas aspiraciones de mejoramiento espiritual”.

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